¡Qué tiempos aquellos en que si te despertabas a las cuatro de la mañana era para ir al váter con los jos cerrados y sin abrirlos volvías a la cama y recuperabas el sueño instantáneamente! Ahora, si me despierto, sean las las tres, las cuatro o las cinco, me desvelo y ya no vuelvo a reconciliar el sueño y lo peor es que tampoco aguanto quedarme en la cama, así que me levanto, bebo agua, me voy a mi estudio, abro un libro, escribo algo, miro por la ventana, ordeno papeles, vuelvo a coger el libro, respondo algún mail, pienso en esto o en aquello, de repente me acuerdo de algo que tenía que haber hecho y se me ha pasado, miro la agenda de los próximos días, cierrro los ojos y pienso en cómo acabar el artículo que tengo comenzado... y, finalmente, se hace de día y llega la hora de ir a desayunar al Petit Café.
domingo, 29 de agosto de 2021
Otros tiempos, otros despertares
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El pie bueno de un rey malvado
Hasta el muy socarrón Voltaire tiene sus momentos de ternura. Aparecen en los pasajes más insospechados de su obra. Por ejemplo en el Diccio...
Deberías quedarte en la cama. Un beso
ResponderEliminar