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jueves, 30 de septiembre de 2021

Competencias y alta cultura

La educación actual está sometida al prejuicio de lo competencial, es decir, al prejuicio que sostiene que todo aprendizaje escolar debe ser un medio para un fin. Si te atreves a poner este prejuicio en cuestión, serás acusado de defender el absurdo de una educación para la incompetencia. Pero la negación de la proposición "todo aprendizaje debe ser competencial" no es "ningún aprendizaje debe ser competencial", sino "algún aprendizaje no debe ser competencial". Lo que ocurre es que en este "algún" se esconden precisamente las riquezas de la alta cultura.

Me explico.

¿Las Variaciones Goldberg son grandes por ser un medio para un fin o lo que las hace grandes es ser estrictamente inútiles?

¿Qué uso práctico se les puede dar a las Variaciones Goldberg? ¿Y a Velázquez? ¿Y a los sonetos de Quevedo?

Desde luego nada de esto ayuda a ser mejor ciudadano, a desarrollar la inteligencia emocional, a adquirir competencias del siglo XXI. Nada de esto es un medio para un fin. 

La alta cultura es un fin en sí misma. 

El hecho de que hoy todo aquello que es un fin en sí mismo se mire con recelo expresa el triunfo de la cultura de masas; pero el hecho de que los ministros de educación se rindan a la cultura de masas indican la cobardía democrática de quien tiene que justificarse utilitariamente ante el inculto.

En nuestros centros educativos la alta cultura se ha convertido ya en contracultura precisamente porque exige un esfuerzo deliberado y perseverante cuyo premio es la conquista de lo inútil.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Las frases hechas

Me encuentro con M. Se le acaba de morir un familiar muy próximo y está pasando un mal momento. Durante el rato que pasamos juntos recibe varias llamadas telefónicas que, de manera visible, lo incomodan. Cuando el móvil se calma, me comenta que ya hemos perdido la sabiduría que el mundo de la vida había puesto a nuestra disposición para estas ocasiones. Se refiere a aquellas fórmulas, "te acompaño en el sentimiento", "mi más sentido pésame", etc. que se utilizaban con normalidad en estas circunstancias. Hoy, como pesa sobre nosotros el deber moral de ser auténticos, nos vemos en la obligación de decir algo que no suene a cliché, a frase de compromiso... El resultado es que no sabemos qué decir, con lo cual convertimos el acto de dar el pésame en una incómoda comunicación de un sentimiento que no sabemos cómo expresar para que no suene a frase hecha. 

¿Pero cómo sentimos lo que no sabemos decir?

Las frases hechas, como todo lo que la tradición ha ido depositando en las costumbres, tienen su sentido. Facilitan la relación en los momentos difíciles y nos permiten librar a la persona dolorida de la incomodidads de tener que mantenerse sereno ante la pesadumbre que no sabemos formular. 

Nos hemos propuesto dinamitar el mundo de la vida por considerarlo falso e hipócrita y no tenemos manera de construir otro que sea auténtico, genuino, sincero... simplemente porque no damos para tanto.

sábado, 25 de septiembre de 2021

Dos cosas

La primera, la nueva entrega del Locutori.

La segunda, esto de hoy mismo de Fernando Savater en su columna de El País, "Conservador":

Los rótulos ideológicos tras los que nos parapetamos son cada vez más, según aumentan las identidades ofendidas y los derechos cantinflescos reivindicados. Pero hay una ideología compartida por todos, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, y de la que sin embargo pocos se enorgullecen: la conservadora. A nadie le falta un punto conservador en un aspecto o en otro, porque ser humano es elegir en el caos del mundo y de la vida algo que queremos ver perpetuado. A los demás animales la evolución les ha simplificado la tarea, inscribiendo en sus genes los gestos y preferencias a los que deben guardar fidelidad. En cambio nosotros estamos programados para autoprogramarnos (la inteligencia artificial no es la de ninguna máquina sino la nuestra) y debemos elegir el punto sólido, que quisiéramos inamovible, a partir del cual movernos, avanzar, explorar: necesitamos establecer lo que debe ser conservado para a partir de ahí revolucionarlo todo.

Para no ser conservador por imitación o rutina (fuentes habituales del instinto de conservación y del pensamiento reaccionario) hay que ser lúcido y, aunque suene paradójico, audaz. Actualmente en España el autor que mejor responde a este perfil es Gregorio Luri. Su último libro ―La mermelada sentimental, editorial Encuentro― es un buen compendio de sus ideas sobre educación (quizá su tema preferido), política, formas de ser y de dejar de ser de los españoles, ecología y hasta religión. Una prosa clara y contundente, una perspicacia que no desfallece y un humor sin el que no hay tarea intelectual digna de ese nombre. Una ráfaga a modo de aperitivo: “La política es el proyecto, siempre inacabado y siempre frágil, de establecer una relación comunitaria con el tiempo que nos permita dotar de historia coordinada a nuestros aconteceres personales y colectivos”.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Alain Minc

Crear una empresa es una tarea tan procelosa que cuando consigues el último sello y la pones en marcha, es decir, bajo la lupa de Hacienda, estás agotado y sólo tienes ganas de no hacer nada. Uno, ingenuamente, pensaba que la administación está para ayudar y tender puentes, no para ponerte trabas. Pero lo peor es que aquí, en Cataluña, tenemos varias administraciones y cada una exige su tributo burocrático. 

Las ventanillas siempre tienen sed.

Pero ya estamos en marcha, ilusionados y con buenas perspectivas.

He terminado Ma vie avec Marx, de Alain Minc. 

Me ha gustado. Creo que es el mejor de los libros que he leído de Alain Minc. Está lleno de sugerencias que te van dejando abundantes motivos para pensar a fondo el presente.

Sin embargo...  al cerrarlo me he encontrado con la misma sensación de precipitación que he notado en otros libros suyos. Me parece que de vez en cuando a Minc le entran ganas de correr y deja a su lector -o, al menos, ese es mi caso- un poco desamparado, con ganas de que nos explique más despacio algunas de las ideas que nos ha ido mostrando solo a medias. Por ejemplo, la del estancamiento de la productividad en la era de las nuevas tecnologías. Esta es una preocupación central del presente que, sin embargo, él apenas insinúa y que cierra dándonos a entender que espera que no sea así. Yo, que aprecio mucho la agudeza analítica de Minc, no tengo bastante con eso. A él, por respeto a su inteligencia, hay que exigirle mucho más. 

Me ha dejado un poco perplejo su reivindicación de Marx. Entiendo su reivindicación de lo que a su parecer representa: la ambición de una teoría rigurosa que se corresponde con una praxis  política que no conoce el desaliento. Me ha gustado porque en estos tiempos en los que animamos a los jóvenes a cambiar el mundo, mientras les negamos los intrumentos conceptuales que les permitirían comprenderlo, Marx se erige para Minc en el símbolo del compromiso de las virtudes téoricas con las prácticas. Pero hablar aquí de virtudes prácticas es hablar de virtudes política que, para el Marx dirigente social, incluyen un cierto componente maquiavélico y, por lo tanto, a mi modo de ver, lo que se nos acaba mostrando es que la razón teórica no cubre la destreza práctica. 

Marx es también un predicador y un habilidoso gestor práctico de su compromiso con la teoría. Y es todo esto lo que Minc parece querer resaltar cuando lo comprara con Adam Smith, Ricardo, Schumpeter, Kondratiev y Keynes. Ninguno de estos cinco es predicador. Más bien tienen alma de diplomáticos.

Marx es el predicador del Todo y, ciertamente, los otros cinco son diplomáticos de determinadas provincias del Todo. Pero hay, me parece a mí, una virtud en la renuncia a someter el Todo a una teoría, por muy ambiciosa que sea. Yo veo en esa renuncia precisamente la ambición del pensamiento liberal y conservador que reconoce que el Todo no encaja en ninguna teoría y, por lo tanto, admite que siempre actuamos con menos sabiduría de la que sería necesaria para garantizarnos el éxito.

¿Es Maquiavelo el suplemento que necesita la teoría para incrementar sus posibilidades de éxito?

En cualquier caso, bien pudiera ser que Alain Minc sea, efectivamente, el último marxista de Francia. Y no sé si de Europa. Y esto es lo que molestará a los marxistas elementales. ¡Bien por Minc!

Una cosa más: He entendido perfectamente las alabanzas que Minc dedica al emprendedor.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Más allá de mis rodillas

He dicho más de una vez que eres viejo cuando estás más pendiente de tus rodillas que de las rodillas de la vecina. Es mi caso. Pero me niego a conformarme.

Podría añadir que eres viejo cuando te levantas de la cama casi tan cansado como cuando te acostaste, porque el cansancio se arrastra y sólo lo puedes ir soltando poco a poco, como un lastre pegajoso. Tampoco quiero asumir esta derrota sin una combate digno.

Reconozco que no sé estar sin hacer nada. La pasividad me resulta insufrible. Necesito sentirme activo, maquinar, proyectar, llevar a cabo. Pero como mis condiciones físicas son las que son, intento organizarme las actividades de la manera más calmada posible. Así, si el sábado tenía firma en la Feria del libro de Madrid, llegué a la capital el viernes por la mañana y como el domingo tenía un debate en Córdoba, pedí dos noches de hotel en esta ciudad y unas ciertas comodidades en el AVE (básicamente, el vagón de silencio). De esta manera tengo tiempo para bajar el ritmo, visitar librerías de viejo y sentarme a leer tranquilamente en algún lugar privilegiado (por ejemplo, en la azotea del hotel de Córdoba). Sólo si administro bien mi tiempo puedo controlar los caprichos de mi oído interno y mantener bajo un cierto control a mis acúfenos y vértigos.

Todo ha ido bien y he llegado a casa en condiciones decentes que me han permitido terminar un artículo para un nuevo diario, El periódico de España, que saldrá el 12 de octubre, y adelantar un artículo de 15.000 caracteres sobre los Mercader para la edición catalana de El País.  Lo he dejado a punto de un último repaso, más que nada para controlar los caracteres, que me sobran bastantes.

Mañana será un gran día. Se pone en marcha oficialmente la Editorial Rosamerón, que lanzamos a la calle tres amigos y yo, cuatro románticos que saben sumar. Es una manera de pretender que mis rodillas no retengan toda mi atención.


Una cosa más: tengo que hablar del último libro de Alain Minc, Ma vie avec Marx, que me parece su mejor libro, un ensayo magnífico, retador, claro, esclarecedor.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

El bochorno y la edad

Hemos pasado dos días de un calor agobiante , no tanto por la temperatura como por la humedad ambiental. Estos días de bochorno mediterráneo no hay sombra que cobije mejor que la de la ducha, pero claro, uno no puede plantar sus reales bajo la ducha y esperar a que afuera calme. Además había asumido el compromiso de enseñarles a dos documentalistas franceses la Barcelona de los Mercader. Se podría, por cierto, hacer una buena guía de la ciudad siguiendo los pasos, siempre apasionados, de esta dramática familia. Lo curioso es que llevo más de 40 residiendo aquí y nunca había estado en alguno de los lugares a los que llevé a esta pareja, por ejemplo en la terraza del Ritz, en el Hotel Oriente de las Ramblas o en el restaurante La Gastronómica.

Entre las sensaciones humanas más agradables se encuentra la de encontrarte con personas desconocidas que rápidamente van dejarndo de serlo y a medida que la intimidad aumenta, aumentan también las complicidades y se van dibujando proyectos comunes en un futuro que poco antes estaba indefinido. Por ejemplo, el de un nuevo viaje a México. Uno de los mayores regalos de la edad es la capacidad para apreciar a personas con las que no compartes muchas cosas, pero con las que estás dispuesto a proteger aquello, creciente, que sí compartes. En este sentido la edad te va haciendo más libre.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Los Mercader y yo

Cuando comencé a recoger materiales sobre los Mercader estaba muy lejos de sospechar hasta qué punto estos personajes remotos se me harían casi íntimos y acabarían entrometiéndose en mi vida y, sin duda, enriqueciéndola, porque han ampliado mis horizontes con nuevas amistades, alguna de ellas ya entrañables -¿verdad, B.?-, nuevos viajes, nuevos conocimientos y experiencias. Historiar algo es convertirlo en parte de tu presente y, al mismo tiempo, cuanto más amplio sea tu presente, más posibilidades tienes de historiar. En el fondo, no es mucho más difícil conocer a un personaje del pasado que a tu vecino. En ambos casos el conocimiento es, a la vez, un descubrimiento y una reformulación de lo que crees haber descubierto. Historiar es ir ensanchándote para que quepa en ti la realidad de lo que pretendes conocer. En este sentido la historia es una ciencia de la vida. El respeto a la objetividad del otro es imposible sin generosidad.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

De ayer a hoy

Volver de Castilla, tan llena de espacio, a Barcelona, tan llena de coches... Volver del calor seco que busca el amparo de la sombra, a esta humedad  tan densa, mefítica, para la que no hay otro amparo que la ducha. Volver del día que se va haciendo paso a paso, al día gestionado por tu agenda.

Ayer fue un día de mucho trabajo acumulado y sobrevenido, interrumpido continuamente por llamadas telefónicas y flashes de los lugares vividos estos días. Terminé el epílogo para la edición rusa de El cielo prometido y aún me quedó tiempo para leer un poco a las 2 de la mañana, hora en la que se podía respirar.

Hoy me había prometido a mí mismo hacer lo menos posible, dedicar el día a la descompresión. Pero acabo de quedar a las 12:30 para una entrevista en una radio andaluza. A los periodistas que te tratan bien hay que corresponderles tratándolos bien.

Mi nieto mayor comienza hoy la ESO. Los nietos, y esto es de una evidencia irrefutable, crecen muchísimo más rápido que los hijos.


lunes, 6 de septiembre de 2021

Por tierras de Castilla

Comencemos por lo importante: se si muere hasta Belmondo, aquí no se salva nadie. A quienes no conocieron a Belmondo esto les parecerá una tontería, pero que esperen un poco: también ellos asistirán perplejos al entierro de sus inmortales.

Aprovechando una invitación para ir a dar una charla al Escorial, mi Agente Provocador y yo decidimos hacer un pequeño viaje por tierras castellanas. Cada vez entiendo mejor el profundo encanto que encontraba en ellas Unamuno. Castilla era para él una fuente inagotable de inspiración. Cada vez, al mismo tiempo, me parece más evidente, que la auténtica lectura es la del paisaje.

Iniciamos nuestro recorrido por una ciudad que siempre habías dejado de lado, Guadalajara. Visitamos, por supuesto, el justamente famoso Palacio del Infantado y la injustamente desconocida cripta de los Mendoza, pero la auténtica sorpresa nos la proporcionó la concatedral, porque no tiene necesidad de gritar su belleza. Le basta con insinuarla con la harmonía de sus formas y el viajero queda prendido de ella.

El Escorial nos recibió con un día luminoso, que hizo aún más luminoso el hecho de que nos hubiesen reservado un hotel con piscina. Siempre impresiona este grave lugar, tan vivamente poblado de ausencias imperiales. Mi Agente Provocador subió dos veces -en el mismo día- hasta la Silla de Felipe II. La primera vez, como iba sola, subió y bajó corrriendo. Yo con un paseo, a media tarde, tuve más que suficiente. Además, tenía prisa por llegar a una librería de viejo antes de que cerraran, la Antonio Azorín, en Joaquín Costa 1, gestionada por uno de los libreros de viejo más sabio y amable de España. Larga charla y buenas compras. Y aún hubiese comprado más si él hubiese querido venderme alguna de las maravillas que guardaba en la trastienda. Hasta le hice una oferta por un busto de Platón, pero me dijo que por nada del mundo vendería a Platón. Y así me ganó definitivamente.

El regreso a Ocata lo planeamos para hacerlo sin prisas. La primera parada, en las orillas del Duero, fue San Esteban de Gormaz, para visitar la iglesia de la Virgen del Rivero. Mereció la pena. Despés seguimos viaje hasta Ucero, donde teníamos reservada una habitación en un hostal a la orilla del río. A primera hora de la tarde nos pusimos la vestimenta adecuada y salimos a andar a buen paso en dirección a la iglesia templaria de San Bartolomé, en el Cañón del río Lobos. Un paseo espectacular que, entre la ida y la vuelta, no bajaría de los 20 quilómetros.

Antes de llegar a Ucero se nos antojó subir hasta el castillo del pueblo por un senderillo de cabras en la parte más empinada. Un mal paso y nos hubiéramos caído rodando cien metros hasta el río. Caía ya la tarde, la temperatura era agradable y la luz, acogedora. 

Una vez visto el castillo, no nos dio la gana bajar al pueblo por el camino más corto y dimos un rodeo de tres quilómetros para llegar a un canal que los romanos excavaron en la roca y entrar a través de sus 133 metros en el pueblo a las ocho de la tarde. Este canal era parte de la  infraestructura hidráulica que captaba las aguas en las fuentes del río Ucero para abastecer a la ciudad romana de Uxama, situada a 17 Km.

Buena cena y a la cama, rendidos y satisfechos.


Teníamos intención de despedinos de Castilla en Ucero, pero a la vuelta no hemos podido resistir la tentación de detenernos en Almazán, patria del insigne Diego Laynez, "luz de Trento". En este país uno puede tomar al azar una dirección cualquiera que no tardará en descubrir alguna maravilla que justifique su caminar. En este caso, fue la iglesia de San Miguel, una joya del románico segoviano.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Felicidades de andar por casa

La felicidad es que ese texto complejo que tanto se te resistía, al fin se deje domesticar, tome forma coherente y puedas enviárselo a quien te lo encargó un día antes de la fecha comprometida.

La felicidad es comer con tus socios y ver que te entiendes con ellos y que el proyecto común sigue adelante con buenas perspectivas.

La felicidad, es un negroni al atardecer en Barcelona.

La felicidad, en definitva, es el premio del trabajo.

Ya sé que esto hay gente que no lo comprende, pero eso no les autoriza a despreciar la ética del trabajo, especialmente si son funcionarios.

Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...