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I
“Entre los hombres hay algunos
pestilenciales, que con sus dañosas costumbres no sirven sino de perturbar el
común estado de la república”
“En cierta botica de Metz, residiendo yo
en aquella ciudad, fue ordenada una medicina que llevaba cantáridas, para
cierto novio impotente. Juntamente otra de cañafístula [un purgante] para
refrescar el hígado, y los riñones del Guardián de la orden de San Francisco
febricitante: y aconteció que trastocándose los brebajes por yerro, el novio (el cual
bebió la del fraile) pusiese aquella noche del lodo, y aún peor, la cama, y la
novia: y el fraile por otra parte, que tomó la del novio, anduviese por todo el convento
(como podéis bien pensar) hecho un endemoniado, que no bastaban pozos, ni
aljibes, ni estanques, para resfriarle.”
Andrés Laguna:
Comentarios al Dioscórides
Menudo hallazgo, quién hubiese imaginado que en unos comentarios a un tratado de farmacopea botánica se iba a encontrar esa gracia. Ni me sonaba ese Laguna, lo he buscado veo que fue un humanista al que sería justo que se conociese más. Y entonces caigo en que la culpa es sólo mía, que hace ya tiempo que no hay libros prohibidos.
ResponderEliminarEn Madrid tiene una parada de metro.
EliminarLe aseguro que su "Discurso de Europa" merece la pena.
Qué Orden es esa del Febriciante...me recuerda a Fierabrás...
ResponderEliminarY no sabįa que la viagra se inventó en Metz allà por el año 1500...
HdL
febricitante.
ResponderEliminarDel lat. febricĭtans, -antis 'calenturiento'.
1. adj. Med. Que tiene fiebre o calentura.
En las cosas del sexo hay en realidad poco que inventar. Piense usted que Andrés Laguna hace referencia a la cantárida, cuyas propiedades ya fueron realzadas por Dioscorides. Y si usted lee a Plinio se encontrará con viagras muy diversas.