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lunes, 12 de mayo de 2025

El deseo de volar

I

Sabía que A.S., un amigo íntimo, estaba muy enfermo. Pero no sospechaba hasta qué punto lo estaba. Por eso aquella noche en aquel hotel de Madrid me fui a dormir sin pensar en él. Pero de repente apareció en mis sueños y me dijo una sola palabra: "¡Adiós!" Me desperté sobresaltado por la viveza de la imagen. A los pocos minutos, no más de diez, sonó el teléfono. Era la hija de A.S., que me comunicaba que su padre acababa de morir.

II

Ya sé que esto tendrá su explicación científicas. Pero mi experiencia es real. A veces no puedo evitar rezar aquello de Mossèn Cinto: "¡Señor, dadme alas o quitadme el deseo de volar!"

III

Me lo contó la mujer de R., un par de meses después de quedarse viuda. Su nieto de 5 años de edad, despertó a media noche asegurando, con alegría, que había estado con el abuelo, que le había: "Tranquilo, no te preocupes por mí, que estoy bien".

IV

Insisto en mi confianza en la ciencia. Pero si la ciencia tiene por objeto la verdad, no puedo ignorar la verdad de lo que siento.

V

Murió O. y un amigo común me envió el obituario que había escrito para que le echase una mirada antes de enviarlo a la prensa. Lo leí con serenidad hasta que llegué a unos versos de García Máiquez que este amigo había elegido con certero tino, sin saber nada de mi aprecio personal por este inmenso poeta. Cuando reconocí los versos, eché a llorar, serenamente, sin que nadie se diera cuenta, pero de forma intensa.

VI

Me pidió el párroco de El Masnou que de una charla en una Cena alfa que tendrá lugar en la parroquia el día 15.  Sobre el mal. Solo se me ocurre decir, hoy por hoy, que únicamente si (creemos que ) Dios existe el mal es un problema. Si no existe, llamamos mal a una concatenación de causas y efectos completamente naturales y lamentarse de la muerte de un ser querido sería tan incomprensible como lamentarse de la caída de las hojas en otoño.

VII

J. Es un cura al que aprecio mucho y desde hace mucho tiempo... de cuando allá, por los 90 era seminarista aficionado al conejo con caracoles. Ahora es el sacerdote de un hospital importante. Tiene en casa a su madre con alzheimer y a un hermano con síndrome de Down. Y sé que es feliz cuidándolos y yendo a horas intempestivas a acompañar a moribundos.

3 comentarios:

  1. "Pero de repente apareció en mis sueños y me dijo una sola palabra: "¡Adiós!"

    Eso mismo le sucedió a Jung la noche de la muerte de su amigo el sinólogo Richard Wilhelm. Cuenta Jung en sus memorias que se le apareció, para despedirse de él, vestido de chino y flotando varios centímetros encima del suelo.

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  2. No lo sabía. Gracias.

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  3. sus historias de hoy son dignas de ser relatadas en el programa de Iker Jimenez, conmoartiendo charla con el iluminao Dr Sans Segarra, y por qué no xon el otro iluminao: el chinorris de la Hipnocracia. Solo añadiria a la tertulia al eminente Enrique de Vicente.😆
    Creo que me he pasado de acidez satírica
    E(R/S)

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