Leyendo la biografía de Serrano firmada por el Conbde de Villa-Urrutia.
Cuando se decidió la boda de Isabel II con el lindo Francisco de Asís, lord Palmentin advirtió al embajador británico en Madrid: “El Infante Don Francisco de Asís está imposibilitado física y moralmente para hacer la felicidad privada de Su Majestad".
Pero la boda tuvo lugar, para desesperación de Balmes, que tanto había apostado por un enlace entre Isabel II y el Conde de Montemolín, el pretendiente carlista, que hubiese puesto punto final a la guerra civil. La reina lo rechazó porque... era bizco. No tardó en lamentar su elección, pues, como ella misma dijo: “¿Qué podía esperar de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes que yo?”.
Pierre Luz describió así a Francisco de Asís:"Pequeño, delgado de gesto amanerado, de voz atiplada y andares de muñeca mecánica. En la intimidad lo llamaba el pueblo Paquita, Doña Paquita, Paquita Natillas o Paquito Mariquito. Le gustaban los baños, los perfumes, las joyas y las telas finas".
Le cedo la palabra ahora a Villa-Urrutia: “Vióse defraudada en todas sus esperanzas de Reina y de mujer... No consentía el temperamento de la joven Soberana el régimen de rigurosa abstinencia a que pretendía someterla su marido, esperanzado a caso con rendir la plaza por hambre, sin exponerse a los riesgos... del asalto... Díjose que el General bonito... D. Francisco Serrano... ofreció a la Reina los consuelos que requería el caso, lo cual exacerbó al Rey, que se quejaba, sobre todo, de que no le guardara el General las consideraciones que siempre tuvo Godoy a Carlos V... Por lo demás, aunque la desavenencia que había en Palacio daban lugar a murmuraciones y hablillas, lejos de causar daño a la Reina, coincidió con la época de su mayor popularidad”.
Pierre Luz describió así a Francisco de Asís:"Pequeño, delgado de gesto amanerado, de voz atiplada y andares de muñeca mecánica. En la intimidad lo llamaba el pueblo Paquita, Doña Paquita, Paquita Natillas o Paquito Mariquito. Le gustaban los baños, los perfumes, las joyas y las telas finas".
Le cedo la palabra ahora a Villa-Urrutia: “Vióse defraudada en todas sus esperanzas de Reina y de mujer... No consentía el temperamento de la joven Soberana el régimen de rigurosa abstinencia a que pretendía someterla su marido, esperanzado a caso con rendir la plaza por hambre, sin exponerse a los riesgos... del asalto... Díjose que el General bonito... D. Francisco Serrano... ofreció a la Reina los consuelos que requería el caso, lo cual exacerbó al Rey, que se quejaba, sobre todo, de que no le guardara el General las consideraciones que siempre tuvo Godoy a Carlos V... Por lo demás, aunque la desavenencia que había en Palacio daban lugar a murmuraciones y hablillas, lejos de causar daño a la Reina, coincidió con la época de su mayor popularidad”.
Mientras Francisco de Asís cortejaba a los actores del Teatro Real, Isabel II no se quedaba con los brazos cruzados. En una de las habitaciones del Palacio Real de San Ildefonso están expuestos los retratos de los 12 bebés que tuvo, algunos ya sin vida.