domingo, 19 de junio de 2016

Santiago


Si mis hijos me preguntaran qué es lo importante en la vida, les diría que lo más importante es cumplir de muy buena gana con aquel precepto griego que aconsejaba no olvidarse de volver con un amigo cada vez que vamos al mercado. De esta manera puede tener uno amigos como Ángel Ruiz, sabio helenista, que me invitó a pasar unos días en la -ya para siempre- entrañable ciudad de Santiago. 


Creo que no dejamos sin hollar ni el más mínimo charco de la ciudad antigua, llevándonos en las suelas la huella del agua que unos instantes antes estaba reflejando el cielo. ¡Y qué cielos, los de Santiago!  No los he conocido más volubles. Claro que como la emoción estética da de sí lo que da de sí... en cuanto se me presentó la ocasión, me compré, para poder soportarla, una camiseta de algodón de manga larga.

He conocido, tratado y admirado a varias personas extraordinaria, sabias, amenas y cordiales: Yolanda García López (que se ha pasado de los visigodos a Empédocles), Enrique García-Máiquez (al que tanto me apetecía conocer), Cesáreo Bandera (El Quijote, por montera), José María Anguita (o la consolación de la filosofía), Armando Pego (anduvimos ejerciendo de peripatéticos en torno a la catedral hablando de silencios), Miguel d'Ors (que cuando mueve las manos parece que le gotean versos de entre los dedos). Ocurrió -y esto no ocurre con frecuencia- que a los diez minutos de conocernos ya parecía que llevábamos intimando media vida. 

Discutimos de lo divino y de lo humano (de los nuevos columnistas de la prensa española, de antiguos poetas, de Magris...) y hasta nos dio tiempo para polemizar sobre la felicidad con dos profesores  del College of William and Mary, de Williamsburg, varados junto al apóstol.


Claro que como no sólo de palabras vive el hombre, también nos acercamos -mi mujer y yo, que hay veces en que tres son multitud- a las orillas del Sar. 

Son muchos los lugares de peregrinación en Santiago

García-Máiquez, amarrándonos al pilón de sus versos.

El hombre del faro de la isla de Ons, a quien tanto admiro. Aunque sólo hubiera sido para poder darle un abrazo, ya hubiera merecido la pena el viaje.


2 comentarios:

  1. http://www.abc.es/cultura/arte/abci-hallan-claustro-gotico-olvidado-centro-santiago-compostela-201606182204_noticia.html

    ResponderEliminar

El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...