La generación de pioneros checos de la fotografía es, sin duda, extraordinaria.
Trabajando con la voracidad propia del artísta auténtico y sintetizando las vanguardias que recorrían Europa, alcanzaron a poner de manifiesto todas las posibilidades expresivas de la fotografía.
Jan Lauschmann es, posiblemente, el más dramático de su generación. A veces me parece que está retratando la misma Praga que sentía Kafka latir en sus venas.
Praga. La capital espiritual de la "Mitteleuropa" y, quizás por ello, también la capital del Golem y de los fantasmas de Meyrink; de Kubin, de Kafka, de la poesía de Rilke y de la religiosidad de Max Brod... Praga es, para mí una metáfora viva de la necesidad del arraigo y del miedo al desarraigo; del hecho de estar arrojados a vivir entre aquellos a los que nunca perteneceremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario