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lunes, 23 de diciembre de 2024

Los sueños rotos

I


 II

He cocinado rabo de toro a la cordobesa. Creo que no les diré a mis nietos qué carne es... al menos hasta saber si les gusta. Cuatro gozosas horas en la cocina y la casa inundada de aromas de chup-chup. Esta, la del aroma de la cocina casera, es mi aportación a la decoración navideña de mi casa.

III

Me han tocado 24€ en la primitiva y me he puesto tan contento que los he invertido... en nuevas apuestas.

domingo, 22 de diciembre de 2024

22 de diciembre

 I

Se mire como se mire: el 22 de diciembre debiera ser la fiesta nacional de España. Nada nos une más que la lotería de navidad.

II

Esa alegría porque el azar caprichoso se ha fijado en ti, es decir, porque tu esfuerzo de comprarte un décimo ha sido recompensado con creces, también me parece muy española.

III

Es el día grande de la cultura del golpe de suerte, del hemos caído en gracia, del pelotazo de la Fortuna, que nos ahorra los esfuerzos del trayecto para depositarnos victoriosos eufóricos en la meta.

IV

Y los medios, a la caza de las mismas imágenes de cada año. 

V

El 22 de diciembre es, al menos, la fiesta de estamos encantados de ser como somos.

sábado, 21 de diciembre de 2024

Cocinar en Navidad

 I

Como entramos en la Navidad, decidí ayer llenar la casa de olores caseros y cociné una gran cazuela de pies de cerdo que, se lo aseguro, me han salido para chuparse los dedos.

II

Decidí también que para la cena de la Noche Buena tenía que continuar alimentando estos aromas y hoy he comprado un rabo de toro y un pollo de corral de casi cuatro quilos.

III

Sí, la Navidad es la festividad de los excesos, pero es que todo nos parece poca cosa para los nuestros. Sobrará mucha comida y estaremos alimentándonos de las sobras durante días, pero es inevitable que todo sea así.

IV

En Navidad gastamos mucho, pero no para nosotros.

V

Mientras cocinaba los pies de cerdo me preguntaba si acaso no cocino en exceso porque, de alguna forma, pienso en ponerles un plato a los que ya no están, a todos los seres queridos que se han vuelto inasibles. Inevitablemente la Navidad está teñida de melancolía. En la fiesta de los afectos las ausencias ocupan una parte muy relevante de nuestro espacio vital.

viernes, 20 de diciembre de 2024

Vehemencia

 I

Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac, pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has leído algo importante, a la lectura le sigue algo así como una rememoración relectora, en silencio, que tiene más que ver con el sabor rumiante que con el saber clasificado. He subrayado abundantes pasajes a los que un día de estos volveré. La novela, en definitiva, trata de la diferencia entre el logos matemático y el logos filantrópico y ha caído en mis manos justo cuando no paro de darle vueltas a la misma.

II

Se acaban las clases del primer trimestre y mis dos nietos nos comentan sus impresiones. Son diferentes porque uno está entrando en la pubertad y anda desperezándose de la niñez y el otro cabalga ya a lomos de la caprichosa adolescencia. ¡Pero qué fascinante es seguir la evolución de un adolescente... especialmente si eres su abuelo y no su padre! Me gusta ver con qué vehemencia el mayor quiere quedarse con la última palabra, con qué esfuerzo busca argumentos que puedan rebatir los nuestros, y cómo disfruta cuando lo consigue, cosa que, a decir verdad, sucede con frecuencia. Esa voracidad por descubrir un mundo apasionante, es formidable. A él la naturaleza lo empuja; a mí, me aguarda. Pero el encuentro de mi perspectiva con la suya es un espectáculo que me resulta deslumbrante. 

jueves, 19 de diciembre de 2024

Gisèle Pélicot

 I

Gisèle Pélicot. Lo que le ha ocurrido a esta dignísima mujer me parece tan imposible como cierto. Representa la certeza en la posibilidad de lo imposible.

II

Soy incapaz de pensar en su marido sin sentir al mismo tiempo una repugnancia visceral y un asombro moral. Es, sin duda alguna, un monstruo. Pero es un monstruo que solo pueden surgir entre los humanos. Ese es el mayor espanto.

III

¿Quién conoce el límite de los monstruos que podemos incubar los hombres?

IV

Si una cosa y su contraria son ciertas, decía Bertrand Russell, entonces cualquier cosa es posible.

V

Cualquier cosa es posible.

VI

Podemos mantener recluida a la bestia, pero no podemos impedir el nacimiento de otras bestias.

VII

Somos optimistas porque ignoramos la posibilidad de lo imposible... lo que puede estar creciendo al amparo de nuestra sombra.

VIII

Pero hoy es el día de afirmar la dignidad de Gisèle. Nunca podremos compartir su dolor. El dolor propio no puede dividirse y repartirse en fracciones para aligerar su peso sobre nuestra vida. Pero desde la distancia, nuestro cariño hacia ella es real.

Seré lo que seré

 I

Cuando Moisés le pregunta a Dios cuál es su nombre (Éxodo 3:14-15), recibe esta respuesta: «Yo seré el que seré». Literalmente: «Ehyeh Asher Ehyeh». 

Lhiyot, לִהיוֹת significa «ser» o «estar» en hebreo; «Ehyeh» es la forma imperfecta singular de la primera persona en tiempo futuro.

II

La filosofía moderna cuando habla del "yo" tiende a pensar en la memoria que uno tiene de sí mismo; pero en la Bíblia es lo contrario: el yo es un futurizador. 

III

He definido alguna vez el «yo» como el momento intensivo del alma.

IV

Entiendo por alma la instancia que dice «mío» sin confundirse con lo suyo: «Este brazo es mío», «este pensamiento es mío», «este dolor es mío», «esta confusión es mía», «este estado de ánimo es mío», «mi hijo», etc. En este sentido el alma sería una extensión: la de las posibilidades de referirme a lo mío.

V

Pero lo mío remite a un poseedor de lo que ahora mismo -en este mismo momento del flujo de mi vida-tengo presente como mío. Esta presencia ahora mismo adquiere un protagonismo indudable y se convierte en el referente frente al cual siento algo como mío (por ejemplo, mi inseguridad).

VI

Esto mío es lo ahora mismo presente ante mí: esta manera de sentirme ante algo (una persona, un sentimiento, una idea, mi propia imagen en el espejo) es el momento intensivo de mi alma. Es lo que ahora soy yo. 

VII

En este sentido soy un siendo. Seré, pues, lo que seré.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

¿Sabes quién soy?

 I

Vamos, renqueando, pero vamos.

II

En la carnicería, una mujer joven, de unos 30 años, pregunta qué es eso, señalando los cuartos abiertos de una gallina. Y sin que le responsan comienza a murmurar un «¡Qué asco, qué asco!», in crescendo. La carnicera le dice que son los huevos que se come fritos, pero en formación. La mujer se sorprenda de que haya gente que pueda comprar eso y, aún más, comérselo.

III

Se me van acumulando las lecturas. Me mandan El futuro de la teoría, de Jason Ananda Josephson Storm y sin tener tiempo para abrirlo, la cartera me trae Maniac, de Benjamín Labatut. El primero me lo han recomendado eruditos fiables. El segundo me lo sugirió la mejor crítica literaria que conozco, el olfato infalible de las letras modernas, mi amiga B.

IV

Abro el libro de Labatut y me encuentro con esto: "Vi una reina con un vestido dorado, y su vestido estaba lleno de ojos, y todos los ojos eran transparentes, como si fueran llamas ardiendo, y sin embargo parecían cristales. La corona que usaba en su cabeza tenía tantas coronas encima, una sobre otra, como ojos había en su vestido. Se acercó a mí con una rapidez espantosa y puso su pie encima de mi cuello, y exclamó con una voz terrible «¿Sabes quién soy yo?». Y yo le dije: «¡Sí! Durante mucho tiempo me has causado dolor y miseria. Eres la parte de mi alma capaz de razonar».

Es un fragmento de Hadewijch de Bramante, mística belga del siglo XIII.

Los sueños rotos

I  II He cocinado rabo de toro a la cordobesa. Creo que no les diré a mis nietos qué carne es... al menos hasta saber si les gusta. Cuatro g...