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viernes, 17 de enero de 2025

Comme un chant d'espérance

 I

Hay invitaciones que lo primero que haces al recibirlas es mirar la agenda con la esperanza de encontrar las fechas ya comprometidas. Y hay, al revés, invitaciones irresistibles. Para responderlas afirmativamente pondrías boca abajo tu agenda para perder cualquier otro compromiso. Entre estas últimas están las que me llegan de El Escorial.

II

Cuando ser calma el viento y las nubes se disipan, quedan unas mañanas luminosas que ya apuntan a la primavera. Aquí, donde vivo, no tardarán enflorecer los almendros. La flor del almendro, siendo tan frágil, es una flor pionera, que salta sobre los fríos previsibles, para anunciar que el invierno también pasa.

III

Un descubrimiento (no sé que pensará B., cómo lo valorará): Jean d'Ormesson. He devorado esta madrugada Comme un chant d'espérance. Él mismo les explica por qué: «J'ai aimé Dieu, qui n'est rien aux yeux des hommes qui ne sont rien. Je n'ai detesté ni les hommes ni les femmes. Et j'ai aimé la vie qui est beaucoup moins que rien, mais qui est tout pour nous. Je chanterai maintenant la beauté de ce monde qui est notre tout fragile, passager, fluctuant et qui est notre seul trésor pour nous autres, pauvres hommes, aveuglés par l'orgueil, condamnés à l'éphémère, emportés dans le temps et dans ce présent éternel qui finira bien, un jour ou l'autre, par s'écrouler à jamais dans le néant de Dieu et dans sa gloire cachée.»

jueves, 16 de enero de 2025

Dignidad, valor y pepinillos

 I

De repente se va el sol y nos acordamos de que estamos en invierno y vuelan todos de sus mesas al interior del Petit Cafè. Fuera quedamos las hojas secas de los plátanos que no saben a dónde van (ni tan siquiera lo sabe el viento que las arremolina) y yo.

II

Leyendo a Paul Tillich al aire libre, rebozado en ropas, intento resistir un poco más a la intemperie. Tillich es uno de esos autores continentales de los que los filósofos analíticos no salvarían ni una hoja para envolverse sus sandwiches de pepinillo. A ellos la nada no les dice nada. Y, sin embargo, si uno se entretiene repasando sus vidas -sus existencias- los ve a todos rondados permanentemente por una angustia a la que no pueden dar nombre porque para ellos el significado de una proposición es, simple y llanamente, el método de su verificación. 

III

Utilizo con frecuencia el concepto de «dignidad» porque me parece que la dignidad del maestro se manifiesta, ante todo, en su capacidad para respetar la dignidad del alumno. Distingo en este sentido -con Leopoldo Eulogio Palacios- entre dignidad ontológica (la que tiene cada hombre por ser hombre: la que se corresponde con la estructura ontológica del ser humano) y dignidad moral (la que ponen de manifiesto las obras). Pues bien, acabo de aprender con Tillich que lo mismo, exactamente, podemos decir del valor. Y me pregunto si no es lo mismo hablar de dignidad ontológica y del valor ontológico y de dignidad moral y valor moral.

IV

Termino de escribir lo anterior y oigo el timbre de la puerta de casa. Me traen un paquete con una hermosa sorpresa:

V
Y justo termino de colgar la imagen anterior y recibo un correo electrónico con una información preciosa sobre los archivos de Leopoldo Eulogio Palacios. No tiene nada que ver con lo que he escrito arriba sobre él, sino que se trata de puro azar amigo.


Por si os apetece:


Los fundadores del pensamiento occidental
Charla gastrofilosófica con

@GregorioLuri y @singlefin_man, traductor de «La banda de los tres».

Para inscripciones: bit.ly/3CfEHGN
 

miércoles, 15 de enero de 2025

El coraje de existir

 I

Me preguntaba recientemente un periodista en una radio qué libros aconsejaba a los oyentes. Le contesté con una evasiva, porque no me gusta aconsejar libros. No me importa e incluso me gusta mostrar lo que estoy leyendo, pero no con el ánimo de aconsejar lecturas a nadie (muy de vez en cuando hago alguna excepción con personas de confianza) sino de mostrar mi trayectoria lectora. Esto es lo importante, hacerse con una trayectoria lectora que sea propia y que por eso mismo te permita echar la vista atrás y ver el recorrido que vas haciendo. 

II

Mi experiencia me dice que todo libro interesante te lleva a otro libro que pocas veces decepciona. Conviene seguir las sugerencias porque así descubres ideas, más allá de las modas, que amplían tus horizontes o que los ponen en cuestión.

III

La cartera me acaba de traer este libro:


A principios del año pasado lo reeditó en español la editorial Kairós con el título de El coraje de ser. En aquel momento no lo compré. Si ahora llega a casa es porque viene bien recomendado por una lectura reciente. He preferido el existir al ser.

martes, 14 de enero de 2025

Mi dedo meñique

 I

Me rompí ayer, no sé cómo ni dónde, la uña del dedo meñique de la mano derecha y desde entonces mi dedo meñique, habitualmente discreto, no deja de insistir en su impertinente presencia. Se ha convertido en mi embajador en el mundo de las cosas.

II

De nuevo mareos  y vómitos. Cama, oscuridad y silencio. Y a verlas pasar. A veces intento abrir un libro, pero el mareo me impide mantenerme pendiente de las líneas y tengo que dejarlo. Esta mañana he salido a la plaza de Ocata. Estoy mejor, pero mi estómago se ha empeñado en competir con mi dedo meñique por el protagonismo de mi existencia.

lunes, 13 de enero de 2025

El 0% de lo que no les decimos

I

Leído a primer ahora de la mañana (¿cómo hubiese reaccionado aquel dormilón que fui si alguien le hubiese dicho que las horas en las que más disfrutaría leyendo serían las monacales de la amanecida?):  «Si realmente no pensamos, es porque pensar no significa nada para nosotros…» (Peter Sloterdijk).

II

Escuchado a mediodía a una mujer vecina de mi mesa en la terraza del Petit Café: «Los hombres atienden al 25% de lo que les decimos y al 0% de lo que no les decimos.»

domingo, 12 de enero de 2025

Elogio del peligro

 I

Has intentado explicarte durante una hora y al terminar, se te acerca alguien con cara de entusiasmo para decirte que está totalmente de acuerdo con lo que dices. Pero al explicarse compruebas que no ha entendido nada de lo que has dicho. Entonces me atrapa una especie de pereza cósmica y decido no llevarle la contraria. Y le digo que sí, aunque sabiendo que es no.

II

Ley general del conferenciante: No importa ni lo que digas ni cómo lo digas, algunos de los que te escuchan con más atención siempre entenderán otra cosa.

III

La única manera de vivir decentemente es comprometer tu fidelidad con Dulcinea. No importa -bien lo sabía don Quijote- si Dulcinea existe o no. Lo que importa son las consecuencias reales de ese compromiso. A don Quijote le proporcionaron la impagable experiencia de una lucha con gigantes.

IV

Leo un librito de Laurent de Sutter titulado Elogio del peligro (Herder). Se lee fácil y, sobre todo, rápido. A medida que voy pasando páginas voy confirmando mi sospecha de que una parte -posiblemente la más combativa- de la filosofía actual no se respeta a sí misma. Aprovechando que Roma arde, se dedica a organizar barbacoas.


Comme un chant d'espérance

 I Hay invitaciones que lo primero que haces al recibirlas es mirar la agenda con la esperanza de encontrar las fechas ya comprometidas. Y h...