Viaje de ida y vuelta a Madrid. A las 8:30 salía de Sants y a las 18:30 estaba en Barcelona. Ha habido un momento de inquietud y de bromas fáciles cuando un operario se ha puesto a revisar algo relacionado con las catenarias (según ha dicho un pasajero a mi lado), por si los planes se nos trastocaban por una avería. Finalmente, todo ha ido a pedir de boca. He grabado un video-podcast y he hecho una visita a la editorial Encuentro, donde me han invitado a comer. Por culpa de su cordialidad por pocas pierdo el tren de vuelta. El taxista que me ha llevado a Atocha no ha parado de despotricar con los que tenemos prisa por llegar a la estación porque, según su dogmático parecer, somos los culpables de los atascos de Madrid. Este mundo de los pod-cast es fascinante. Son una auténtica revolución en los medios de comunicación. Mejor: ahora son los verdaderos medios de comunicación de masas. Escribes un libro y con mucha, mucha suerte llegas a cinco mil lectores. Escribes un artículo y quizás, si los dioses te son propicios, llegues a los 10.000. Haces un pod-cast para la buena gente de Aprendemos Juntos y alcanzas en poco tiempo las 500.000 visualizaciones, llegando lugares que no sabías ni que existían. Intento aceptar las invitaciones cuando vienen de gente que me parece seria. Solo pido una cosa: no quiero conocer las preguntas que me harán y, si es posible, tampoco quiero que el entrevistador siga un guión preestablecido. Lo que propongo es seguir la invitación platónica a ir por donde la razón nos lleve, que suele ser lo más divertido.
viernes, 31 de octubre de 2025
jueves, 30 de octubre de 2025
El gran sofista, Sánchez.
Allá por el año 2008, cuando comenzaba a tener relaciones con la prensa, Jose Maria Espinás me dio este valiosísimo consejo: «No importa lo que te pregunten. Lo que importa es que les des un titular. Si se lo das, se quedarán más que satisfechos». Desde entonces he acudido a una llamada de la prensa con dos o tres frases redondas preparadas. Y he de confesar que siempre funcionan, aunque a veces, el periodista, seducido por la frase, se empeña en darle contundencia modificando mis palabras. A uno le dije que «la sobreprotección es una forma de maltrato» y él tituló: «La sobreprotección es la peor forma de maltrato». En otra ocasión un periodista de un medio conservador madrileño me entrevistó con relación a La imaginación conservadora. Me preguntó si había algo que quisiera resaltar del libro. Le dije que sí, «la Escuela de Salamanca». El periodista tituló: «Gregorio Luri resalta la cueva de Salamanca». Esta perorata viene a cuento de la intervención de Sánchez esta mañana en la comisión de investigación del Senado, pero es aplicable a cualquiera de sus intervenciones públicas. Siempre lleva algún titular que echar a los sabueso. Esta mañana han sido dos frases de desprecio hacia la comisión de investigación. Y, por supuesto, las han recogido por todos los medios. Y de esta manera ha quedado sepultado el resto.
¿El retorno de la democracia orgánica?
Tengo la sensación de que estamos volviendo a la democracia orgánica, es decir a una democracia en la que el ciudadano solo cuenta en tanto que miembro de una fracción social, preferentemente de una fracción que se autodefine por la singularidad de sus padecimientos y la necesidad de visualizarlos. Las pugnas políticas actuales se explican en gran parte por la voluntad de sumar esas fracciones al caudal heterogéneo de los propios votantes. En los partidos deben estar visibles todas esas fracciones, y en el Parlamento, y en los debates públicos. Así que el ciudadano que se huele que si está solo, sin otra condición que la de simple ciudadano, es transparente y no cuenta nada, corre a identificarse con un malestar para ser parte de algo que represente su herida y poder presentarse en sociedad bajo un paraguas identitario. La historia del español se resume en el paso del hijodalgo a me duele algo. La democracia orgánica, por cierto, antes de formar parte del ideario franquista, había sido una reivindicación krausista.
miércoles, 29 de octubre de 2025
Los cerdos tienen alas
Sobre la confusión entre correlación y causación, tan frecuente en ese mundo mítico que es la pedagogía (en ningún otro se es más reacio a pasar del mito al logos) decía yo en un reciente artículo en El Mundo que las calles mojadas no anuncian lluvia. Bertrand Russell propone varios ejemplos para señalar los límites de lo que él llama «la inducción corriente». Uno de ellos es este: «Si los cerdos tuviesen alas, entonces algunos animales alados serían buenos para comer; ahora bien, algunos animales alados son buenos para comer, luego los cerdos tienen alas». Otro es el del pavo que reúne a todos los animales de la granja para proponerles un manifiesto de agradecimiento a los granjeros que tanto cuidan de ellos. Les proporcionan alimentos cuando tienen hambre, un cobertizo cuando llueve, paja para envolverse en ella cuando hace frío, veterinarios si están enfermos... lo que no sabía el pavo era que aquel día era la víspera de Navidad y el amo estaba afilando en aquel mismo momento el cuchillo. Esta es la falacia conocida como «afirmación del consecuente». Es muy común en los artículos supuestamente científicos de pedagogía.
martes, 28 de octubre de 2025
Voyerismo de sofá
He decidido hacerme una artroscopia de la rodilla izquierda. Hoy apenas puedo caminar. Tengo el menisco roto y parece que alguno de los fragmentos anda haciendo travesuras por ahí adentro. Para compensar, le he comprado un buen cucurucho de castañas al castañero de la Plaça Nova. En casa he estado haciendo naderías de aquí para allá. He puesto una serie y me he cansado pronto de ella. ¿Qué demonios nos pasa para que, sea en una película o en una serie, los personajes hayan de estar todos marcados por desgracias existenciales? Si no hay traumas parece que la trama no está a la altura de nuestro tiempo. Todo gira en torno a la sordidez de gente que ha sido maltratada por la vida y anda arrastrando por el suelo sus dolores. Hace unos meses me sorprendí a mí mismo viendo The White Lotus y advertí que lo que me interesaba era el voyerismo de sofá. La serie no hace más que exponer gentes emocionalmente trastocadas que buscan la manera de no salir muy mal paradas de su propia impericia a la hora de trapichear con ellas mismos. Ya no hay héroes sino convalecientes de escaparate. Y la audiencia va -vamos- de escaparate en escaparate protestando de que en todos está expuesto lo mismo.
lunes, 27 de octubre de 2025
El bullying y la indignación moral
Oía hace unos días por la radio las tremendas reacciones de los comentaristas de un programa a propósito de un caso dramático de bullying y, mientras sentía que estaban cayendo sobre mí toneladas de indignación moral (que posiblemente hacían creer a muchos oyentes que este sí que era un programa con conciencia), me preguntaba si no nos falta una palabra para nombrar la competición por la capacidad de escándalo. Si el bullying es el desprecio agresivo contra el que crees que no encaja, la indignación moral es el desprecio agresivo contra los que ponen en cuestión la imagen idílica de una sociedad de encajes emotivamente perfectos. Los tertulianos veían todo diáfano, aquí estaba la víctima, aquí los agresores, aquí los consentidores y aquí los negligentes, pero era obvio que no tenían información objetiva de nada. La culpa era del director de la escuela o "del jefe de estudios", puntualizó otro y, por supuesto, de los padres de los agresores, incapaces de controlar el matonismo de sus hijos. Y después, al finalizar el programa, se despidieron con la conciencia rebosante de emotividad dulzona -la mermelada sentimental que lo pringa todo-, hasta que la realidad les proporcione otro motivo para lucir su capacidad de escándalo. Pero la indignación moral, que convierte la sociedad en un infierno de salvadores y plañideras, no ayuda a comprender y, por lo tanto, no ayuda a solucionar... Si es que hay soluciones fáciles, en un sistema que cree en la bondad innata del niño y en la escolarización obligatoria, contra los matones de patio. No lleva bajo la luz de la objetividad los hechos a analizar, sino que pone al escandalizado en el pedestal de la bondad, reclamando para sí todos los focos.
domingo, 26 de octubre de 2025
El otoño monta casa
Se ha instalado el otoño. Lo ves en la desesperación de los barrenderos -en Ocata, todos negros-, incapaces de amontonar las hojas secas porque el capricho del viento anda jugando con ellas; en ese relente de las mañanas, que te obliga a salir de casa sin saber muy bien qué ponerte; en que el café con leche que ya apetece un poco más caliente... y en la imperativa presencia de las castañas. Las peores castañas que he probado en la vida me las vendió una gitana en la Calle Sierpes de Sevilla. Eran tan rematadamente malos que volví a protestarle, pero la mujer, muy decidida me lanzó un argumento definitivo en defensa de su honorabilidad: «¡Pero quillo, que no has comprado castañas, has comprado el sitio!». Reculé pensando que la vida es como las castañas. Por una parte, tiende a oler mejor que lo que sabe y, por otra nos da lecciones de vida cuando ya no tenemos la posibilidad de aplicarlas. Estos frutos de invierno son melancólicos. Tanto, que solo nos entregan todo su sabor cuando se saborean en familia alrededor del fuego del hogar, sintiendo que afuera, allá donde está el mundo, hace un frío que pela. Pero si nos ponemos a contar, pasa el tiempo y nos sobran dedos.
sábado, 25 de octubre de 2025
Una inquietante alegría
Siento como si de repente el destino estuviera dando un giro imprevisto a mi vida. Todo comenzó cuando desde Valencia me comunicaron que me concedían el Premio Acción Cívica de Humanidades. Por supuesto, me alegré. Pero pocos días después me concedieron el Premio Educatio a la Enseñanza (que recibí el sábado pasado en Toledo). Obviamente, me volvía a alegrar. ¿A quien le amarga un dulce? A mí, que soy tan laminero, no. Pero debo reconocer que me sorprendieron dos premios seguidos, pero pensé que no era sensato presentarle objeciones al azar amigo. Ayer me comunicaron que me daban otro premio, del que informaré cuando se haga público. Y ahora la alegría, intensificada, viene acompañada de una cierta preocupación. ¿Qué está pasando aquí? Premios como estos me parece que invitan más a mirar al pasado (a lo que has hecho) que al futuro (a lo que harás). Y yo tengo ahora más proyectos que nunca.
viernes, 24 de octubre de 2025
Cosas que pasan
Welch’s Fruit Snacks ha comercializado un dispositivo que transforma los sentimientos de los padres en mensajes pedagógicamente correctos. Mientras preparas el almuerzo del niño le escribes en la bolsa de Snacks «No me avergüences hoy». Y una IA traduce: «Intentemos tener un día en el que todos nos sintamos tranquilos y seguros». Snorble es un robot de 300 dólares que vigila el sueño de los niños. Si uno se despierta con una pesadilla, Snorble le sonríe y le dice: «No pasa nada, estoy aquí contigo». ¿Y qué decir de MILO, la herramienta de IA que se encarga de organizar todas las tareas familiares y cuyo lema es, según me aseguran, «No le preguntes a mamá, pregúntale a Milo»? Ya se comercializan «abrazaderas para teléfono móvil con cuello de cisne para cochecito». Los fabricantes aseguran que los móviles liberan « al niño de la irritabilidad y la impaciencia» y le permiten entretenerse «mientras los paseas» viendo películas o dibujos animados».
jueves, 23 de octubre de 2025
Hugo el bonobo
Hugo se llamaba la víctima. Se ensañaron con él durante 25 minutos. Mientras todo el clan observaba la escena sin intervenir, las hembras saltaban sobre su cuerpo y le mordían en la espalda, las piernas, el cuello, los dedos… Todo lo que él podía hacer era intentar cubrirse la cabeza. Una le arrancó de un mordisco parte de una oreja. Otra le desgarró un pie y masticó el tejido arrancado. Después le mordió los testículos. Contemplando la escena hemos aprendido que el bonobo es un lobo para el bonobo y esto es lo que lo humaniza. Creíamos que la de los bonobos era una sociedad pacífica en la que las hembras están al mando y se practica el amor alegremente como si se estuviera poniendo en práctica el Kama Sutra; en la que se ignoraba la guerra, se practicaba la sororidad y no se recurría al poder para resolver problemas sexuales, sino que se recurría al sexo para resolver problemas de poder. Suponíamos que el matriarcado bonobo ponía en cuestión los mecanismos ancestrales de poder y liderazgo entre los humanos y que entre ellos la empatía era la norma de conducta. Pero todo era un cuento y ahora no sabemos qué hacer con el 14 de febrero, día del bonobo y de los enamorados. Al menos para Hugo se ha demostrado que Hobbes tenía razón: «la vida en estado de naturaleza es solitaria, pobre, grosera, brutal y corta». Lo que solemos llamar «vivir de acuerdo con la naturaleza» se reduce a imponerle a la naturaleza una moral. El Aquinate tenía razón: la ley natural no emana de la naturaleza, sino de la naturaleza del hombre, que es quien pone nombres propios a los animales. ¿Qué demonios hacemos con la naturaleza? Una alternativa nos la ofrece John Huston en La Reina de África (1951). Me refiero al momento en que Bogart defiende ante la Hepburn que «un hombre se emborracha de vez en cuando, está en su naturaleza». Ella le replica: «La naturaleza es lo que hemos venido a superar». La otra alternativa nos la ofrece Leopardi en su Diálogo de la Naturaleza y un Islandés (1824). Ante la naturaleza no debemos hacer nada, porque no podemos hacer nada. Un islandés muy culto se encuentra con la naturaleza en los desiertos de África meridional. Es una mujer descomunal, con unos enormes pechos y todo en ella tiene un aire sacro. Pero es la figura más impía del universo. «La naturaleza –dice ella misma- no se ocupa de la felicidad o de la infelicidad de los hombres. El hombre no es nunca su objetivo: no lo cuida, no le presta atención. Cuando hiere a uno no se da cuenta de ello ni tampoco cuando le proporciona placer. Es tan indiferente como ciega. No sabe lo que hace». Este diálogo, dice Leopardi, tiene dos posibles finales. En el primero, mientras el islandés y la naturaleza están hablando, llegan dos leones, «tan arruinados y miserables por el hambre» que se comen al islandés, con lo que aún pueden mantenerse con vida aquel día. En el segundo, mientras el islandés está hablando con la naturaleza, se levanta un fortísimo viento que lo tira al suelo y edifica sobre él un «soberbio mausoleo de arena, bajo el cual, perfectamente disecado y convertido en una momia estupenda, fue encontrado por unos viajeros, y fue trasladado más tarde a un museo de no sé bien qué ciudad de Europa».
miércoles, 22 de octubre de 2025
5 bonobas
Resulta que los bonobos no vivían en el Paraíso, ni eran empáticos, solidarios, cariñosos y acogedores. Ni tan siquiera reducían sus tensiones con sexo. Es decir: resulta que los bonobos no son siempre así. Hemos descubierto que pueden matarse entre ellos. Pueden ser, incluso, muy crueles. 5 bonobas han matado a un macho y su ataque ha sido grabado. Ahora sabemos que el matriarcado tampoco garantiza la felicidad. Una vez más se demuestra que cuando se habla de la moral de la naturaleza se está hablando en realidad de imponerle a la naturaleza una moral. La naturaleza, amigos, es eso que los humanos intentamos ocultar con lo que llamamos cultura.
martes, 21 de octubre de 2025
El Galeón de Roberto Cataldo
Las nuevas tecnologías han sido para mí una bendición del cielo. Ayer, por ejemplo, me escribió un entrañable y sabio librero de viejo desde Montevideo. Ni más ni menos que Roberto Cataldo, el propietario del Galeón de Roberto Cataldo. ¡Qué. buenos ratos he pasado con él y entre sus libros! Me dice, entre otras muchas cosas, que Pablo da Silveira pasó por el Galeón y estuvieron hablando de mi. A Pablo lo conocí hace ya no sé cuántos años, en un viaje inolvidable a Uruguay. Gracias a él traté con Antonio Mercader, pariente de Ramón Mercader, que me ofreció información valiosísima sobre su familia. Pablo llegó a ser ministro de educación de Uruguay, lo cual me permitía presumir de que tenía un amigo que era ministro de educación y tenía las ideas claras. Obviamente nadie me creía. Una rara avis de este calibre resultaba inverosímil. Gracias a Cataldo he recuperado el contacto con Pablo, que me cuenta que está escribiendo una historia de la educación de su país. Yo ando preparando la charla que tengo que dar mañana en la UIC junto al grandísimo Higinio Marín. Ando... pero ando mal. Mis rodillas aúllan. Si siguen el proceso de degradación que estoy experimentando no sé qué será de mí de aquí a un par de años. Hace años, gracias a Philip Rieff, comencé a ver claro que estamos viviendo en una sociedad terapéutica. El homo politicus ha sido sustituido por el homo therapeuticus. Hoy leo en la prensa que la venta de libros de autoayuda ha aumentado en España un 50% en los últimos dos años y que grandes grupos de inversión internacionales ha descubierto el filón del negocio del malestar. En este sentido, hasta estoy contento de tener un mal tan fácil de objetivar como el de unas rodillas descascarilladas. Os dejo que voy a poner en el fuego unas alubias blancas.
lunes, 20 de octubre de 2025
¿Es posible pensar la cultura en la era de la IA?
El Instituto Cultura y Pensamiento (CIP) de la UIC ha programado para el próximo miércoles un encuentro titulado “¿Es posible pensar la cultura en la era de la IA?”
Allí nos veremos las caras Higinio Marín, Montserrat Nebrera y un servidor.
Este es el programa
- 14.30 h · Café
- 15.00 h · Bienvenida del rector, Dr. Alfonso Méndiz
- 15.05 h · Presentación del CIP, Dra. Andrea Rodríguez
- 15.20 h · “El origen de la universidad y el valor del pensamiento en la universidad”, Dr. Higinio Marín
- 16.00 h · “Cultura y pensamiento crítico ante los retos de la actualidad”, Dr. Gregorio Luri
- 16.40 h · Diálogo moderado por la Dra. Montserrat Nebrera
- 17.15 h · Fin del acto
Por si gustan.
Juan del Val
Conocí a Juan del Val hace, creo, tres años, en la gala del Premio Planeta que ganó Carmen Mola, cuyos componentes estaban en la mesa adyacente a la nuestra. Estas galas son impagables, Son las galas de los cuellilargos. Todo el mundo anda jirafeando a ver si ve a alguien que merezca ser visto y, sobre todo, a ver si ve a alguien de valor que se quiera dignar a reconocerlo. En fin, esa cosa tan pedestre y elemental de la vanidad humana. Me cayó bien. Es un seductor que sabe manejar muy bien el florete florentino. En mi mesa estábamos varios autores a los que no nos hubiese importado nada que los chinos compraran nuestras obras y regalaran un ejemplar a cada familia. Si escribes es con la esperanza de que te lean. Que Juan del Val quiera ganar dinero con Planeta, me parece trivial; que Planeta quiera ganar dinero con Juan del Val, también. Que cada uno se compre el libro que le dé la real gana, me parece plusquamperfecto. Si hay personas que confunden la feria del libro con la feria de la literatura, allá ellas. Pero las editoriales que quieran publicar exquisiteces para lectores de morro fino, deberán sufragar su ambición haciendo dinero con libros quizás poco exquisitos pero que dan dinero precisamente por dar respuesta a la demanda de fast-book. Ver triunfar a del Val desde la condición de proletaria intelectual y dolerse de ello, eso sí que es vanidad.
domingo, 19 de octubre de 2025
El hombre de palo
La buena gente de Educatio Servanda decidió darme un premio. «A toda una vida dedicada a la enseñanza», me dijeron cuando me lo comunicaron. Hay algo conclusivo, definitivo y fatal en eso de darle a alguien que cree tener aún vida por delante el premio a una vida. Es como decirle que ya no merece tener esperanzas. Pero los de Educatio Servanda son buena gente, están haciendo una labor impresionante y, sobre todo, me caen muy bien. Así que lo acepté encantado. El viernes por la noche lo recibí en Toledo. Me encontré allí, entre otros locos, con viejos conocidos con los que comparto la admiración por ese rarísimo libro de Jesús Fueyo que es La vuelta de los Budas. En la cena tuve a mi izquierda a Cayetana I de España. Aproveché el viaje para volver a recorrer con mi mujer esta ciudad inigualable, incluyendo la calle del Hombre de Palo, que recuerda el robot creado por el ingeniero Juanello Turriano, el primer flanêur de la ciudad. Aproveché también para ir a sacar unas fotos de la asombrosa Sinagoga mayor de Toledo y enviárselas a B. Bien entrada la medianoche viajamos en taxi a Madrid, porque el sábado por la mañana tenía un compromiso. No me di cuenta de lo cansado que estaba hasta que al atardecer me senté en mi asiento en el AVE. Me suelo repetir a mí mismo que la vida es como el hierro, que si no se usa se oxida. Sigo creyéndolo, pero mis rodillas se han empeñado en convertirse en un lastre que me cuesta arrastrar por las calles. Para recompensarme, el azar amigo ha querido que tenga cuatro aciertos en la Primitiva del sábado.
jueves, 16 de octubre de 2025
El Efecto de amnesia Gell-Mann
Michael Crichton es el autor de la expresión «efecto de amnesia Gell-Mann». Este efecto consiste en lo siguiente: Cuando lees en un periódico una información absolutamente distorsionada sobre un hecho que conoces bien, hasta el punto de que altera la relación causa-efecto (Chrichton habla de las historias de «las calles mojadas causan lluvia»), concluyes que es pura basura y sigues leyendo el resto del periódico, dando por supuesto que la información falaz no contamina el resto de informaciones. ¿Pero por qué lo damos por supuesto? En la vida real si una persona te miente, la pones en la cuarentena del escepticismo. En los tribunales de justicia se sospecha que quien miente en una parte, miente en el conjunto. Pero cuando se trata de los medios de comunicación, decidimos no extender la duda y suponer que el resto de la información es verídica y fiable. Para Crichton, la única explicación posible de nuestro comportamiento es la amnesia. Pero si nos curásemos de la amnesia, ¿seguiríamos leyendo periódicos? Esto viene a cuenta de estos dos titulares sobre un mismo hecho:
1. «Sánchez saluda por primera vez a Trump, que elogia "el fantástico trabajo" de España en la cuestión de Gaza».
2. «La regañina pública de Trump a Sánchez por el PIB militar».
miércoles, 15 de octubre de 2025
Empáticos y otras bestias
Conclusiones tras un muy flojo debate sobre la inteligencia emocional.
1. Confía en la inteligencia emocional, pero desconfía seriamente de los inteligentes emocionales.
2. No cambies tus malestares personales e intransferibles por bienestares de serie.
3. Las emociones no pueden educarse a sí mismas. Necesitan de un principio no emocional que les sirva de guía.
4- El fomento de la incontinencia emocional debería estar castigado con trabajos forzados.
5. Desconfía de los empáticos, enseguida te venden un coche de segunda mano. Nada emocional impide que un empático sea un muy eficiente maquiavélico.
6. La empatía no es una virtud cristiana. Lo cristiano es ayudar a cruzar la calle al pelma con el que te resulta imposible empatizar. Y no ir con él más allá.
martes, 14 de octubre de 2025
Catasterismos
¡Qué despiadado es el tiempo moderno, que nos hace asistir a los entierros de nuestros mitos! Los antiguos, los griegos y romanos, tenían mitos inmortales, que ni envejecían ni sucumbían al peso de la edad. Transformados en estrellas, gracias al catasterismo, nunca dejaban de brillar. Nosotros hemos visto a nuestros mitos, boquiabiertos, en las pantallas del cine y de la televisión, en las portadas de la prensa, en nuestros mismos sueños. Pero son mitos frágiles que si bien no envejecen en el celuloide, han sido ya acogidos por sus tumbas y sus pobres estrellas del Paseo de la fama de Holliwood Boulevard. Nuestros mitos son generacionales, es decir, de un brillo precario y con fecha de caducidad, Estoy tan hecho ya a los entierros que más de una vez he enterrado a personas que gozan de buena salud y, tras dar por hecha su desaparición, me topo con ellas en las calles. Algunos me preguntan por mi cara de sorpresa y nunca sé muy bien qué decirles.
lunes, 13 de octubre de 2025
Pedagogía y evidencia: el agua y el aceite
Me comenta la directora de una escuela y, lo que es peor, me lo comenta con orgullo, que a los niños que tienen problemas para deletrear les hacen deletrear mientras saltan en una especie de cama elástica en miniatura para que reciban una instrucción multidimensional y, de esta manera, alguna de sus inteligencias se sienta interpelada. Cada vez lo tengo más claro: el discurso pedagógico es completamente refractario a las evidencias. Se alimenta de buenas intenciones y de prácticas alérgicas a los codos que algún chiflado ha considerado milagrosas. No importa lo desacreditadas que estén la teoría de las inteligencias múltiples o la de los estilos de aprendizaje, ahí siguen, impasible el ademán. No importan las críticas que recibiera Piaget, porque, simplemente, se ignoran. No importan las críticas de Bruner al constructivismo, porque se desprecian. Pero lo que me subleva es que la misma escuela que está permanentemente abierta a las ocurrencias pedagógicas defienda, machaconamente, la importancia del pensamiento crítico.
domingo, 12 de octubre de 2025
El faquir Harry Wieckede, andaluz
sábado, 11 de octubre de 2025
12 de octubre
Los hispanoamericanos y los hispanoeuropeos no somos extranjeros entre nosotros. Por esta razón los hispanoamericanos no son inmigrantes cuando vuelven a España. En todo caso serán trasterrados o empatriados, como el filófoso José Gaos se definía a sí mismo en México.
Para comenzar compartimos el Siglo de Oro, que es tan hisopanoeuropeo como hispanoamericano y para continuar compartimos a nuestros abuelos. Miguel de Cervantes estuvo a punto de ser nombrado corregidor de La Paz, donde vivían sus amigos Juan de Salcedo Villandrando y Rodrigo Fernández de Pineda. O sea, El Quijote estuvo a punto de ser escrito en tierras americanas. Desde 1962, Cervantes es «Corregidor Perpetuo de La Paz».
Cuando oí a un indio de Bolivia el verbo «tristear», inmediatamente pensé que teníamos que importarlo a España, porque las vetas del español están tanto en La Paz como en Vallecas. Lo mismo pensé cuando en la ciudad de México escuché «cantinflear» y, a la inversa, cuando en Montevideo la hija de unos amigos me dijo que había aprendido a hablar en español y para demostrármelo elevó la voz y me dijo: «¡Jo, tío, eso mola! Pero es superdifícil, o sea. Que no te vacilo, ¿eh? Que no voy sobrado».
Ni en La Paz me he sentido boliviano; ni en México, mexicano; ni en Montevideo, uruguayo. Pero en ningún lugar de Hispanoamérica me he sentido extranjero. Ni tan siquiera en Antinomia, una ciudad próxima a Escalante, en la frontera de Arizona con Utah, por donde sor María Jesús de Ágreda practicaba su arte de la bilocación.
¿Te puedes sentir extranjero en Montevideo, donde las señales de Stop dicen lo que hay que decir, PARE, y no Stop? ¿Y en el Galeón de Roberto Cataldo, una memorable librería de viejo en la que encontré un ejemplar de De los nombres de Cristo, de Fray Luis de León con una dedicatoria manuscrita de Federico García Lorca y una primera tentativa del soneto Yo sé que mi perfil será tranquilo?
¿Cómo sentirse extranjero en la Ciudad de México, donde vive mi amigo Luis Moctezuma, nieto de navarros? ¿Cómo sentirse extranjero en las librerías de viejo de la calle Donceles, donde uno se encuentra con todo el exilio republicano español? ¿Cómo sentirse extranjero mientras te cuentan en una pulquería la historia del anarquista Mariano Sánchez Añón, nacido en 1909 en Mas de las Matas, Teruel, cuya compañera se llamaba Armonía del Vivir Pensando? ¿Puede un navarro sentirse forastero en la ciudad de Huamantla -Tlaxcala-, donde celebran anualmente La Pamplonada, unos encierros a imitación de los de Pamplona? ¿Cómo sentirse ajeno a lo que te rodea cuando visitas en Puebla la magnífica biblioteca de Juan de Palafox y Mendoza, beato, obispo y Virrey de Nueva España y -también- navarro, cuyos restos mortales se encuentran en El Burgo de Osma?
¿Cómo sentirse extranjero en Lima cuando cruzas «el viejo puente del río en la Alameda”? ¿Cómo sentirse extranjero entre los descendientes de los indios mapuches que tan denodadamente lucharon a las órdenes del Virrey Joaquín de la Pezuela manteniéndose fieles a Fernando VII? ¿Cómo no conmoverse siguiendo los avatares de esa larga guerra civil que dio lugar a la independencia de las repúblicas americanas? ¿Cómo explicar una guerra que duró más de quince años, en una extensión tan enorme y tan alejada de una metrópolis dividida y desorganizada? ¿Cómo sentirse extranjero cuando en el Museo Pedro de Osma, de Lima, se contempla el enorme cuadro que representa la boda de dos importantes princesas incas con Martín de Loyola (sobrino nieto de San Ignacio) y Juan de Borja (pariente cercano de San Francisco de Borja)?
Dejo en el tintero a mis amigos de Venezuela, Chile, Ecuador, Honduras… A Costa Rica y su «¡Pura vida!» y su verbo «tontolear» con el que se refieren a los singulares quehaceres de los enamorados, a mi entrañable Cúcuta, por donde discurre el río Pamplonica, a Barichara a Manizales, donde se mantiene en pie el Hotel El Escorial...
Me cuesta pasar de largo de la cordialidad de la República Dominicana y de las ruinas del convento de San Francisco, el primero que se fundó en América. Aquí residió Tirso de Molina y aquí conoció la vida y milagros del erotómano don Luis Colón, tercer Almirante de las Indias y nieto del Descubridor, que presenta no pocas similitudes con la de don Juan Tenorio.
Si los amigos son aquellas partes del alma que tenemos repartidas por el mundo, les aseguro que merece la pena repartir los trozos de nuestra alma por Hispanoamérica, en primer lugar, para conocernos mejor a nosotros mismos como españoles. Este es un deber urgente y gozoso.
Todo despernado cree en Hobbes
La voracidad con la que los despernados por el mucho andar -especialmente si tenemos las rodillas como una bolsa de calderilla- tomamos el tren de cercanías al asalto dice mucho sobre nuestra cosa en sí. Todo son caras de buena gente en el andén... hasta que se acerca el tren. Entonces desparecen los vecinos del pueblo, los conocidos y hasta los amigos. Nos apresuramos a sacar los codos y a ocupar el con aire marcial el espacio hipotético en el que quedará la puerta de acceso del vagón. Si acertamos, es la felicidad. ¡Estamos salvados! ¡Nos tocará asiento! Si no acertamos, hemos de ponernos a la cola de los que han calibrado con exactitud dónde se pararía el tren. Pero la frustración nos hace más agresivos dando cumplida fe con nuestra conducta de que el «bellum omnium contra omnes» sigue vigente. La moral kantiana, amigos, está bien cuando hay pocas personas esperando al tren, pero en situaciones desesperadas, que son las habituales, todos nos hacemos hobbesianos. Si has pillado asiento no se lo cedes ni a un herido de guerra. También hay que decir que la RENFE no nos pone fácil la generosidad. Ir de pie hasta tu destino es como ir a galeras: sangre, sudor y lágrimas en una humanidad compactada en la que la suma de las gravedades individuales pone de manifiesto la relatividad del espacio. Y cuando ya no cabe ni una aguja más, llega corriendo el de la bici, empeñado en subirla al tren.
viernes, 10 de octubre de 2025
El pie bueno de un rey malvado
Hasta el muy socarrón Voltaire tiene sus momentos de ternura. Aparecen en los pasajes más insospechados de su obra. Por ejemplo en el Diccionario filosófico. Aquí nos cuenta que Dios llevó a Zoroastro al infierno para que viera cómo eran castigados los malos reyes. Zoroastro observó que a uno de ellos le faltaba un pie y preguntó a qué se debía esta falta tan notable. Dios le contestó que ese rey había hecho una buena acción en toda su vida. Solo una. En una ocasión le acercó con el pie un poco de cebada a un pobre asno que se moría de hambre. Dios, compasivo, llevó al cielo el pie dignificado por el gesto caritativo del rey malvado y dejó en el infierno el resto de su cuerpo, que era insalvable. Conté ayer por la tarde esta historia en Vigo al comienzo de una charla a un grupo de estudiantes de magisterio. Al finalizar les pregunté si la recordaban. Me contestaron que sí. Les hice observar que ahí tenían la prueba de lo fácil que es recordar historias y les aconsejé que aprovecharan este recurso tan barato y eficaz que tenían continuamente a la mano.
12:36. Me cuenta @arauna_jorge que hay «una versión americana de esa historia: Benedict Arnold, general de Washington, se pasó a los británicos, traicionando la causa por la que había sido gravemente herido en la pierna. En 1887 se erigió un monumento a dicha extremidad por ser lo único noble en Arnold».
miércoles, 8 de octubre de 2025
Un momento culminante.
Llego con la lengua afuera a una conferencia. Sudoroso y desaliñado, jadeante. Me encuentro a mi querido publico, un grupo de encantadoras monjas de algo más que mediana edad, rezando por mí. Una de las monjas especifica: «Rezábamos para que no se lo pasase mal, porque sabemos lo que se sufre cuando se llega tarde». Me han enternecido. Para que yo no me lo pasase mal han revuelto el cielo con sus oraciones. Me apunto el hecho, que pasa a ser uno de los momentos culminantes de mi vida. Recuerdo esto en una «casa mariñeira» de Aldán, en Pontevedra. Galicia es el trampolín de España.
10.000 pasos
Alguien, no sé con qué fundamento, ni me importa, aseguró que para perder peso, caminar 10.000 pasos diarios es mano de santo. Ya sé que la teoría tiene sus críticos, pero los que hemos depositado nuestra fe en ella, seguimos confiados en que la fe reduzca cinturas. El reto tiene su intríngulis, porque es raro el día en el que, al caer la tarde, has llegado a la meta, así que, para no avergonzarte de ti mismo delante de tu familia, sales a la calle a cumplir con tu fe. Al principio vas a lo que vas, poniendo voluntad en cada paso, pero poco a poco te das cuenta de que no estás solo en este empeño. Hay otras personas que, como tú, deambulan un poco erráticamente por las calles del pueblo sin otro norte que el reloj que nos va marcando el destino. Turistas involuntarios en un pueblo que nos conocemos de memoria, nos envuelve una cierta atmósfera de espías jubilados, que se refuerza cuando nos cruzamos y nos saludamos con gestos sutiles, pero reconocibles para los iniciados. Los que van más acelerados son los que ya están de vuelta y saben que en el trecho que les falta hasta llegar a casa culminarán la meta. Los más melancólicos (y aun pesarosos) son los que llevan a rastras unos números rojos de más de 4.000 pasos y no hacen (hacemos) más que mirar al reloj a ver si se acelera el tiempo y nos liquida la deuda.
martes, 7 de octubre de 2025
España en el Informe TALIS
Me han llamado mucho la atención los datos del reciente informe TALIS sobre la educación española. Por una parte, parece que vivamos en una situación idílica:
- La satisfacción profesional es enorme. En secundaria están satisfechos con su trabajo el 95% de los docentes. Somos uno de los países con más satisfacción profesional. Lo mismo podemos decir de la confianza que nuestros profesores tienen en sus propias capacidades.
- La inmensísima mayoría de los profesores tiene en cuenta los conocimientos previos de los alumnos y adapta los métodos a sus necesidades educativas. Además se percibe altamente competente en el ámbito socioemocional.
Pero, por otra parte:
- 6 de cada 7 docentes de educación secundaria tiene que recordar en todas o en la mayoría de las clases las normas de convivencia y pedir al alumnado que atienda.
- El 29 % del profesorado de secundaria y el 24 % del de primaria percibe un ambiente ruidoso o desordenado en las aulas, siendo mayor que la media internacional.
- El 29 % del profesorado de secundaria y el 26 % de primaria declara perder mucho tiempo en clase. La interrupción del ritmo de la enseñanza es mayor que en la media internacional. Muchos estudiantes no empiezan a trabajar hasta mucho después de que comience la clase.
- El 50% del profesorado se encuentra estresado por la indisciplina. Los que más padecen el estrés son los docentes noveles.
El informe afirma también que en la OCDE hay dos estilos docentes diferenciados: uno más estructurado y directivo, centrado en la claridad de objetivos y contenidos, y otro más activo y abierto, orientado al pensamiento crítico y la autonomía del alumnado. El primero predomina en la OCDE (9 de cada 10 docentes). En España es mayor la implantación de metodologías activas. Es uno de los países con mayor implantación de las metodologías activas. 4 de cada 10 profesores emplea la metodología por proyectos.
Me limito a recoger los datos. Las conclusiones, se las cedo a quien quiera deducirlas.
lunes, 6 de octubre de 2025
Metapsíquicos
Hemos dejado de ser metafísicos para caer, de lleno, en la metapsíquica. Del «¿Qué es esto?» hemos pasado tan ricamente al «¿Cómo me siento ante esto?» Ya no comemos, sino que tenemos experiencias gastronómicas y ya no salimos a la calle a mostrar nuestras virtudes, sino nuestras heridas. Ya no juzgamos a nadie por su comportamiento sino por los traumas que han provocado su comportamiento, por todo el amor que le debemos. Ser es sentir o ser sentido. El dolor ajeno selectivo es la medida de nuestra conciencia. Más que pensar nos gusta sentir o, en todo caso, pensar sintiendo. En las escuelas consideran que la educación socioemocional es más importante que la instrucción matemática, a pesar de que con esta última sabemos de que hablamos. Hay dos clases de personas: la de quienes quieren ser felices y la de quienes saben lo que quieren. la primera va escapada.
domingo, 5 de octubre de 2025
Hay almas tan buenas, tan buenas...
«Hay almas tan buenas, tan buenas, hay personas tan piadosas y caritativas, que el día en que no quedara en el mundo desgracias que socorrer e injusticias que reparar, la existencia les parecería baldía y desprovista de sentido». Esta contundente afirmación, que comparto plenamente, es de un artículo de Julio Camba escrito en 1934. Suena áspero decir que el dolor tiene muchos partidarios, pero a los hechos me remito. Lo curioso es que habiendo tantos dolores en el mundo, parece que solo somos capaces de encararlos de uno en uno. Dos a la vez sería demasiado, porque estaríamos restando visibilidad al que nos parece más importante y ahora lo importante es dar visibilidad al dolor, cediendo a la sombras los dolores que laceren menos nuestra buena conciencia. La moral es una cuestión de gestión de los protagonismos en el espectáculo del dolor y, sin protagonismos, nos sentimos moralmente huérfanos. No hay causa válida si no le podemos entregar a ella, y solo a ella, todo nuestro entusiasmo. El comunismo había resuelto el problema fundiendo todas las causas en una única Gran Causa, la de la revolución. El poscomunismo ha de vérselas con causas fragmentarias. ¡Díganselo, si no, a nuestros intelectuales. Richard Rorty lo vio muy bien cuando escribió: «Pero ahora no podemos seguir siendo leninistas y debemos enfrentar algunas cuestiones que el leninismo nos ayudaba a eludir: ¿estamos más interesados en aliviar la miseria o en crear un mundo en el que los intelectuales fueran los guardianes del bienestar público?» (en Los intelectuales y el fin del socialismo).
sábado, 4 de octubre de 2025
La tragedia es la paternidad
viernes, 3 de octubre de 2025
El mapa de un país desconocido
Ayer mantuve un debate interesante con el claustro de profesores de un centro concertado de Barcelona. El director me mostró con orgullo las listas que habían confeccionado con el vocabulario habitual de los alumnos y me explicó cómo lo trabajaban en los diferentes ciclos, dando por supuesto mi aplauso. Estas situaciones en las que unos profesores me enseñan, ufanos, el fruto de un largo trabajo que, sin embargo a mí me parece poco consistente, son difíciles de encarar sin provocar algún gesto de decepción, pero... ¡qué le vamos a hacer! Al director de este centro le repliqué que está bien reforzar el vocabulario habitual del alumno, pero que estaría mucho mejor que le enseñase el inhabitual. El primero, el habitual, lo encierra en sus círculos sociales cotidianos, mientras que el inhabitual le muestra lo que hay más allá de su familia y de su barrio y, por lo tanto le proporciona el mapa de un país desconocido. A mi modo de ver, precisamente para esto está la escuela.
jueves, 2 de octubre de 2025
Un jueves excesivo
Hay días curiosos, antojadizos y difíciles de resumir, como el de hoy. Ha comenzado con mi intervención semanal en la COPE en el programa de Jorge Bustos. Cada semana me preparo a fondo lo que voy a decir y cada semana hablo de lo que no he preparado. A media mañana, nada más enviar mi artículo quincenal al ARA, me han propuesto hacer de tertuliano en un programa de la televisión. He dicho que no. No porque no sea curioso, que lo soy, y todas las propuestas que me parecen imposibles me resultan irresistibles. Pero en este caso, simple y llanamente, no tengo tiempo para comprometerme todos los miércoles por la mañana. Además yo soy más bien de los partidarios de que el movimiento se demuestra huyendo y en cuanto los tertulianos comenzasen a alzar la voz (cada tertulia en España es una dodecafonía de disparates sobre quien tiene más larga la perspicacia y más corta la inteligencia) me devoraría la vergüenza. Para comer, una paella homérica y para la sobremesa. una larga charla con la dirección de un centro educativo colombiano. Mañana volveré a estar con ellos. Ahora mismo me acaban de invitar a participar en Galicia en un congreso. Galicia es siempre tentadora. Pero también he dicho que no. Había en la invitación un sobreexceso de mermelada sentimental.
miércoles, 1 de octubre de 2025
E pluribus unum
Robert D . Putnam ha sido uno de los sociólogos más influyentes de las últimas décadas. Tras publicar, en 1995, Bowling Alone se convirtió en consejero de Clinton, Blair y Obama. Ha estudiado la relación entre diversidad y unidad en el seno de las sociedades pluralistas modernas, descubriendo que hay un límite en el crecimiento de la pluralidad más allá del cual se hace difícil mantener vigente el ideal del E pluribus unum. Si bien a largo plazo la inmigración puede ser muy beneficiosa para el país acogedor, porque incrementa su creatividad (Putnam está pensando en los investigadores extranjeros de las universidades americanas), a corto plazo la diversidad étnica tiende a reducir la solidaridad y el capital social de la comunidad de acogida. A partir de ese límite, el incremento de la diversidad reduce la confianza entre las personas en las instituciones comunitarias, incrementando la anomia y el aislamiento social. Según James Moody, de la Duke University, cuanto mayor sea la diversidad en el seno de una escuela, más se autosegregan los alumnos por razas y etnias, de modo que (siempre puntualizan que "a partir de un determinado límite") se reducen las probabilidades de que dos alumnos de diferentes razas se hagan amigos. No sé hasta qué punto tienen razón Putnam y Moody, pero no parece inteligente no estudiar lo que pasa en España.
Barcelona y los tacones de aguja
Ayer por la tarde acudí a la antigua fábrica Damm a escuchar a Ignacio Martínez de Pisón, Laura Ferrero y Alba Muñoz hablar de sus respectivas Barcelonas en la presentación de La Lectura, la revista cultural de El Mundo. Todos asumieron como evidente que Barcelona es una ciudad más literaria que Madrid y se citaron títulos de renombre para confirmarlo. Por supuesto, nadie recordó Madrid, de corte a cheka, de Agustín de Foxá. Hay cosas que repugnan a nuestra memoria democrática. Se ensalzó la Barcelona de los 70 y se minusvaloró el Madrid funcionarial. Tengo yo la tesis de que a Barcelona como le gusta verse a sí misma es como promesa de algo grande e inminente y que cuando se ve así adquiere un aire tartarinesco. Sin embargo, se muestra insatisfecha con la realidad hecha posible por sus sueños. Es como un fetichista que sueña ardientemente con el zapato de tacón de aguja de una mujer y se tiene que conformar con la mujer entera. Se dijo, también, que la primera ciudad catalana fuera de Cataluña es Madrid, que alberga a 100.000 catalanes o que en Cataluña hay 50.000 suscriptores de El Mundo. Me sorprendió el pesimismo de los periodistas ante el futuro de su profesión. Parece que en los Estados Unidos cada vez lee menos gente la prensa. Lo que hacen en pedirle a la IA información sobre un acontecimiento de actualidad y la IA se la ofrece con el justo sabor y textura que cada uno espera encontrar.
Sobre el final de la misa
La misa es mucho más que un espectáculo, pero como espectáculo, es perfecto. Todo está en su sitio. Y todo es puntual. En la misa no se guar...

