Siendo jefe militar y, por ende, señor absoluto de una provincia de China, Jsu invitó a comer a un rival que le creaba abundantes problemas políticos. "La comida fue exquisita y refinada, salpicada de epigramas improvisados en cuartetas, arte en el que, por lo visto, son maestros los chinos aunque sean generales, de modo que huésped y anfitrión rivalizaron esta vez en poesía epigramática". Terminada que fue la fiesta culinaria y poética, Jsu expuso a su invitado que lo menos que podía hacer para agradecérsela era permitirle que la guardia armada que esperaba en el patio le cortase la cabeza, por ser el único objeto que creaba desorden y discordia en la provincia. El huésped consideró la propuesta muy razonable. "Muy bien", concluyó Jsu. "Tenga la bondad de bajar al patio y mis guardias se encargarán de lo demás".
Salvador de Madariaga. Memorias.
Total, lo convenido. Se resuelve y ya está.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
Leyendas como ésa hay muchas en la antigua literatura china. Los antiguos chinos eran muy dados a jactarse del refinamiento al que había llegado su civilización.
ResponderEliminarLo bien dicho bien parece; es que no hay necesidad de aspavientos, voces ni palabras feas. Bien dice Sánchez Dragó que, comparados con los orientales, por estas tierras somos unos brutos.
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