Otra prueba de que me estoy haciendo viejo: me interesa mucho más lo que decía Carneades que lo que dice Pablo Iglesias -el joven.
Dos apuntes de Cicerón sobre Carneades:
1) Lo que pretendía con su enseñanza era excitar en los romanos el apetito de pensar: excitabat ad veri investigandi cupuditatem.
2) Quería arrancar de los espíritus "el fiero monstruo de la afirmación precipitada y de la temeraria credulidad".
Ahí queda eso.
¿Y yo que releo constantemente a Platón y que Aristóteles ya me parece el inicio de una larga decadencia, qué edad debo tener? Creo que el secreto está en Pablo Iglesias, el de los gestos efímeros.
ResponderEliminar¿Y qué opinaba Catón sobre el rehén Carnéades? Porque estaba en Roma en calidad de rehén. Hay que decirlo todo, amigo Luri, no sólo nos podemos quedar con lo que nos cuadra. Cicerón en estos textos estaba transcribiendo a Catón, el de "delenda est Carthago", que es el que lo conoció directamente. Cicerón no pudo conocerlo en vida.
ResponderEliminarAmigo Xavier, tú sabes más que yo. Yo lo que sé es que en el 155 antes de Cristo, Carnedes, Diógenes de Babilonia y Critolao se presentaron en Roma como embajadores de Atenas y que sus intervenciones filosóficas causaron tanto revuelo que Catón, temiendo por la salud política de los jóvenes romanos, propuso en el senado que se los expulsara de la ciudad, porque los romanos “no debían tener más maestros que los magistrados y las leyes, según se había practicado hasta entonces.” Cicerón no lo conoció en vida, claro, pero es bien sabida su defensa de la Academia.
ResponderEliminarCierto. Pero eran unos embajadores muy sui generis, porque en realidad estaban como rehenes para garantizar que los levantiscos griegos se mantuvieran quietos. No sirvió de mucho, en el 146 aC se sublevaron de nuevo y Corinto fue tomada y destruida; el mismo año en que Cartago fue destruida también y Catón tuvo que cambiar el final de sus discursos.
EliminarEn fin, amigo Gregorio, lo único que quería decir, y no dije -se me fue el santo al cielo-, es que probablemente Catón hubiera simpatizado más con el Platón clásico -y tópico-, digamos proespartano, que con un escéptico como Carnéades. Ello en el supuesto, claro, de que Catón pudiera simpatizar con alguien. En cuanto a Cicerón, cómo no, totalmente de acuerdo. Un saludo.
Carnéades, como ejercicio de su escepticismo epistemológico, argumentó un día en un sentido y al día siguiente en el contrario, que fue lo que escandalizó a los romanos, celosos de sus virtudes tradicionales.
ResponderEliminarNo consta que Carnéades haya hablado de cabalgar las contradicciones.