I
Inicio de un diálogo en la cafetería de un hospital de Pamplona.
- ¿Qué tal, cómo estás?
- ¡Ya ves, como burro sin ramal!
II
Que la vida va en serio es algo que no nos podemos permitir creer a pie de la letra mientras sigamos viviendo.
III
El apagón. Unos celebran la vitalidad del pueblo español que en las situaciones de crisis saca su vena cívica, alegre y solidaria. «La ciudad volvió a ser de sus ciudadanos», me dijo un amigo de Barcelona resumiendo las horas de oscuridad. Otros se inquietan por lo que consideran una actitud frívola. Ante un desastre como el del apagón, la gente baila.
IV
Hans Magnus Enzensberger describe así al cidudano medio:
«Cuando se trata de liberar a la humanidad
va a la peluquería.
En vez de seguir entusiasmada la vanguardia
dice: ahora estaría bien una cerveza.
En vez de luchar por la causa justa
lidia con las varices y el sarampión»
V
Dostoievski lo decía de manera más descarnada en su defensa del «hombre auténtico y normal»: «Yo lo envidio con toda mi rabia. Es estúpido, eso no se lo discuto, pero ¿quién sabe?, quizás el hombre normal deba ser estúpido. Quizás hasta sea hermoso serlo».
V
Las gentes que salieron a las calles a bailar sin luces no hicieron más que repetir la historia del Decamerón: Cuando las grandes estructuras hacen agua... siempre hay alguien que se dedica a contar historias picantes. Y eso, contar historias picantes y frívolas mientras el mundo se hunde, es decir, ocultar la cruda realidad con palabras que se injertan en nuestra imaginación, es el De rerum natura. O sea, lo que llamamos cultura. Porque lo grande -la alta cultura... de alguna manera hay que llamarla- no suele tener padres nacidos en cunas nobles, sino, como la moral, suele nacer allá donde el Espíritu, que anda jugando a la gallina ciega, tropieza.
VI
En las guerras hay siempre gente que baila en las calles entre dos bombardeos y muchas veces es la misma gente que resiste cuando es vencida para que el vencedor no emponzoñe su idea. Porque la victoria no es nunca total si no se pervierte el ideal del vencedor.
Me ha gustado poder pensar contigo a la vez que te leía y pienso que de todos los autores que has puesto, si tuviera que elegir uno, elegiría a Dostoievski.
ResponderEliminarEl apagón me ha recordado dos acontecimientos, el primero es que el territorio recuoera su protagonismo perdido cuando deviene una catastrofe tecnológica, y la segunda es que, en nuestros tiempos, el mapa digital de nuestros clicks en las redes ha sustituido,definitivamente, al territorio analógico de nuestras pisadas.
ResponderEliminarCoño, parezco ya Baudrillsrd, Virilio o el mismo Deleuze.
E(R/S)