I
Viaje corto a Bogotá para participar en una convención de centros educativos. Entre otras cosas les muestro que el 70% de los alumnos de 15 años de Colombia se encuentra en los dos niveles inferiores de PISA (hay 7), aquellos en los que, según la OCDE, están los que solo saben operar con un pensamiento concreto, mientras que en los dos niveles superiores, en los que están los que saben operar con un razonamiento formal, el porcentaje de alumnos no llega al 1%. Compruebo que lo que les digo les impacta. Me aplauden mucho. Sin embargo al día siguiente una pedagoga les hablará de la pedagogía de la felicidad y le aplauden lo mismo que a mí.
II
Decía Goethe que la felicidad es una aspiración plebeya. Cada vez estoy más convencido de ello. En las escuelas es hoy más importante hablarles a los niños de la felicidad y del bienestar socioemocional que enseñarles a leer, escribir y resolver problemas matemáticos.
III
Nunca habíamos hablado más que ahora de autonomía, de creatividad o de pensamiento crítico. Pero lo que hacemos es estabular emocionalmente a niños ignorantes.
Nunca hay que cejar en defender aquello en que se cree... aplaudir es un acto gregario pero la influencia de las ideas empieza siempre en los individuos. No se sienta triste.
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