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miércoles, 4 de junio de 2025

Aforismos

 I

Ando desganado para la escritura. Suelo, eso sí, venir por aquí con alguna idea, pero me pongo a escribirla y me parece sinsustancia y manida. Pero tengo que escribir entre otras cosas -y esta no es la menor de ellas- porque sé que mi amiga B. espera estos apuntes y no quiero decepcionarla. Escribo, ya lo ven, para mi amiga de París.

II

Esta mañana he visitado un colegio, vástago del Colegio Madrid y de la ILE, que acaba de nacer en la cima del Tibidabo.  ¡Qué emocionante es ver a un grupo de gente joven imaginando el futuro! ¡Y qué triste ser viejo y vivir acompañado de una sombra de escepticismo proyectada por el mismo sol de la juventud ajena! Volveré... aunque solo sea por repetir el viaje. 

III

He subido al tren en Ocata poco después de las 7:00. En la Plaza de Cataluña he cambiado a los Ferrocarriles Catalanes, que me han dejado en las puertas de la avenida del Tibidabo, donde he cogido el bus 196 hasta la Plaza Dr. Andreu. Finalmente, en Funicular (que me han abierto para mí solo) hasta el Parque de atracciones. Justo detrás del Templo del Sagrado Corazón, casi tocando a la Torre de las aguas, está el colegio Montiba. A la vuelta he decidido bajar caminando a Barcelona por el camino más largo: 17:300 pasos. Barcelona, desde lo alto, se me ha antojado que tenía algo de convaleciente. 

IV

Ayer volví al otorrino. Esta vez tampoco escuche a la enfermera cuando me llamó. Pero en esta ocasión fue cariñosa y amable. Tengo una pérdida auditiva del 60% en un oido y del 70% en otro. Detesto tener que vivir con prótesis, pero me temo que no hay otro remedio que acogerme a una prótesis auditiva para controlar mis crecientes diálogos de besugo con la gente que se para a hablar conmigo.

V

Estoy viviendo un momento ornitológico-aforístico. Voy cazando aforismos al vuelo allá donde se presentan, que es en cualquier parte y a cualquier hora. A finales de agosto tengo que enviarle unos cuantos a Javier Sánchez Menéndez.

VI

Yo no creo mis aforismos. Surgen de una parte desconocida de mí mismo y no los puedo considerar cabalmente como obra mía. Son la obra del otro en mí.

VII

El día 30 de mayo impartí una conferencia en Bogotá ante más de mil docentes. En estos casos es inevitable que la mayoría de los asistentes no tenga rostro. Es imposible visualizarlos a todos. Pero vas recorriendo el paisaje humano que te escucha con la esperanza de encontrar un rostro con el que sintonizar. Cuando lo encuentras, ves que va siguiendo tus palabras con atención, que responde a las bromas con una sonrisa y a los comentarios serios con algún apunte. Entonces te aferras a ese rostro como a una luz en la oscuridad. En Bogotá se trato de una monjita benedictina, muy poquita cosa, pequeñita y enjuta, pero de una mirada luminosa y un rostro sereno y alegre. En cuanto pude encontrarme con ella le di un abrazo, por haber sido mi directora de escena.

2 comentarios:

  1. Pues yo también soy el amigo que espera tus escritos, el amigo F, que casi siempre comparte tus opiniones.
    Salud.

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  2. Maestro y amigo Luri... tomare una letra entonces, soy el M y aquí espero. Gracias

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