sábado, 30 de abril de 2016

... y mail de Alain Minc

Cher Gregorio 

Un triple merci:pour votre livre, pour m'avoir permis de figurer dans les lignes finales et pour vos mots aimables sur mon petit bouquin.

J'ai lu votre biographie de Caridad autant que ma compréhension de l'espagnol me le permet. Il est vrai que mon apprentissage de votre langue est davantage un produit de conversations financières que de la fréquentation de travaux intellectuels.

J'ai retrouvé dans votre ouvrage les traits de ce personnage nietszcheen, convaincu, au fond, que les règles de la vie en société ne s'appliquent aux êtres d'essence supérieure. Nietszcheen et communiste constitue un paradoxal alliage mais Caridad, nous le savons, n'était pas communiste. Sans doute n'avait-elle jamais lu Marx et la lutte des classes lui était étrangère. C'etait une activiste à laquelle le militantisme a servi d'exutoire. Si les circonstances avaient été autres et si elle avait été allemande, elle aurait pu par goût de l'action être nazie. Votre livre m'a conduit à faire le lien entre ce que vous dites d'elle et mes propres souvenirs. Et vous m'avez aidé à sublimer l'image de cette femme qui ne m'aimait pas et que par conséquent je n'aimais pas. Son amitié pour ma sœur était l'expression d'une tendresse qu'elle portait en elle sans l'avoir laissé s'exprimer dans les périodes précédentes faites de bruit, de fureur et de sang.

Merci encore

A bientôt de vous voir lors d'une de mes virées barcelonaises.

Amicalement

Alain

Caritat. Hoy en La Vanguardia



Crónica alicantina (y 2)

Ayer por la mañana caía sobre Alicante una lluvia insidiosa que parecía de broma, pero que te acababa calando los huesos. Y como parecía de broma, me pasé la mañana andando de una punta a otra de la ciudad. Y como calaba hasta los huesos, volvía al medio día al hotel hecho una sopa boba. Cuanto más bajo está el cielo, más engaña.

Ayer en Alicante conocí en la presentación de El cielo prometido a un ruso que pasaba por allí y resultó ser periodista y poeta y que se empeñó en que quería traducir mi libro. Uno está en manos del azar. Todo lo que se puede hacer es rezar porque el azar que nos salga al paso sea un azar amigo. Cuando es así, queremos creer que el cambio de trayectoria que nos impone su presencia es el resultado de nuestra voluntad o de nuestra inteligencia. En realidad ser hombre es ser sensible a las propias ilusiones sobre lo bueno.

Ayer fue mi último día en Alicante. Ahora escribo esto en la habitación del hotel, con la maleta ya hecha.

Alicante ha sido un azar que mi amigo Jaume Marzal ha hecho posible.

viernes, 29 de abril de 2016

Crónica alicantina


Ayer en Alicante el tiempo andaba voluble, es decir, primaveral, y las muchachas, en flor, como corresponde a su naturaleza. Me cortó el pelo un peluquero polaco que me habló de las fronteras de la UE y de lo fácilmente que los europeos olvidamos nuestra historia. A veces un peluquero puede decirte lo esencial de los últimos cien años de historia en el tiempo que le lleva trasquilarte. Después comí mal y escaso en un restaurante barato y salí a la calle a intentar caminar como los alicantinos, porque para conocer una ciudad hay que cogerle el tranquillo al andar nativo, con sus ritmos. En cada ciudad hay, incluso, un estilo específico de pararse ante un semáforo en rojo o de sentarse en los bancos públicos. La imitación de lo indígena es mi forma de hacer turismo. Y entonces me llamó Luis Rivera, amigo de los primeros tiempos de este Café de Ocata, que reside en Alicante, y quedamos a vernos por la tarde en Casa Mediterráneo. Ya en el hotel, me encontré con un mail de Maritza M. que me contaba que su abuelo había sido capellán de la cárcel de Lecumberri durante el tiempo en que Ramón estuvo internado allí y de cómo los dos colaboraban en montar los adornos navideños de la prisión. La conferencia fue bien. Creo que resultó amena para los asistentes. Mi amigo Jaume Marzal me presentó derramando mentiras piadosas sobre mi persona que mucho me gustaría merecer y después de la erudición sobre el vino, en Casa Mediterráneo nos ofrecieron vinos de Alicante excelentes. La noche acabó cenando como los dioses y hablando de Memónides de Moronea. Y, después, descansé en paz. Hoy, más.

Todos los hombres son buenos

"Los vecinos de la víctima aseguran que están sorprendidos por lo sucedido. No se esperaban un hecho de esa naturaleza. Es más, aseguran que tanto la mujer centenaria como su hija son encantadoras y que también lo es el hombre arrestado".

Realmente todo sería más fácil si nuestro cuerpo enviara señales de maldad al vecindario desde semanas antes de que cometamos un delito. Para la policía todo sería mas cómodo, los índices de criminalidad se desplomarían y los vecinos dejarían de escandalizarse. 

Dos dolorosos gráficos



jueves, 28 de abril de 2016

Me and Mrs. Jones


El tiempo sigue construyendo melancólicas estatuas de sal a nuestras espaldas. Pero juro que hubo un tiempo en que yo bailaba esto con entusiasmo de pulpo (si me aceptaban como animal de compañía).

miércoles, 27 de abril de 2016

Fotos de los Mercader




Ramón Mercader y su mujer, Roquelia Mendoza. México. Años 40.


Ramón Mercader y Roquelia Mendoza en Leningrado.



Ramón, Roquelia y Caridad Mercader, en Leingrado.


Caridad, Ramón y Roquelia. Leningrado.


Roquelia, Ramón y Caridad. Leningrado


Roquelia, Ramón Mercader, Ramón Castro (eran vecinos). No sé quién es la cuarta. En Cuba.

Las fotos pertenecen a Laura Mendoza.

En la tele, hablando de Caridad

AQUÍ

Me voy a Alicante


Resumen de la conferencia de mañana:

El hispanista J. B. Trend, al encontrarse un día en Mallorca ante un camino pedregoso y una viña en pérgola, se detuvo y exclamó: “He aquí la civilización!” Así es. El vino no es un don inmediato de la naturaleza, como la cerveza o el aceite, sino el resultado de un largo y minucioso proceso de cuidado y elaboración en el transcurso del cual unas generaciones aprenden de las otras el arte de someter lo natural a una idea. ¿Y qué otra cosa es la civilización? Así que no andaban muy desencaminados los romanos cuando consideraban que comer sin vino era comer como los perros (caninum prandium). Tiene esta expresión más sentido de lo que parece, porque el vino y la comida de cada país se han ido haciendo en un proceso de lenta maduración y diálogo. Pensemos en la liebre, las carrilleras o el civet de jabalí al vino tinto. 

Sin lo que Baudelaire denominó “vegetal ambrosía” y Georges Brassens “jugo de octubre”, Europa no puede entenderse a sí misma. 

Simbólicamente el vino está asociado a las figuras paganas de Dioniso y Baco, el dios que dio a conocer el vino a los hombres. Buena parte de nuestro imaginario vinícola está relacionado con bacanales, sátiros, ninfas, etc. Pero al lado de esta tradición –y a veces mezclado con ella- se encuentra la tradición iconográfica cristiana. En el Antiguo Testamento el vino aparece 173 veces y la viña, 114, y en el Nuevo Testamento, el vino es mencionado 41 veces y la viña, 32.

Disponemos de abundantes argumentos para afirmar que la conservación de la viticultura en Europa se debió al cristianismo. Obispos y abades han tenido un papel fundamental en la configuración de nuestros viñedos y en la formación de nuestros grandes pagos y no olvidemos que el cisterciense Dom Pérignon fue el inventor del champán. La historia de la literatura está plagada de anécdotas sobre la apasionada relación entre el clero y el vino. Me gusta la de aquel cardenal que sólo consagraba vino de prestigio como, por ejemplo, un Meursault y se justificaba diciendo que obraba así por piedad eucarística, ya que quería poner siempre la mejor cara delante del Señor.

La cultura del vino es una de las diferencias más visibles entre el cristianismo y el Islam. De esto eran muy conscientes los cristianos que vivían en tierras musulmanas. Así, Al-Ajtal, un cristiano del siglo VIII, que fue uno de los más grandes poetas de la época Omeya, escribe: “No quiero ayunar en Ramadán. / Jamás me levantaré como los demás / a la llamada de la oración / sino que seguiré bebiendo vino

El vino recorre las venas de la literatura cristiana con tal ímpetu que se ha hablado de una “teología de la libación”.

Pero, excepto –quizás- en misa, cuando bebemos no pretendemos hacer teología, sino saciar un deseo que suele presentarse adornado con razones que ennoblecen nuestra sed: nos gusta beber en compañía.  

En una de sus comedias, Aristófanes nos muestra a un campesino que está viendo caer mansamente la lluvia desde su casa y siente que no hay nada mejor que este espectáculo. El dios –piensa- está trabajando por él. No puede ni podar ni cavar la viña porque la tierra está empapada. Todo lo que tiene que hacer es llamar a sus vecinos para que vengan a beber a su casa. Su mujer tostará habichuelas y granos de trigo y cubrirá la mesa de higos secos. Unos traerán tordos y pinzones y otros calostro y algún pedazo de liebre y todos disfrutarán mientras llueve, porque “estas horas son bellas” ya que “el cielo trabaja por nosotros y favorece nuestros campos”.

Bebemos también porque en una taberna nos encontramos a veces más en casa que en nuestra propia casa. Por algo aseguraba Samuel Johnson que “no hay creación humana que haya producido tanta felicidad como una buena taberna”. 

Bebemos porque el vino es un magnífico compañero del amor, porque amar es siempre urgente y amando espantamos a la muerte. “Una mujer y un vaso de vino”, dice Goethe, “curan todo mal. Y el que no bebe y no besa, está peor que muerto”.

Bebemos, porque nos entusiasman los aromas del mundo. El húngaro Béla Hamvas lo dice así: “Sueño con la fragancia que exhala el lóbulo de la oreja de las mujeres, adoro las piedras preciosas, vivo en poligamia con todas las flores y todas las estrellas y bebo vino.”

El pánico pedagógico a la información

Me resulta difícil de entender el pánico de los profesores a la difusión pública de los resultados académicos de los alumnos. Y me resulta escandaloso que el Consejo Escolar del Estado considere que la información pública perjudica los intereses educativos del país.  ¿No es sorprendente que sea tan fácil conseguir datos objetivos sobre los talleres mecánicos de un lugar o sobre la relación entre calidad y precio de los diferentes hoteles, mientras que sobre las escuelas todo lo que una familia puede conseguir es la declaración de buenas intenciones de los distintos centros a los que acude en demanda de información? 

"Si me pedís cuáles son las tres principales prioridades de mi gobierno, os lo diré: educación, educación, educación." Estas fueron las muy aclamadas palabras de Tony Blair en la conferencia laborista de 1996 en Blackpool. "Decidme qué lugar ocupa hoy internacionalmente el sistema educativo de un país -añadió- y os diré qué lugar ocupará su economía mañana". A lo largo de los 13 años que dirigió el gobierno británico, el incremento del presupuesto educativo fue espectacular, sin precedentes. De 39 mil millones de libras (4,5% del PIB) se pasó a 89 mil millones (6,2% del PIB). ¿Cumplió Blair su palabra? Evaluemos los resultados. PISA 2012 situó a los británicos en el lugar 23 en lengua, en el 26 en matemáticas y el 21 en ciencias. La evaluación de las competencias de la población adulta puso de manifiesto que Inglaterra era el único país del mundo desarrollado en el que el dominio lingüístico y matemático de los jóvenes de 16 a 24 años no era mejor que el de los adultos entre 55 y 65 años. Más del 55% de los empresarios británicos se queja de que sus empleados presentan problemas con el dominio del inglés y de las matemáticas. Más de uno de cada cinco alumnos tiene necesidades educativas especiales. Según el Teacher Support Network, el 92% de los profesores cree que el comportamiento de los alumnos ha empeorado en las últimas décadas. En el año 2010 fueron hospitalizados 44 profesores agredidos por sus alumnos. El 43% de los profesores abandona la profesión en los primeros 5 años de docencia. 

Creo que deberíamos aceptar que sólo con el incremento de los presupuestos no se mejora la calidad de la enseñanza. Esta constatación sitúa hoy los debates educativos en un terreno muy diferente del que lo había situado la UNESCO a mediados del siglo pasado, cuando se consideraba evidente la relación entre gasto educativo y crecimiento económico. La evaluación es necesaria, pues, para liberarnos de tentaciones demagógicas: 
  1. Porque quien más puede beneficiarse del conocimiento exacto de los errores es el que más hace.
  2. Porque en un contexto de economías internacionalizadas, para saber dónde estamos necesitamos datos comparativos. 
  3. Porque debemos saber con precisión si estamos incrementando o reduciendo nuestro capital social. 
  4. Porque si queremos conocernos a nosotros mismos debemos entender nuestras trayectorias, saber de dónde venimos y a dónde vamos y, especialmente, saber si nos dirigimos o no hacia donde decimos que queremos ir. Las trayectorias son educativamente más valiosas que la acumulación de experiencias puntuales porque sólo las trayectorias crean hábitos. Si no hay evaluación no hay conciencia del progreso. 
  5. Porque las buenas intenciones no significan nada si no pueden ser evaluadas. 
  6. Porque sin una cultura de evaluación interna y externa es imposible desarrollar prácticas reflexivas, que son la clave de la calidad de la educación. 
  7. Porque es imprescindible alejar de la educación las metodologías pseudocientíficas que prometen maravillas ... a condición de que no evaluamos sus resultados. 
  8. Porque debemos exigir a nuestros legisladores que nos digan exactamente qué quieren conseguir, cuando proponen una reforma educativa. 
  9. Porque si nuestros niños se sienten estresados ​​ante una prueba de evaluación objetiva, deberíamos preocuparnos por el tipo de niños que estamos educando. 
  10. Porque hemos de rendir cuentas a la sociedad de lo que hacemos con el dinero que la solidaridad pública -y no el gobierno- pone en nuestras manos. 
  11. Porque no somos todos diferentes. Los seres humanos tenemos más cosas en común que diferencias y esto es cierto incluso en nuestra manera de aprender. 
  12. Porque la finalidad principal de la escuela es conducir la intención del niño hacia el resultado objetivo. Nadie conoce el valor de sus buenas intenciones si no las pone a prueba. No hay nada detestable, neoliberal o retrógrado en el conocimiento de uno mismo mediante sus actos. 
  13. Porque debemos ser capaces de visualizar nuestras posibilidades más altas y la distancia que nos separa de las mismas. 
  14. Porque la peor evaluación es la que no se hace. No parece coherente criticar las evaluaciones que se hacen porque son imperfectas y negarnos a ver las imperfecciones derivadas de la falta de evaluaciones. 
  15. Porque la evaluación continua no niega la objetivación del resultado. De hecho, lo que hace es objetivar el proceso. 
  16. Porque si se está fomentando la autonomía de los centros y, por lo tanto, su heterogeneidad, nada parece más lógico que acompañar esa autonomía con la libertad de elección por parte de las familias.
  17. Porque como observa la gran Catherine L'Ecuyer, ya existen rankings de colegios privados, pero basados en criterios pseudocientíficos. 

Hay demasiadas evaluaciones? Esto depende. Si no queremos aprender nada de los resultados, toda evaluación es excesiva.

martes, 26 de abril de 2016

Una imagen


Mi amiga B. Me ha enviado esta imagen de París y me he emocionado al descubrirla porque es la prueba de que alguien piensa en mi de una manera única. Yo veo aquí la intimidad de una amistad que va creciendo a pesar de que cuando nos conocimos parecía tener poco futuro. Nos une el insomnio y la memoria compartida. Pero sobre todo nos une la voluntad de seguir unidos. 

Congreso de pedagogía


Más información AQUÍ

lunes, 25 de abril de 2016

Sant Jordi, tras la resaca

El primer libro que firme en Sant Jordi fue para mi amigo Antonio Medrano, de ancestros riojanos -como yo- y virtudes inconfesables -no digo nada más-. El segundo, para Marimar y Feliciano, que son riojanos de pura cepa, valga la redundancia. ¡Y maestros catalanes! Y después tuvo lugar la luminosa epifanía del gran Arrebatos, enólogo de vocación, y quedamos para ampliar sus saberes. En el apartado de los recuerdos memorables, dos mujeres familiares de Caridad -dos "del Río"- que aparecieron con unas sonrisas enormes, tan generosas que por un momento pensé que había merecido la pena escribir el libro sólo por merecerlas. Quedamos también para contarnos cosas. Sospecho que Caridad y yo aún tenemos un largo recorrido que hacer juntos. Tras el chaparrón de media tarde, se me acercó un sobrino de Carmen Brufau. Por supuesto, también nos veremos en un próximo futuro -espero.

Pero he de hacer una mención especial al joven bachiller de 16 años, que me pidió que le firmara el libro porque pensaba que podía ser una buena introducción para comprender el fenómeno de los totalitarismos. Y al amigo Ramón Alcoberro... y a tantos otros. A Ramón Alcoberro y a su mujer los conocí haciéndoles de guía en la exposición sobre los tracios que comisioné hace ya años. Y los encuentros marcan de alguna manera el destino de las amistades.

No me puedo olvidar tampoco de los que me comentaban sus preocupaciones educativas y me animaban a seguir adelante. Lo haré. A diferencia de otros yo no tengo un espíritu pedagógico misionero. Sí -quizás- diplomático.

Una tarde de Sant Jordi da para mucho. Por ejemplo para descubrir admirado la fauna de los "youtubers", que arrasaban en la FNAC de la Diagonal, donde sólo firme un ejemplar en los tres cuartos  de hora que estuve admirando las colas infinitas e irremediablemente ajenas. Vi llover, vi gente correr, no estabas tú, y los jóvenes de aquellas filas permanecían como espartanos, guardando su posición.

Una tarde de Sant Jordi da también para discutir con los puristas que, por lo visto, quisieran que en este día la gente comprara las obras completas de Musil y Proust. ¡Pero es el día del libro, no de la lectura, que la lectura no tiene día! Es, de hecho, el día del fetichismo del libro. Y la gente, a la que con tanto afán animamos a ser autónoma en las escuelas, elige autónomamente a Belén Esteban. Y hace bien. Quizás debieran publicarse las listas de los libros efectivamente más vendidos.

Un día de Sant Jordi da, por ejemplo, para saludar a los que tienes al lado: a los que firman mucho más que tú y al que firma mucho menos que tú. Es divertido contemplarlo todo mientras te dices a ti mismo que en cuatro días todos estaremos igualmente olvidados, como debe ser. Todos, hasta Belén Esteban. Sólo quedarán en pie los poco leídos, como Proust o Musil. Y así debe ser.

jueves, 21 de abril de 2016

El silencio de los espacios infinitos


“El silencio de los espacios infinitos me aterra”, escribió Pascal. En fisiología se llama silencio al instante que separa los latidos cardiacos, como aviso quedo de lo irremediable. Toda nuestra grandeza –añadía Pascal- se encuentra en este efímero, pero exclusivo, terror al infinito silencio circundante. “Sólo el hombre es miserable”, concluía.

Pero ocurre que el hombre no está hecho para vivir en condiciones de absoluta realidad y allí donde hay una infinitud silente vemos algo sublime, que es el consuelo que nos proporciona lo ilimitado a cambio de su inasibilidad. Incluso nos emocionamos un poco al descubrir que una estrella que se encuentra a 49,8 años luz de nosotros, contribuye a iluminar el silencio del cosmos (y al utilizar esta última palabra ya estamos haciendo metafísica) con el nombre de Cervantes. Los cuatro planetas que la orbitan son Quijote, Rocinante, Sancho y Dulcinea.

Frente a la realidad, la poesía es el término medio entre la religión y la filosofía.

La religión intenta encontrar el rostro de Dios en la naturaleza.

La filosofía pretende mirar de frente al silencio vacío.

La poesía es la religión de lo efímero. Decía el gran Feijoo que “cuando se trata de buscar la verdad”, los poetas “no tienen voto.” Pero también se ha dicho que si un gobernante fuera capaz de controlar las canciones de una nación, no necesitaría leyes. Ambas cosas son ciertas.

Lo que nos define es aquello que encontramos cuando nos situamos ante la naturaleza, esa realidad caracterizada por su deseo de irrealidad. Pienso en C.S. Lewis, buscando inútilmente “en esos vastos tiempos y espacios” el rostro de Joy, su mujer recién muerta, su voz, su tacto… para concluir diciéndose a sí mismo “Ha muerto. Ha muerto. ¿Es esta palabra tan difícil de aprender?”.

La naturaleza está para ser interpretada y cada pueblo la interpreta a su manera. Esta es la esencia de la política. Por eso la soberanía no se aplica a los individuos (al rey) o a los colectivos (al pueblo) más que de forma subsidiaria. Soberano, en su sentido pleno, es el discurso que nos impone una interpretación hegemónica de lo real, ayudándonos así a interpretarnos y a mantener la naturaleza a distancia, para que no nos dé alcance.

lunes, 18 de abril de 2016

Libros que leo sin ánimo de ofender


Bullying


José Ramón Ubieto dice entre otras muchas cosas: "Kant señaló en su Pedagogía, que educar y gobernar eran tareas imposibles, a lo que Freud añadió la tarea de curar. Imposible, en términos freudianos, quiere decir que son tareas sin un cálculo exacto ni proporción fija entre acto y consecuencia. Son tareas que suponen siempre el hecho de arriesgar en el acto (clínico, educativo o político)."

Amado Granell, cet Espagnol qui avait la France pour fiancée

En CAUSEUR

lunes, 11 de abril de 2016

En la presentación del libro de Jordi Amat


El texto de mi intervención:
1938. Juicio del POUM. Una rosa roja sobre una silla vacía (Nin). Pasionaria: “Más vale condenar a cien inocentes que dejar libre a un culpable”. 

Enero de 1939.
Julián Gorkin intenta llegar a Francia una vez que los guardias que custodiaban a los presos del POUM se dan cuenta de la inutilidad de su tarea. Le sigue la condena estalinista al POUM.

Ridruejo entra en Barcelona. En Burgos, según cuenta José María Fontana en Los catalanes en la guerra de España, se había reunido con Serrano Súñer para diseñar la entrada de los vencedores. “¡Grandes banderas precederán a las tropas! Luego, masas compactas de miles de banderas silbarán al viento con su colorido. Después, las tropas con laureles. Cerrarán el cortejo cuadros ondulantes de banderas…”. No se vio ese mar de Banderas. Llegó con las tropas del general Yagüe y, en su condición de jefe nacional de propaganda, traía un camión con folletos en catalán que el general Álvarez Arenas le impidió distribuir. 

Eugenio d’Ors entra en Barcelona con su peculiar uniforme de falangista, cargado de correajes y con unos leguis de pantorrilla de cuero. Antes se había presentado ante Franco con un uniforme que Francisco Umbral describió como “churrigueresco". “A mi me gustan los uniformes siempre que sean multiformes”, dijo. Del gusto de don Eugenio por los multiformes son testimonio algunos de sus discípulos, que aparecen por estas páginas (Aranguren...).

Madariaga estaba en Inglaterra. Había criticado la revolución de Asturias y en 1936 fue nominado a Nobel de la Paz.

2005. 
Santos Juliá, El país, 19 de noviembre de 2005: “De modo que fueron un exfascista como Ridruejo y un comunista como Carrillo, ambos muy jóvenes cuando la guerra (…) los que concibieron y pusieron por escrito que la única salida para el después de Franco consistiría en un proceso, no una revolución, tampoco un acto de fuerza, ni un acontecimiento llamado algún día a celebrarse, sino un proceso de transición.”

Jordi Amat: “Ridruejo se convirtió en un referente de la oposición democrática en España y entró en relación con las redes del Congreso por la Libertad de la Cultura”. “El Congreso por la Libertad de la Cultura” nos ha acogido”, le confiesa Ridruejo a su mujer.  En el Congreso se encontrará con Julián Gorkin, “cuya reputación personal sigue estando por los suelos”. “Una tarea pendiente: repensar a Gorkin”. “¿Cómo puede haber desaparecido del relato de nuestra memoria democrática?”


Tesis de Jordi: La guerra civil española puede ser vista como el primer acto de la guerra fría. A mi parecer, Julián Gorkín puede ser visto como el único neoconservador español.

1936. Nin invita a Trotsky a instalarse en El Vendrell.

1938. George Orwell y  Homage to Catalonia, de 1938. Editado en los Estados Unidos en 1952 con una introducción de Lionel Trilling: “Este libro es uno de los documentos más importantes de nuestro tiempo... Es un testimonio de la naturaleza de la vida política moderna” .

1938. Willmoore Kendall. Llegó a España como trotskista. Combate en las Brigadas Internacionales. Sale tan decepcionado que acaba fundando National Review.

Agosto 1939. Pacto Ribbentrop-Mólotov. “En el combate contra los países ocupados por los nazis, la familia más activa de la resistencia había sido, sin duda, la comunista”. Jordi no menciona los países invadidos por comunistas.

Noviembre 1939. Invasión de Finlandia.

1939. John Dewey funda con Sydney Hook el Committee for Cultural Freedom (1939-1951) que se opone con igual radicalismo al comunismo y al fascismo. Junto a Dewey: Eastman, James T. Farell, Dos Passos, James Burnham.

1940. El día que Ramon Mercader mató a Trotski, Saul Belloow tenía una cita concertada con él. Alcanzó a verlo cadáver en el hospital la mañana de su cita. Allá están Gorkin y Pivert. Los intentos de agresión. Pistoleros del PSUC.

1947. Se crea la CIA.

1948, Editorial de Partisan Review, “The Politics of Desperation”: “Francamente, tenemos poca paciencia con estos radicales bohemios que están más interesados en mostrar su intransigencia que en formular una oposición seria al estalinismo... Si alguno piensa realmente que el estalinismo y el status quo del capitalismo son igual de malos, entonces debería concluir que la situación es desesperada y comenzar a preguntarse por las posibles maneras de suicidarse.”

El europeísmo: en mayo de 1948 tiene lugar en La Haya la conferencia inaugural del Comité de Coordinación de los Movimientos para la Europa Unida. En ella se decide crear el Consejo de Europa.  Allí están Gironella y Salvador de Madariaga. Gorkin en 1953: “La realización de Europa forma hoy parte inmediata y principal de la misión del intelectual”. La intención de Gorkin: “convertir a Madariaga en símbolo de los demócratas españoles”.

26 de junio de 1950 se inaugura el “Kongress für Kulturelle Freiheit” en el Hotel Titania Palace, en la zona norteamericana de Berlín. Se encuentran Karl Jaspers, Bertrand Russell, Arthur Koestler, Léon Blum, Jacques Maritain, André Gide, Benedetto Croce, François Mauriac, Raymond Aron, John Dewey, Arthur M. Schlesinger, Sidney Hook, James Burnham. La víspera de la inauguración, Corea del Norte invade Corea del Sur.

1952: Aparece el término neoconservador en un artículo de Dwight Macdonald para Reporter. 

1956. Gorkin: “España no se rehará si no logra … crear las bases de una reconciliación por encima de los combatientes de ayer y quizás de mañana” (p 111, de su novela “La muerte en las manos”).

Junio de 1956 el PCE hace pública una declaración titulada “Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español.” 

En febrero de 1956, Ridruejo es detenido. A mediados de año se reúne con Semprún en Madrid. Al mismo tiempo comienzan sus contactos con el Congreso por la Libertad de la Cultura. 

Junio de 1962. Contubernio de Múnich. Al terminar la reunión dice Madariaga: “Hoy ha terminado la guerra civil”.

En 1965 se expulsa de la universidad a Aranguren, García Calvo y Tierno Galván. Valverde y Antonio Tovar renuncian voluntariamente a sus cátedras como protesta. A Aranguren, Tierno y Valverde, el Consejo les ofreció ayuda de 1000 francos mensuales. 

1966. La prensa hace público que la CIA había financiado el Congreso por la libertad cultural. Al Congreso lo desmonta la libertad de prensa. Su fin es su triunfo. A la URSS, los tanques de MacDonalds.

Comentario final. Los españoles somos muy poca cosa. Por eso si estuviéramos en otro lugar fácilmente pasaríamos desapercibidos y podríamos hacer lo que nos diera la gana con nuestra historia. Pero estamos donde estamos y sólo podemos hacer lo que nos dejan. El peso de la geoestrategia es mayor que el de nuestra capacidad para elaborar autónomamente nuestra historia.

sábado, 9 de abril de 2016

La dehiscencia

07.04.2016  La primavera es la verdad que pasa a nuestro lado vestida de domingo, la alegría de la dehiscencia.

La dehiscencia es la apertura espontánea de algo que parecía clausurado. Es la ironía del límite. En botánica se conoce con este nombre a la maduración natural de una planta que libera espontáneamente sus granos de polen o sus semillas.

El místico renano Maister Eckhardt (1260-1327) animaba a los monjes del valle del Rhin a ver la naturaleza como un todo “dehiscente” en el que lo inmanente es lo trascendente y a escuchar en el hondo rumor germinal de la tierra tanto la oscuridad del Viernes Santo como la gloria de la Resurrección. Como muchas proposiciones de Maister Eckhardt fueron declaradas heréticas por la Inquisición, este concepto permaneció latente, esperando su propia dehiscencia, hasta que en el siglo XIX el filósofo romántico Franz von Baader lo sacó a la luz ante Hegel, que exclamó: “Esto es exactamente lo que yo digo, aquí está el conjunto de mis ideas y mis propósitos”.

Para la medicina, sin embargo, la dehiscencia es la apertura espontánea de una herida quirúrgica suturada que se resiste a cicatrizar.

Y aquí estamos nosotros, entre la botánica y la medicina. Por eso Marco Aurelio nos animaba a predisponernos para que, cuando el viento frío nos arroje al suelo, no caigamos como un pájaro muerto, sino como un fruto maduro que bendice, con reconocimiento, el árbol que lo ha producido. Algunos llevan la metáfora más allá y esperan que –como cantaba Rilke- haya Alguien que extienda sus manos para acoger su caída.

La propia filosofía es también, bien mirada, dehiscente: siempre sobrepasa los intentos de clausurarla en un sistema. Ya se lo advirtió a Moisés aquella zarza ardiendo, que podría ser un arbusto florecido en el desierto: “Yo seré lo que seré” (Éxodo 3,14).

martes, 5 de abril de 2016

lunes, 4 de abril de 2016

Mail d'un amic


"T'escric dins d'un sac de dormir instal.lat davant de la llibreria La Central. De moment no hi ha ningú més, però em vull assegurar el llibre. Ha començat a ploure una mica i un homeless m'està convidant ara mateix a un trago de Don Simón. M'és igual, jo em quedo aquí". 

Por favor, si pasáis por ahí, ofrecedle el consuelo de un vino de más sustancia a mi amigo Ferran Sáez Mateu.

Reportaje sobre El cielo prometido:

Ángeles López en La razón de hoy:

Notas, compases, acordes y silencios. Como la música, una vida está compuesta de los mismos ingredientes; pero el paso por la tierra de Caridad Mercader fue un verdadero estruendo de timbales. Lo suyo no fue militancia, sino auténtica fe... Porque cuando en aquellos años de hierro del estalinismo uno se afiliaba, más allá de recibir un carnet, aquello significaba una auténtica conversión análoga a la religiosa.

Española de nacimiento (vino al mundo en Cuba, que aún era colonia de España), catalana de formación, francesa por gusto, soviética de nacionalidad, Eustaquia María Caridad del Río Hernández (Caridad Mercader tras su matrimonio) prestó un servicio de sangre a un país que ya no existe, y por el que recibiría la Orden de Lenin y, hasta su muerte, la gratitud de un Estado por el cual había inducido a su hijo a convertirse en uno de los criminales menos conocidos y más trascendentes de la historia, al dar muerte a León Trotski.

Son muchos los libros que han abordado –directa o tangencialmente: Garmabella, Puigventos i López, Padura, Semprún, Cedillo...– la biografía tanto de la madre como del hijo, pero estas páginas de Gregorio Luri se postulan como definitivas sobre la familia Mercader, con informaciones inéditas que sitúan a Caridad en el centro de una trama propia de las mejores novelas de espionaje. En ellas, conocemos el verdadero rostro de un personaje complejo –tan mitificado como difamado– gracias al ingente trabajo de documentación llevado a cabo por el autor a lo largo de dos décadas.

Nacida en Santiago de Cuba en 1892, su familia retornó a España antes de la independencia del país para instalarse en Barcelona. A la pequeña Caridad la matricularon en el colegio del Sagrado Corazón de Sarrià y pasó largas temporadas en los centros que la congregación tenía en París y Londres, por lo que era perfectamente trilingüe.

El 7 de enero de 1911 se casó con Pablo Mercader Marina, miembro de una importante familia industrial catalana con el que tuvo cinco hijos: Pablo, Ramón, Jordi, Montserrat y Luis. Salvo el mayor, todos colaborarían con la NKVD, la red de espionaje que creó la URSS tomando como base la organización de la Tercera Internacional. El matrimonio no fue en absoluto feliz. Tras los primeros años de convivencia, el devoto pater familias tenía aficiones sexuales poco ortodoxas. Según cuenta su propio hijo en el documental «Asaltar los cielos» –dirigido por Javier Rioyo y José Luis López Linares–, Pablo llevaba a la joven Caridad a los burdeles para que, a través de mirillas, pudiera tomar nota del espectáculo sexual de las prostitutas con sus clientes. Ella nunca perdonó la hipocresía de su marido, ni la de la clase social a la que pertenecía. Hacia 1920, su paciencia se agotó. Comenzó a recibir clases de pintura del artista Vicent Borràs y en su estudio trató con intelectuales que le mostraron otras formas de vida. Fue así como empezó a frecuentar tabernas populares y a experimentar con la morfina (hasta el fin de sus días sería adicta a los estupefacientes). Cuando el patriarca de los Mercader muere, el «hereu» lleva la empresa a la ruina dejando a sus hermanos sin fortuna.

El matrimonio tuvo que abandonar el burgués barrio de San Gervasio por las populares Ramblas. Pablo se empleó de contable y Caridad se ocupó de dar clases. Es por aquel entonces cuando forjó amistades anarquistas y comenzó su metamorfosis, involucrándose en pequeños líos políticos. Cuando estaba tomando impulso para convertirse en la activista que deseaba ser, conoció a Louis Delrio, envuelto en la épica de los pioneros de aviación. Y se enamoraron. No en vano, casi todos los estudios apuntan a que era el padre del hijo pequeño de Mercader.

Para evitar un escándalo imposible de ocultar, una noche de 1923, la familia la ingresó en el psiquiátrico Nuevo Belén de Sant Gervasi, donde fue sometida a interminables sesiones de duchas de agua fría y electrochoques. «Tenía miedo –confesó después– de estar loca de verdad». Por ello, cuando salió, decidió romper con el pasado y vengarse de los Mercader: cogió a sus cinco hijos y se fue con Delrio en Dax, en el departamento francés de Landas. Todo marchó bien hasta que un día de 1928 sus hijos la encontraron a las puertas de la muerte debido a un intento de suicidio. Delrio había roto la relación. Desbordados por la situación llamaron el padre, que se llevó a los dos pequeños a Barcelona.

Caridad se trasladó a París, comenzó a militar en el Partido Socialista Francés y entró en contacto con la inteligencia soviética. Probablemente conoció entonces Leonid Eitingon –alias Kótov– su mentor en el mundo de las operaciones especiales. A principios de la década de los 30, Caridad hacía de correo de la Internacional Comunista hasta que, en 1935, fue detenida por la policía francesa. Tras propinarle una brutal paliza que le hizo perder la vista de un ojo durante quince días, fue expulsada del país. Nada más llegar a Barcelona empezó a militar en las filas del Partido Comunista de Cataluña. Participó activamente en la fundación del PSUC, y el golpe militar de Franco la encontró en la secretaría de los Servicios de Prensa de la Olimpiada Popular. Participó en la creación de las primeras columnas que salieron hacia el frente de Aragón, dirigidas por Pérez Farràs y Durruti. Según el testimonio del pintor Josep Bartolí todos conocían su columna como «la de Caridad Mercader». En ella estaban sus dos hijos mayores, la novia de Ramón, Lena Imbert, y África de las Heras. Cuando a finales del verano fue herida en un bombardeo, la propaganda de PSUC la convirtió en modelo de las mujeres combatientes catalanas. «La Pasionaria de Cataluña», la llamaban. Paradójico que ambas mujeres se llevaran fatal: «Según Ricard Vinyes –cuenta Gregorio Luri–, Caridad y Dolores Ibárruri estaban enfrentadísimas. Decían que Dolores había tenido que parar los pies varias veces a los servicios de espionaje soviéticos, que hacían servir militantes nuestros para su uso particular, sin consultar nada con el partido».

En septiembre se embarcó hacia México, siguiendo instrucciones de la Generalidad. Mientras estaba en el extranjero murió su hijo Pablo cuando un tanque enemigo le pasó por encima. A su vuelta, fue nombrada secretaria de la Unión de Mujeres Comunistas, pero se fue separando progresivamente de estos trabajos a medida que se comprometía, cada vez más, con los asesores soviéticos.

Su vida volvió a tomar un nuevo rumbo cuando Stalin decidió acabar con la vida de Trotski, que había sido uno de los colaboradores más fieles de Lenin y vivía exiliado en México. Eitingon asumió los aspectos operativos y quiso contar con Caridad y Ramón Mercader. El 20 de agosto de 1940, Ramón entró en la casa de Trotski en Coyoacán y lo mató clavándole un piolet en la cabeza. Caridad y Eitingon, que le esperaban fuera en un coche, vieron que las cosas no habían salido como las habían programado cuando sintieron un gran revuelo alrededor de la casa. Por eso, abandonaron a Ramon y se fueron a toda prisa de México.

Después de un largo viaje, llegaron a Moscú en marzo de 1941. Lavrenti Beria, el jefe del NKVD –y probablemente también su amante–, le organizó un gran recibimiento y fue condecorada con la Orden de Lenin. Fue la primera mujer extranjera en recibirla. Para Ramon se reservaba la Medalla de Oro de la Unión Soviética. Allí le dieron un apartamento donde vivió unos meses con su hijo Luis, disfrutaba de coche y chofer particular y se dedicó a vigilar a los miembros del Partido Comunista Búlgaro refugiados en la URSS. También tuvo tiempo de participar en diferentes misiones, como la del atentado en Ankara contra el cónsul alemán Franz von Papen.

Tres años después se trasladó a México con la autorización expresa de Beria y logró entrevistarse con su hijo Ramón fuera de la prisión. No se sabe qué ocurrió, pero a partir de ese instante se suspendió una extraña operación de la NKVD que tenía por objeto liberarle. Caridad era una mujer aventurera e impulsiva que no se supo adaptar a la vida rutinaria moscovita cuando el NKVD dejó de necesitar sus servicios. Como repetía «es más fácil destruir el capitalismo que construir el comunismo». Fue cuando recibió la autorización para trasladarse a París con pasaporte cubano para vivir con sus hijos Jordi y Montserrat. En la capital del Sena se enteró de la muerte de Stalin, de la ejecución de Beria y del encarcelamiento de Eitingon.

Pero Caridad no sabía quedarse de brazos cruzados y, así, se procuro una nueva ocupación. El cónsul castrista Harold Gramatges le contrató para dirigir las relaciones públicas de la embajada de Cuba en París, de 1960 a 1967. El escritor Guillermo Cabrera Infante explicaba que Gramatges la llamaba «Cachita» y que la consideraba «más estalinista que Stalin».

Cuando Ramón Mercader terminó su condena, se fue a vivir a Moscú hasta donde viajaría esporádicamente Caridad para visitar a sus hijos y a sus nietos. Finalmente, tras una vida de incesante actividad, murió a los 82 años, un mes antes que Franco. Sobre la cabecera de su cama colgaba un enorme retrato de «el padrecito del proletariado mundial», como remate a una existencia en la que no cabe retórica alguna, en tanto que supera cualquier ficción pergeñada por el mejor de los novelistas.

No pocos historiadores y escritores han presentado a Caridad Mercader como una mujer fanatizada que empujó a su hijo al asesinato. Leonardo Padura –autor de «El hombre que amaba a los perros»– la describió así: «Caridad del Río no sólo había sido quien educó a su hijo en el odio y lo puso en contacto con los oficiales del tétrico NKVD soviético encargados de concebir y ejecutar el asesinato, sino que lo alentó e impulsó en su misión hasta esa misma tarde del 20 de agosto, cuando a bordo de un auto y en compañía del creador del plan, vio entrar a Ramón Mercader en la casa de Trotsky y en las cloacas de la historia del siglo». Similar observación hizo Julián Gorkin cuando afirmó que «un tenebroso aparato policiaco convirtió a Caridad en una terrorista y madre de un asesino», añadiendo que Ramón fue sacrificado al «fanatismo ciego que profesaba». La descripción fue corroborada con las confidencias que, según Castro Delgado, le había hecho Caridad durante su estancia en la Unión Soviética: «He hecho de Ramón un asesino».

Luis Mercader, en cambio, planteaba una visión distinta. Según el pequeño de los Mercader, Caridad no habría tenido una gran influencia ni sobre Ramón ni sobre ninguno de sus hijos debido a que vivió muy poco tiempo con ellos. También explicaba en el documental «Asaltar los cielos» cómo su hermano le había contado que fue él quien se ofreció voluntario para cometer el asesinato simplemente por ayudar a Eitingon a cumplir su misión.

Por último, Gregorio Luri apunta una tesis novedosa para justificar el que Caridad reclutase a su hijo: para alejarle del frente y que no corriese la suerte de su hermano Pablo, muerto en acción de combate unas semanas antes.

¡Hasta el lunes que viene!


Sobre la importancia de saber llevar un paraguas

"Quizá por esta prosapia tan enguirnaldada, un señor con paraguas todavía puede aspirar a ser un gentleman, mientras que un tipo con capucha de chándal siempre tendrá pinta de ir o venir del cuartelillo".

domingo, 3 de abril de 2016

Una vez se me acercó un extraño...

... que me dijo: "Perdóneme, señor, pero tengo en mi poder un objeto que le pertenece". "¿Cómo es posible?", pregunté bastante sorprendido. El extraño sacó una navaja del bolsillo. "Hace unos años -explicó- pusieron esta navaja en mis manos con la indicación de que debía conservarla hasta que encontrase a un hombre más feo que yo. La he llevado desde entonces hasta ahora. Permítame que le diga, señor, que creo que tiene todo el derecho a reclamar su propiedad".

Anécdota explicada por Abraham Lincoln a su retratista. En Abraham Lincoln. Por la libertad. Plataforma Editorial.

viernes, 1 de abril de 2016

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La buena fe

“Uno de los fenómenos humanos más sorprendentes es el de aquellos que hacen “de buena fe” el tipo de cosas que un análisis lógico puede demostrar fácilmente que son incompatibles con la buena fe. La falta de sinceridad de este tipo es mucho más frecuente que la hipocresía deliberada y más perjudicial". John Dewey en Freedom and Culture (1939). Pero Dewey se niega a aceptar que aquí se encuentre algo propio de las cosas humanas y, por lo tanto, de la política y sueña con una sociedad en la que la buena fe universal vaya siempre acompañada de buenas obras.

Nos hemos pasado defendiendo lo inútil

Y como  muestra:


El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...