viernes, 1 de julio de 2016

Últimamente no paro de recibir regalos

El primero fue el de la invitación para inaugurar el XVI Congreso Nacional y VII Congreso Iberoamericano de Pedagogía, cosa que hice el pasado día 28. Un lujo. Hable de Dewey y parece que gustó lo que dije. Estaba en el congreso cuando me llegó el segundo regalo: Una invitación para dar una conferencia en la Universidad de Milán. Nada más llegar a casa, me encontré con el tercero: Otra invitación, esta vez proveniente de la Universidad de Montevideo. Hoy he ido a La Gleba y he vuelto a casa cargado de exquisiteces, porque la gente de aquellas tierras tiene el bendito vicio de la cordialidad. Pero al llegar a casa me he encontrado con El Hígado de Prometeo y esto comienza a parecer ya una conspiración felicitaria:


El hígado de Prometeo es el último libro de Jorge Bustos, una persona que me resulta entrañable. Es -con su permiso- algo así como mi sobrino. Además comienza así: "Me propusieron una disertación sobre las raíces culturales del futuro". Se lo propuse yo y la disertación tuvo lugar en Madrid el 1 de diciembre de 2014. Aquel mismo día conocí, por cierto, a Carlota Fominaya (otro regalo). Jorge Bustos ha sido también el prologuista de mi libro de aforismos. Seguro que él entenderá que si coloco su libro entre tanta exquisitez, es porque este es su lugar.

6 comentarios:

  1. Perdoneme el atrevimiento,dias atrás en su blog publicaba unas bienaventuranzas de Tomás Moro,le faltaba una....
    Felices los que puedan compartir unas horas con Gregorio Luri,porque seguro que aprenden algo.
    A los hechos me remito.

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  2. No me extraña que le convoquen, hace unos días que no paso por este foro, pero hoy una controversia con la palabra Morón me ha hecho dar una vuelta por Herbert Goddard de ahí me ha llevado a la familia Kallilak, de la Familia KalliKak al Jansenismo, del Jansenismo a San Agustín, de ahí la Filosofia y cuando se habla de filosofia y estudiosos, me aparece Gregorio Luri. Saludos Maestro

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    1. Podría haber llegado más directamente a través de Memónides de Moronea, a quien solía traer a colación D. Gregorio. Que no lo haga ya puede deberse a que las enseñanzas de tan gran pensador se hayan extendido ya y hayan sido asimiladas por la la sociedad toda.

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    2. Tengo que recuperar al gran Memónides, a quien tengo tan injustamente relegado. Por cierto que en el inédito Corpus Scriptorun Ocatorum hay un fragmento que bien pudiera ser suyo y que dice así: "los .... no son amigos de ningún filósofo que llora". Lamentablemente ha sido imposible recuperar ni una sola grafía del espacio perdido en la inscripción original: ¿Los qué? ¿Los hombres? ¿los dioses?

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