martes, 13 de mayo de 2014

La dudosa utilidad de la filosofía

Carta de Diderot a Voltaire el 19 de febrero de 1758: “¿Ser útil a los hombres? ¿Estamos seguros de hacer algo más que divertirlos o de que exista una gran diferencia entre un filósofo y un flautista? Los hombres escuchan al uno y al otro con placer o desdén, y continúan siendo lo que son. Los atenienses nunca fueron peores que en tiempos de Sócrates y posiblemente sólo deben a su existencia un crimen más.”

6 comentarios:

  1. El gato de Schrödinger5:55 p. m., mayo 13, 2014

    En cualquier caso, lo que no es dudoso es el poder de las ideas, la enorme influencia que puede llegar a tener un filósofo.

    El pesimismo de Diderot tal vez se debe a que los filósofos, con demasiada frecuencia, han puesto más empeño en transformar a la humanidad (ilustrarla, elevarla, inculcarle virtud) que en comprenderla.

    En efecto, Diderot se expresa aquí como un evangelista o un profeta desmoralizado.

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    1. Basándome en su "profeta desmoralizado", pienso que lo que le contestaría a usted mi amigo Maquiavelo es que las ideas que cuentan son las del profeta armado.

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  2. Hay dos posibles conclusiones. Una, que mira al filósofo, es que éste sirve de poco o nada. La otra, que mira a "los hombres", es demasiado incómoda.

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    1. Efectivamente, don Bacon, eso es.

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    2. "Los atenienses nunca fueron peores que en tiempos de Sócrates"
      Es que Diderot no llegó a conocer la Gran Utilidad de la filosofía
      del International Monetary Fund.
      "Y posiblemente sólo deben a su existencia un crimen más."
      Estamos de acuerdo.
      Precisamente, la existencia de los jubilados en Grecia esperan entre uno y cuatro años para recibir su pensión, de acuerdo con el informe del periódico Ethnos. Unas 375.000 solicitudes de pensiones y jubilaciones han pasado varios años en los cajones de los fondos , sin que se de curso a la solicitud.
      "Un crimen más".
      Estamos de acuerdo con Diderot.

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  3. Hay quien dice que las sociedades, las naciones, los estados necesitan un conjunto de creencias (¿valores?) compartidas, un mito común, o como se le quiera llamar. Frente a ese conjunto de creencias, la acción del filósofo sólo puede ser una: crítica.
    El ataque a la religión y a los poetas por parte de Sócrates hoy nos pueden sonar estupendamente, pero cuando un filósofo critica lo que consideramos valores propios de nuestra civilización, aunque no le hagamos beber la cicuta, le llamaremos fascista, le acusaremos de trabajar para oscuros poderes o lo que sea, cualquier cosa antes de reflexionar. Y es que, claro, los atenienses coetáneos de Sócrates estaba muy equivocados; en cambio, nosotros, al final de la historia, sabemos perfectamente qué es bueno y qué es malo, así como cualquier otra cosa. Mejor hará el filósofo en ser prudente.

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