jueves, 18 de octubre de 2012

Lo que podemos llegar a ser

   

Reseña de Erotismo y prudencia.
Esteban Hernández, Culturas (539, pags 10-11) 

Strauss era ese pensador que, en los últimos años, encontrabas mencionado por todas partes. Su influencia sobre gobernantes recientes parecía fuera de toda duda, dado su aparente influjo sobre el entorno conservador estadounidense y, especialmente, sobre los neocon. Lo que resultaba más enigmático eran las razones de tanta referencia. Quizá, como señalaban los comentaristas políticos, sin las enseñanzas de Leo Strauss nada de lo que hizo la administración Bush podría entenderse, pero no era algo que quedase muy claro cuando se echaba un vistazo rápido a su obra, tejida a partir del comentario especializado de textos clásicos. 

La filósofa Shadia Drury, la experta sobre Strauss más citada, explicaba la paradoja argumentando que bajo la superficie de la hojarasca académica se escondía un tipo taimado que sólo transmitía sus ideas oralmente a un grupo de iniciados con los que podía hablar sin tapujos. A ellos sí les podía contar que el mundo se estructuraba en torno a una pequeña élite superior que debía dirigir el destino de los inferiores, a quienes se les debía ocultar esta verdad tanto para no lastimar su orgullo como para proteger a la élite de represalias. 

El libro de Gregorio Luri viene a clarificar tantas informaciones contradictorias, relegando a un segundo plano al Strauss conspiranoico y centrándose en el estudio de una obra de la que quiere resaltar una entidad filosófica a menudo negada. Strauss, judío alemán cercano a la intelectualidad de la Alemania de los años 20, amigo de Leo Löwenthal y de Gershom Scholem, tuvo que emigrar a Francia, de allí a Cambridge, y finalmente se trasladó a Estados Unidos, donde acabó echando raíces en la Universidad de Chicago. Allí inició una carrera poco apreciada en los ámbitos académicos, pero que fue creciendo en popularidad hasta que en 1996, la revista Time le situó comounolos tres pensadores más importantes de los Estados Unidos. Strauss, que fue tildado de padre de la revolución conservadora, no es un pensador que pretenda perpetuar un orden emanado de esencias divinas, sino alguien que pretende resguardar de la decadencia de los nuevos tiempos dos elementos que entiende propios del ser humano de la antigüedad: el erotismo y la prudencia. El primero, al que bien podría llamar deseo, y al que finalmente designa con el nombre acuñado por Nietzsche (“voluntad de poder”), constituye el centro de la vida humana en cualquier época. Y la segunda es la virtud diferencial de la antigüedad. 

Strauss contraponía el Hierón de Jenofonte con El príncipe de Maquiavelo (el autor que inaugura la modernidad) para subrayar que éste sacudió los cimientos del pensamiento, no porque descubriese algo nuevo sino porque explicitaba lo que otros ya sabían y callaban por sentido de la prudencia. Que un pensador como Sócrates rechace los dioses de la ciudad es lícito (e imprescindible para un filósofo), pero es algo que no debe formularse en público, ya que con esa proclama se atacan las bases que cohesionan la sociedad y se socava toda posibilidad de fundamento. Esta prudencia política es la que posibilita, además, la creencia en el ideal, algo esencial en la antigüedad, que abundaba en lo que el hombre podía ser y no, dice Luri, como esa ilustración ahogada por el afán de transparencia, en mostrar al ser humano tal cual es. 

Gregorio Luri, profesor de filosofía y de cultura clásica nacido en 1955 en Navarra y emigrado a El Masnou, donde reside desde hace 30 años, escoge un tipo de narración que permite seguir de un modo fluido la trayectoria intelectual y vital de Strauss y conocer con precisión qué contenido da a cada concepto. En tanto que sus textos se mueven en distintos niveles, resguardando un sentido que sólo aparece (por utilizar la expresión acuñada por el filósofo judío alemán) al “leer de forma lenta”, resulta especialmente afortunado que Luri sepa aplicar esa pausa a un recorrido intelectual que nos sitúa con tino hasta las puertas tras las que se encuentran las ideas de Leo Strauss.

5 comentarios:

  1. Don Gregorio ya he leído su libro.Junto con el de Claudia Hilb es de lo mejor que se ha escrito en castellano sobre Leo Strauss, al menos hasta donde yo conozco.Una magnífica introducción a su pensamiento.

    De su lectura destacaría sobre todo que me ha quedado claro que "naturaleza" en Leo Strauss no es una mera metáfora para referirse a los límites que se imponen a la acción humana sino que Strauss fue un monista consecuente.Con todo lo que esto significa. Y a título de anécdota también su perspicacia sobre el sionismo "socialista".

    También que las paradojas de la "publicidad del esoterismo" en las que supuestamente habría incurrido Strauss, son insignificantes.

    Tuve esta revelación al leer la reseña de Don José Francisco Serrano Oreja en Alfa y Omega, el semanario "celino" del ABC. Reseña muy favorable como corresponde a un libro publicado en una editorial hermana.

    Me quedé pensando: ¿Pero este hombre ha leído el libro?.

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    1. Pues muchas gracias, don Karl. Tien usted de aquí en adelante barra libre en El Café de Ocata. Comprenderá usted que no comente su párrafo final.
      Efectivamente, fue un monista consecuente. Y esa es para mi la clave de su pensamiento.

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  2. Respecto al libro, hay algo que me tiene un poco desconcertado. Verá, hace seis meses que tuve una hija, la primera. Entonces descubrí las bondades del Kindle, un aparatito lector de libros electrónicos que venden exclusivamente en la tienda online Amazon. Yo que siempre había abominado del lector electrónico me di cuenta de que la única manera de leer con la niña en brazos era con dicho cacharro. Y el caso es que cuando usted anunció la edición para septiembre de este libro, yo busqué en Amazon y lo encontré en versión electrónica, pero la fecha de edición era la de enero del 2012, según la tienda, que en esto no suele estar demasiado atinada nunca. Le pregunté y usted me dijo que si la fecha era de enero, obviamente no se trataba de la misma edición. Perdonde que insista ahora, pero es que tengo interés en leerlo y no podría hacerlo convencionalmente: ¿no se trata de la misma edición, entonces? ¿Por qué no hay en Amazon edición electrónica de enero y edición de septiembre? ¿Podría usted aclararme esto?

    Muchas gracias, confío en su paciencia.
    Saludos.

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    1. Le confesaré que este es libro que me ha costado mucho escribir, porque siempre tenía la sospecha de que algo realmente importante se me había escapado. No fe hasta este verano cuando me di cuenta de que esa era el juego de Strauss y que en realidad a eso de filosofar le va implícita esa sospecha de que algo relevante a uno se le escapa, por la sencilla razón de que nuestras teoría sobre al realidad siempre son, de manera inevitable, más pobres quer la realidad. Más aún: por la sencilla razón de que para teorizar hay que ocultar. En resumen, que el texto definitivo se lo remití a la editorial después del verano. La edición de enero de 2012 no puede ser más que un pre-texto. No le puedo decir nada más. Consultaré con la editorial a ver qué ha pasado con la edición kindle... es decir, volveré a preguntar.

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