jueves, 5 de enero de 2012

Un gesto noble

Cuando los atenienses sorprendieron y capturaron a un mensajero de su peor enemigo, el invasor Filipo de Macedonia, descubrieron entre los documentos que llevaba encima, una carta que el rey macedonio dirigía a su mujer, Olimpia. No la abrieron. Consideraron que no tenían ningún derecho a andar huroneando en la correspondencia de un hombre y su mujer. Lo cuenta Plutarco en un texto de una actualidad asombrosa, titulado Consejos sobre la política.

1 comentario:

  1. Opuscle molt ben traduït a Adesiara (Martorell); però que no arriba a la genialitat de l'A Nicocles d'Isòcrates.

    ResponderEliminar

El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...