domingo, 29 de enero de 2012

Barrera Tyska

Alberto Barrera Tyska (Caracas, 1960) concluye su novela La enfermedad con esta frase que le dirige un padre a su hijo: "No me dejes morir sin hablarme" (que es lo que vino a decirles también Sócrates a Simias y Cebes el día en que tenía que beberse la cicuta). Al leerla he recordado un cuento suyo cuyo primer párrafo es el siguiente:

"A mi amigo Lencho Mejía lo han asesinado treinta y siete veces en Los Ángeles, cinco en Tijuana y una vez en una coproducción rumano-argentina, filmada en Honduras, que estuvo muy cerca de concursar para el Óscar a mejor película extranjera. Pero sólo en dos ocasiones ha tenido la oportunidad de decir un breve parlamento antes de caer definitivamente al suelo. “Chinga tu madre.” Ambas veces. Tuvo que exclamarlo rápido y en voz baja, pero le puso mucho sentimiento. Todo el Stanislavsky que ha estudiado cabe en esas tres palabras. Eso es lo que Lencho siempre dice cuando, a la altura del cuarto tequila, en su casa, va y busca los videos y nos obliga a ver, una tras otra, todas sus muertes". 

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