jueves, 25 de noviembre de 2010

La Bounty como metáfora II

 A Bellerofonte
 
Desde que William Bligh se embarcó de grumete, con siete años, se había pasado la vida de barco en barco. A los 18, estaba a las órdenes del Capitán Cook como primer oficial del Resolution. Con él descubrió Tahití y Hawai. Estuvo presente en la bahía de Kealakekua cuando el 14 de febrero de 1779  Cook fue asesinado por los nativos. Compartía con él una profunda desconfianza a las exaltaciones románticas.
 
La muerte del Capitán Cook en el Paraíso dio pábulo a mil leyendas  que corrían de boca en boca en los puertos británicos. William Bligh las tenía por bonitas historias para ancianas, pero no era insensible al  rumor de fondo que transmitían. Él mismo había escrito que “estos lugares son realmente el paraíso terrenal, y si la felicidad dependiera de la situación y de la comodidad, aquí se encontraría en su máxima perfección. He visto muchos lugares, pero Tahití es superior a todos ellos.” Sabía también que las mujeres de Tahití eran las criaturas más humanas y cariñosas del mundo.  A veces comentaba con sus próximos la ironía con que Swift concluye el Viaje al país de los Houyhnhnms: “Desearía yo muy de veras una ley que prescribiese que todo viajero, antes de permitírsele publicar sus viajes, viniese obligado a prestar juramento ante el gran canciller de que todo lo que pretendía imprimir era absolutamente verdadero según su más leal saber y entender, pues así no seguiría engañándose al mundo, como hoy generalmente se hace por ciertos escritores, que, a fin de buscar aceptación para sus obras, extravían al incauto lector con las más groseras fábulas”.

William Bligh zarpó de Portsmouth al mando de la Bounty con la orden de cargar en Tahití cuantos árboles del pan pudiera transportar a las Indias Orientales, donde se esperaba poder alimentar con sus frutos a la creciente población de esclavos negros. Para ello había acondicionado un invernadero en el gran camarote. La Bounty era un velero mercante de 215 toneladas con una tripulación de 215 hombres. Estaba aparejado de fragata y acondicionado para realizar largos viajes de exploración. Iba armado con cuatro cañones y 8 culebrinas. Actualmente es el barco favorito de los fabricantes de kits. Por internet se ofrece a un precio asequible un set completo de planos para el montaje de la jarcia y la arboladura y un manual con fotografías a todo color que muestran todos los detalles del barco. 
 
Camino de Tahití, el 17 de febrero de 1788, se cruzó frente a Tenerife con el ballenero británico Queen of London. Aprovechó la oportunidad para enviar varias cartas en las que afirmaba que sus oficiales y cadetes eran “todos dóciles” y se mostraban magníficamente predispuestos a cumplir sus órdenes. “Nos entendemos tan bien –añadía- que seguiremos así todo el viaje.”

3 comentarios:

  1. Y acabó como el rosario de la Aurora... Por cierto, don Gregorio, que 215 hombres me han parecido demasiados, así que lo he consultado y en realidad (contando con Charles Laughton, Clark Gable, Marlon Brando y Trevor Howard) se embarcaron 42.

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  2. Gracias Gregorio. En el fondo envidio un poco ese país que podía permitirse el lujo de gastar el saldo sobrante de su maquinaria capitalista en enviar gente a descubrir el mundo. Eran los astronautas del siglo XVIII, soldados para la ciencia, como ahora tenemos soldados para la paz. Aunque Bligh, por cierto, estuvo también a las órdenes de Nelson en una de sus batallas más brillantes y menos conocidas, la del puerto de Copenhage (1801).

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  3. Arrebatos: ¡Demonios! Puesto a meter la pata, no hay que andarse con timideces.
    ¿Cómo he podido escribir esa absurda cantidad?
    Pues no lo sé.
    Gracias, Arrebatos.

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