martes, 9 de noviembre de 2010

De la necesidad de consuelo

7 comentarios:

  1. hay que quererlo como psicólogo, quizás lo supere

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  2. Un gato nunca podría servir como psicólogo...con esas miradas que te lanzan del tipo "suicídate de una vez y no me des más la tabarra".

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  3. Cel·lia: Yo no lo tengo tan claro, al menos por lo que respecta a Bacallà Salat su ronroneo es como un atractor de preocupaciones. Lo que ocurre es que sólo ejerce de psicóloga cuando a ella le da la real gana y siempre de manera discreta, nada de jalear su presencia convirtiendo su rabo en un molinete.
    Y respecto a esa mirada que usted señala, y que conozco bien, es una prueba de lo brutal que puede llegar a ser la sinceridad.
    Por cierto: el pediatra me dio un susto tremendo al sugerir que mi nieto podía ser alérgico a los gatos. Parece que ha sido una falsa alarma.

    ¿Conoce usted a Mr. K?

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  4. Ojalá todo se solucionara de esa manera. Bueno, tal vez sea así (por lo menos, todo lo que tiene solución).

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  5. Claro es para sentirnos cerca de nosotros mismos... bien calentitos...

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