miércoles, 22 de agosto de 2007

Imágenes del verano II: El regreso


Uno emprende confiado el camino de regreso desde Jorquera, esperando que las vacaciones duren como mínimo hasta llegar a la puerta de casa. Desde las murallas almohades de esta histórica ciudad hemos disfrutado del regateo del río Júcar con la naturaleza, retorciéndose en caprichosos meandros hundidos en un vergel oculto bajo la altiplanicie reseca de La Mancha. Uno vuelve, pues, con los ojos llenos de luz y con un deje de melancolía en el alma.


Pero al entrar en Cataluña nos recibe un aire levantisco. Tanto hablar de la lamentable dejadez de las infraestructuras catalanas y a nosotros lo que se nos viene encima es la completa sobreestructura celeste de este caprichoso agosto catalán. Es evidente que llegaremos a Barcelona bajo la lluvia. Disminuimos la velocidad, bajamos el aire acondicionado y abrimos una leve ranura en las ventanillas del coche.

La amenaza se cumple en Martorell, que es donde los que volvemos a Barcelona nos topamos de narices con la realidad que hemos dejado atrás por unos días. No hay melancolía en esta lluvia tras los cristales, sino sólo un lamento (que tiene más de pose que de amenaza sincera) por no tener fuerzas para pegar un volantazo y volver atrás, a buscar una casa rural y organizarse la vida de otra manera. Típicos lamentos de burguesillo con culo de mal asiento y pocas ganas de trabajar en serio.


La radio nos informa de que, efectivamente, todo lo dejado atrás sigue en su mismo sitio. Tanto es así que da una tremenda pereza escuchar de nuevo a lo siempre repetido por nuestros políticos. Debería decretarse el día del ciudadano inteligente y para celebrar la efémires como se merece, a lo largo de las completas 24 horas de ese día los políticos sólo deberían hablar de cosas sensatas, con aire sereno, sin aspavientos ni ringorangos. Al llegar a casa sacamos las maletas del coche y nos miramos perplejos, preguntándonos dónde demonios nos hemos dejado olvidadas las vacaciones.

5 comentarios:

  1. Sin duda que ha sido un agradable viaje. Lo deduzco por la pizca de envidia que me ha inoculado este post y sus fotos.
    Tengo ganas de mirar al horizonte y verlo. Poder observar esa línea difusa donde la tierra se funde con el cielo y las nubes viajan raudas y con perspectiva. Tendré que abandonar Barcelona por unos días, ya lo veo...

    ResponderEliminar
  2. Gracias Arrebatos.
    Yo te imaginaba haciendo las maletas para Granada...

    España está llena de rincones fantásticos con pocos turistas, en los que aún se puede escuchar el silencio. Piensa que Cuenca, que tiene una sierra que es un prodigio, apenas llega a los doscientos mil habitantes ¡en toda la provincia!

    ¿A quién se le ocurre ir en agosto a Albacete? ¡Pues te aseguro que no sólo se puede sino que esta provincia tiene escondidas unas cuantas sorpresas prodigiosas. Se puede, además, comer divinamente por precios más que razonables. Con lo que te cobran en un bar de Barcelona por un zumo de naranja fresco puedes desayunar por ahí dos cafés con leche, un par de tostadas con mantequilla y mermelada y un enorme zumo de naranja (lo he comprobado diariamente).

    ResponderEliminar
  3. ¡Válgame Dios! ¡Lo ve! ¡Lo ve! ¡Si es que no hay nada peor que un ciudadano con dinero! ¿Comiendo mantequilla?

    ¡Y después se pregunta porque se le impiden a los ciudadanos tener más dinero del imprescindible para sobrevivir! ¡Dele gracias a las hipotecas! ¡Criminal!

    ResponderEliminar
  4. Vaya me apunto a eso de dejar de ser burguesa y vivir nomada .....

    ResponderEliminar
  5. Gracias a usted por su blog.
    Hasta pronto.

    ResponderEliminar

El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...