jueves, 26 de abril de 2007

Africa II

I

David Livingstone nunca comprendió a las mujeres. “Yo no estoy bien informado –escribió en una carta- de los sentimientos de esos seres que han sido femeninos toda su vida”. Tras aceptar que estaba destinado a vivir sin amor, decidió dedicar su vida a una pasión. En diciembre de 1840, a la edad de 28 años, zarpó de Inglaterra, rumbo a África, donde pasó los 30 años restantes de su vida.

II

Imaginémoslo hundido hasta la cintura en el barro de las marismas tropicales. Envuelto en vapores densos y nubes de mosquitos; con los pies ulcerados y la sangre emponzoñada por el paludismo, la tuberculosis y el escorbuto. Imaginemos también su tozudez. Nunca se da por vencido. En algún lugar no muy lejano le esperan las fuentes del Nilo, y con ellas, la gloria inmortal.

III

El primero de enero de 1854 alcanzó exhausto el paso de los Mambaris, donde esperaba encontrar inéditas maravillas que recompensaran todos sus sufrimientos. Pero sólo halló un fragmento de acero de una cadena de reloj, posiblemente fabricado en su propia patria. Lo contempló un rato en silencio y se lo guardó en el bolsillo. En su diario pasó por alto la frustración para narrar con todo detalle que a eso de las once entró en la aldea Chikondo, situada en las orillas del Loncoyé, y que regaló a las mujeres del jefe manteca para que se ungieran la cabeza y los pies y que después pasó al país de la reina Pyemoena, quien confundió su cabellera rubia de inglés orgulloso con la melena de un león.

IV

Antes de embarcar para África ya tenía pensado el texto que escribiría a las autoridades del Imperio Británico para comunicarles su descubrimiento de las fuentes del Nilo. Creía ciegamente en las descripciones Herodoto y buscaba cuatro fuentes y una montaña de dos cabezas de donde manaban las fuentes de todos los ríos de África.

V

Después de circunvalar el lago Tanganica se vio obligado a reconocer que el Nilo tenía incontables fuentes, tantas que era imposible señalar las cuatro de Herodoto y proclamar con orgullo que allí nacía el río de los faraones.

VI

Le entregó sus cuadernos de notas a Stanley, tras su famoso encuentro el 3 de noviembre de 1871. En ellos confesaba que prefería vivir entre los negros de África que entre los miembros de la Sociedad de Antropología de Londres. Murió dos años después, el primero de mayo de 1873, rodeado de negros, que llevaron su cuerpo a lo largo de diez meses hasta la costa.

VII

Stanley. Henry Morton Stanley nació en la País de Gales, pero sin apellido. Su madre, incapaz de saber quién la había dejado preñada, le compró el apellido a un borracho. El borracho tampoco se apellidaba Stanley, sino Rowlands. Henry pasó a apellidarse Stanley cuando estuvo en condiciones de inventarse un pasado y de galés se convirtió en americano. Los lectores británicos nunca apreciaron mucho sus crónicas africanas para el New York Herald, ni tan siquiera la de su encuentro con Livingstone. Siempre lo tuvieron por un trivial periodista americano.

VIII

Cuando J.H. Speke relató su descubrimiento de las fuentes del Nilo comenzó recordando sus esfuerzos que “fueron recompensados con creces”. Sin embargo un poco más adelante matiza: “Aunque era bellísimo aquel paisaje no resultó exactamente lo que había esperado”.

4 comentarios:

  1. Tras ver Apocalypse Now leí "El corazón de las tinieblas" de Conrad. Poco después sentí cierta curiosidad por el orígen de esa narración, hasta dar con Livingstone, Stanley y el rey Leopoldo II de Bélgica.
    Escribí hace un tiempo algo sobre ello, intentando relacionar las tres fuentes que me habían llevado hacia esta historia.
    Aquí os la dejo, por si os apetece leerla.

    http://arrebatos.blogspot.com/2005/11/kurtz.html

    ResponderEliminar
  2. Excelente tu espacio, no recuerdo como lo encontré, pero desde hace un tiempo te tenía en mis links y recién hoy te firmo.

    Que increíble la visión de el tal Alan Greenspan sobre el mundo...

    Cuando quieras pasar por mi espacio serás bienvenido.

    Cálidos saludos...

    + Natalia +

    ResponderEliminar
  3. Curiosamente, Stanley estaba en Madrid, en su casa de la calle de la Cruz, como cita en el primer párrafo de sus memorias, cuando su periódico le propuso partir en buisca de Libingstone o mejor, le invitó a ir a París para hablarle del tema.
    A mi, esta historia, siempre me ha parecido el típico reportaje en el cual la prensa es la protagonista y el personaje se crece en función de lo que escribe de si mismo.
    Hay algo curioso en las memorias del periodista americano y es el post scriptum. Tuvo siempre una idea fija: que la Royal Society no valoraba sus esfuerzos viajeros ni los logros de sus hallazgos de observación geográfica. Cuandó su libro estaba a punto de entrar en prensa, recibió una invitación de la RS para una comida en su honor. Este, a modo de homenaje, le hace concluir así el post scrptum: En fin, conservaré religiosamente la medalla que me ha concedido la Real Sociedad Geográfica, así como la rica tabaquera con que me ha honrado SM la Reina Victoria.

    Sin embargo, sus memorias "Viaje al Africa Tenebrosa" son terribles y denuncia de una manera clara y directya la aniquilación de la negritud por los comerciantes árabes en busca de marfil, por la esclavitud y por la codicia de los aventureros. Africa sufre un saqueo terrible y Stankley propone un acuerdo entre naciones civilizadas para impedir la entrada de la pólvora en el continente, salvo para consumo de la Administración.

    ResponderEliminar
  4. A mi es que estas vidas tan intrépidas , aventureras y a la vez tan alejadas de mi trayectoria vital me producen siempre una mitificacion casi religiosa

    ResponderEliminar

Júbilo

I Amanecer en Atocha. Todos estamos de paso. Las estaciones son monumentos al desarraigo, especialmente a esta hora de la mañana, cuando aún...