jueves, 30 de noviembre de 2006

Memorias de un hombre con alzheimer X

Cuando empecé a comer se me acercó un viejo desarrapado, arrastrando los pies. Llevaba prendidas a la ropa un par de vieiras enormes y montones de estampitas piadosas de todo el santoral cristiano.

- ¿Tiene hambre? –le pregunté, mostrándole el bocadillo.

- ¡Ave María Purísima! –me contestó mientras se persignaba- ¿Y de qué es, hijo, si puede saberse?

- De mortadela.

- ¿Has dicho de mortadela? ¡Bendito sea Dios! ¿No me estarás tomando el pelo, hijo?

- ¡Mírelo usted mismo, hombre, desconfiado! -y abriendo el bocadillo le enseñé su contenido.

- ¡Bendito sea Dios! ¡Bien puede hacer diez años de la última vez que la caté!

Partí en dos el bocadillo y le ofrecí la que me pareció un poco mayor.

- De ninguna manera, hijo, yo no puedo coger el trozo más grande.

- Como quiera...

Le entregué el más pequeño y le guiñé un ojo.

- ¡Dios te lo pague!

- ¡A ver si es verdad!

- ¿Cómo no va a ser verdad? Aquí donde me ves a mi, cada noche me viene a visitar san Antón, me pone su perrico al costado y me tapa con su manta. Gracias a él no paso nada de frío.

- ¡Cómo se le va a aparecer San Antón!

- ¡Pues como te lo digo! No dice ni palabra, pero me pone el perrico aquí, al lado del estómago y duermo tan calentico.

El viejo se llevó un trocito de pan a la boca, lo estuvo reblandeciendo unos instantes y después lo acompañó con un pellizco de mortadela.

- Yo ya no puedo masticar, ¿sabes? Para tragarlo lo tengo que deshacer dándole vueltas.

- Ya veo, ya...


Comimos los dos en silencio, pero yo no podía apartar mi mirada de aquel hombre, que se relamía con cada trozo de mortadela que se llevaba a la boca.

- Tome, ande, tome este otro trozo. Disfruto más viéndolo comer a usted que comiendo yo.

- No, hijo, no. Tenemos que ser buenos cristianos y no pasarnos nunca de la raya.

- Pues se lo guarde para el perrico de San Antón.

- No, que es santo y no come.

- Ande... tenga... si yo, total...

- Me lo guardaré para mañana, que la viejica que supo vivir, pan para mayo y leña para abril.

- Se le quedará como una piedra.

- ¡Ay hijo! ¿Qué sabes tú de eso? ¡Como la piedra es como se pone el estómago cuando llevas mucho sin comer!


Permanecimos un buen rato juntos. El hombre me contó que iba camino de Compostela, a donde quería llegar poco antes de morir.

- ¿Cómo de poco?

- Pues poco quiere decir poco. A mi ya ni me queda correa ni me queda nada de nada. Es lo último que me falta por hacer en esta vida. ¿Pa’qué voy a darme prisa? ¿Qué voy a hacer después si llego antes d’hora?

El sol se reflejaba rutilante en el mar grasiento del puerto, tiñendo el agua de iridiscentes tonos metálicos. El hombre señaló hacia el horizonte marino, más allá del puerto y añadió:

- ¡Ya sólo me quedará ir allá, al Valle de Josafat!

El termómetro moral de Europa

Un día que andaba Dios un poco despistado permitió que Putin se erigiera en mandamás de Rusia. Al recobrar la sensatez vio que el muchacho dejaba bastante que desear, pero se dijo a sí mismo: "Dejémoslo así, les servirá de termómetro moral a los europeos".

Dos imágenes

Paisajes así existen aún (creo)

Finales así también (sin duda)

Via Spartn

miércoles, 29 de noviembre de 2006

Futesas VII

I


II

Habermas: “La ética ha quedado degradada a ciencia melancólica, como dice Adorno, porque tan sólo permite, en el mejor de los casos, ‘reflexiones desde la vida dañada’ dispersas, en forma aforística


III

Kierkegaard: “Se puede tanto reír como llorar al ver que todo este saber y comprender no ejerce absolutamente ningún poder sobre la vida del hombre


IV

El genio de la botella

Un día un mísero pescador cogió en la red una lámpara de la que salió un genio nada más frotarla. El genio le dijo al pescador que podía pedir tres deseos, los que quisiera.

- En primer lugar -contestó el pescador- desearía que me hicieras lo suficiente inteligente como para hacer la mejor elección con respecto a los otros dos deseos.

Al genio no le costó concederle esto que pedía y a continuación se interesó por su segundo deseo.

- Gracias –le contestó el pescador- pero no tengo más deseos.


V

Tomarse en serio

Cuenta un antiguo relato árabe que un anciano mendigaba por las calles de Damasco sin que nadie se fijara en él. Pasaba totalmente desapercibido. Sólo un recién llegado puso sus ojos en él y sorprendido, le preguntó:

- ¿Qué haces? ¿No ves que nadie se fija en ti?

El mendigo volvió sus ojos al recién llegado y le contestó con tranquilidad:

¿Y a mi qué? Yo sí reparo en mí y eso me basta. Lo contrario sí que sería horrible: que todos reparasen en mí y que yo me ignorase.

Esta historia presenta evidentes similitudes con una de Diógenes el Cínico. Se dice que cierta ve alguien le preguntó:

- ¿No te importa, Diógenes, que todos se rían de ti?

- ¿Por qué ha de importarme? –preguntó a su vez Diógenes -¡Mientras yo me tome en serio!


VI

Diálogo zen

- Maestro –le preguntó a un sabio un discípulo- ¿qué le ocurre a un hombre inteligente cuando muere?

- ¡No lo sé!

- ¿Pero acaso no sois vos el hombre más inteligente?

- Quizás, pero, en todo caso, aún no estoy muerto.


VII

Chamfort: “La felicidad no es cosa fácil: es muy difícil encontrarla en nosotros, e imposible encontrarla en otra parte.”


VIII

Schopenhauer

Nuestra naturaleza animal es, en general, la base de nuestro ser y, en consecuencia, también la de nuestra felicidad. Lo esencial para nuestro bienestar será, pues, la salud, y junto a ésta los medios para nuestra conservación, es decir, unos ingresos seguros.

...

La especie más baja de orgullo es la vanidad nacional. En efecto, ésta denota en quien la sufre la carencia de cualidades individuales de las que pudiese sentirse orgulloso, puesto que de ser así no acudiría a aferrarse a otras que tiene que compartir con millones de individuos.

...

Cualquier tarugo miserable que no tiene nada en el mundo de lo que pueda sentirse orgulloso, se aferra al último recurso: vanagloriase de la nación a la que casualmente pertenece; aquí se siente a sus anchas, y se muestra tan agradecido que está dispuesto a defender con manos y pies todos los errores y tonterías de su nación, que también son los suyos.

...

Cada nación se burla de las otras y todas tienen razón.


IX

Este buen hombre es el australiano Les Stewart. Un buen día de 1982 se le ocurrió la luminosa idea de escibir con sus correspondientes letras todos los números comprendidos entre el uno y el millón (uno, dos, tres, cuatro...). Ahí lo tenéis con su labor concluida. 16 apasionantes años le ha llevado culminar su empresa, para la que ha necesitado 19.99o folios y 1000 cintas para su máquina de escribir. Yo, la verdad, no lo veo feliz. Es como si se hubiese quedado sin norte. Dice Aristóteles al comienzo de su Ética a Nicómaco que hemos de organizar nuestra vida como arqueros que apuntan a un blanco. ¿Pero qué ocurre cuando ya has dado en el blanco?

Racionalismo ilustrado

martes, 28 de noviembre de 2006

Ser humano

Ser humano consiste en poder ser inhumano.

Un post repleto de incorrecciones (políticas)

¿Qué es eso de la “violencia de género”? Hay pocas cosas menos inocentes que las palabras. ¡Vienen todas cargadas de sentido!

La “violencia de género” es lo que ZP insiste en llamar, de manera un poco redundante, “la criminal violencia machista asesina”. Es decir, se refiere a una conducta que parece ir asociada al machismo exacerbado. La ventaja de esta expresión es que al desligar el “machismo violento” de la condición humana, convierte al machismo en un fenómeno cultural y, por lo tanto, culturalmente modificable. Una especie de error humano. Este sería otro de los problemas originados por la ignorancia y el atraso moral. Por lo tanto, el remedio se encuentraría en la educación adecuada. Si tras las campañas publicitarias, las manifestaciones y la educación para la igualdad y la convivencia sigue habiendo violencia de género, la culpa sólo podrá ser ser o de la Iglesia o de la tele, con todas esas películas violentas americanas.

Junto a lo que muestra, me interesa resaltar lo que oculta esta expresión. Se trata de la voluntad de alejar la violencia de la condición humana. La violencia machista ha de ser machista para no ser humana. Evidentemente hay que preservar, como sea, la bondad natural del hombre. Porque si el hombre tuviera, por naturaleza, un componente agresivo y violento, entonces la teoría que defiende que no hay problema social que no se soluciones con la educación adecuada, sería un fraude.

Por otra parte, como la violencia machista es una violencia de género, la victima es, indirectamente, un género, un colectivo. Claro que en la práctica las víctimas nunca son géneros, porque los géneros acostumbran a ser muy poco sensibles, sino personas individuales con biografías individuales. Exactamente igual que los criminales. Pero el juego con las palabras nos permite contemplar de manera diferente el caso individual e intransferible en el que la victima es una mujer maltratada, de aquel en que es un niño maltratado, un anciano maltratado o un hombre maltratado. En el caso de la mujer las víctimas son ella y su género. Pero si sometemos la individualidad al género, ¿dónde queda la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley?

Lulú II

Para Marta Castro, sin palabras.

lunes, 27 de noviembre de 2006

Memorias de un hombre con alzheimer IX

Paseábamos por las callejuelas de Ciutat Vella cogidos de la cintura, doblando por aquí o por allá, sin seguir ninguna dirección preconcebida y sin parar de besarnos. Sin darnos cuenta desembocamos en la Plaza Real. Nos sentamos al sol junto a una pareja de ancianos. El viejo estaba comiendo aceitunas negras. Las cogía a puñados de un cucurucho de papel y se las metía en la boca. Miré a Isa, sorprendido, al oír el crujido de los huesos de las aceitunas, triturados por las muelas del viejo.

- Me juego lo que quieras -le dije- a que no le falta ni un diente.

El viejo, que tenía un oído más fino que lo que yo había sospechado, nos abrió una boca enorme, mostrándonos una dentadura ennegrecida por la papilla negruzca de las aceitunas.

- No me falta ni una muela –nos dijo-. Toda la vida de la vida he desayunado lo mismo, un buen cucurucho de aceitunas negras y a plantarle cara al día, que buena falta hace.

- ¿Y a que nunca se ha lavado los dientes? -le preguntó Isa, con descaro.

- Una vez lo intenté, pero por pocas vomito del asco... ¡Qué arcadas que me vinieron! Estaba en el hospital y esta -señaló a la viejecita sentada a su derecha, una mujer apagada, pulcra y encogida- me trajo una muda nueva, un cepillo de dientes y un tubo de pasta de esa. ¡Qué asco! ¡Toda aquella espuma! Eso son idioteces, os lo digo yo. Inventos de los americanos. Si uno está bien todo lo que tiene que hacer es no ir a peor. ¡Cuánto mejor iría el mundo si dejáramos de empeñarnos en arreglarlo! ¿Qué falta le hacemos nosotros al mundo, a ver?

El viejo nos extendió el cucurucho.

- ¿Os apetece?

Al salir a las Ramblas Isa me pidió que la invitara a un café con leche.

Entramos, cogidos de la mano, en el Café de la Opera. Ya era medio día y estaba bastante lleno. En una mesa junto a la puerta de entrada, vimos una pareja de hombres maduros, muy amanerados. Uno de ellos estaba llorando y se secaba las lágrimas con un pañuelo de seda con dos letras bordadas. El otro estaba escribiendo una carta. En el borde de la mesa había un sobre con la dirección ya escrita.

Nos sentamos a su lado.

Mientras nos tomábamos el café le conté a Isa que yo tenía un amigo sevillano que ligaba con las turistas en las Ramblas y remataba la faena en la Iglesia de San Agustín.

- ¿Cuál es el peor recuerdo de tu vida? -me preguntó.

- ¡Hombre! ¡Así de pronto!

- Pues dime el primero que te venga.

- Tenía un gorrión. Era un crío y mi padre me trajo un día a casa un gorrión que se había encontrado herido en el campo. Lo traté con toda delicadeza y al cabo de unos días estaba curado. Le ataba un cordelillo a una pata y lo sacaba a pasear.

- ¿Con un cordel?

- Volaba un poquito, que la cuerda era larga, pero en cuanto le daba un tirón, volvía y se me paraba sobre el hombro derecho. No puedes hacerte ni idea de lo orgulloso que estaba yo con aquel pajarillo. ¿Dónde se han metido aquellas tardes?

- ¿Qué tardes?

- Aquellas infinitas tardes de verano. ¿Dónde se han metido?

- ¿Y qué pasó?

- Que un día el tonto del pueblo lo cogió al vuelo y de un mordisco le arrancó la cabeza.

- ¡Esta es la historia más triste que me han contado nunca!

- Esta es la historia más triste del mundo.

sábado, 25 de noviembre de 2006

En memoria de una fecha que no fue

I

El País (24-XI-06) (el redactado es responsabilidad exclusiva de la periodista):

El presidente del gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero, insistió ayer en la defensa de los ideales de paz y en la crítica contra el uso de la violencia. “Igual que produce sonrojo ver al PP criticar y alejarse de cualquier iniciativa que planteo por la Alianza de Civilizaciones o la paz en Oriente Medio”, señaló Zapatero. El presidente señaló que igual que uno de los grandes logros del siglo XX fue la democracia, en el siglo XXI, la fuerza más grande será la paz y el entendimiento entre los pueblos.

II

Efectivamente, Alicia.

III

Leo con melancólico cabreo el artículo de Alain Lipietz en Le Monde titulado “L’Europe, telle que nus l’avons perdue”. Y es que aunque nadie se haya querido acordar, el uno de noviembre debiera haber entrado en vigor la Constitucion Europea, reemplazando a los tratados de Maastricht y Niza. Como Europa es feliz en el infantilismo político en el que vive, nadie ha pedido cuentas a los del no por las consecuencias del frenazo. ¿Cómo se puede ser verosímilmente antiamericano y negarse al mismo tiempo a crear una Europa unida? El tiempo no juega a nuestro favor. Si Europa no avanza no por ello el resto del mundo se demora en nuestra espera. El conocido como grupo de los BRINC (Brasil, Rusia, India y China) sigue su proceso. El mundo se está rediseñando a una velocidad de vértigo y nos limitamos a contemplarlo desde lejos, para no mancharnos las manos con la gestión de la realidad, como si se tratara de un espectáculo que no va con nosotros.

Putin nos desprecia con toda chulería, Irán y Siria nos ignoran, China está extendiendo sus tentáculos y nosotros, europeos, nos miramos el ombligo de nuestros particularismos, porque nuestra principal preocupación es emborracharnos del orgullo de nuestras triviales/tribales diferencias internas.

viernes, 24 de noviembre de 2006

Memorias de un hombre con alzheimer VIII

Arrastrada por todas las mareas, acabó varada en la calle Escudillers de Barcelona. Medo, que tanto la había malamado, la llamaba Alondra. Solía llevar calcetines de diferente color sobre las medias, un poco caídas, y exagerados zapatos de tacón de aguja con los que no sabía andar. Todo en ella estaba dado de sí: Su mirada, sus gestos, sus carnes, su voz y su palabra, su ropa, su moño desmañado y su pésima manera de canturrear What a difference a day makes, de Dinah Washington. Pero seducida por la frescura de la juventud transeúnte, sabía rehacerse un instante para convocarla a voz en grito a cruzar el río del olvido. El tiempo acabó siendo para ella un río revuelto, sin vados y sin puentes y buscaba desesperadamente compañía para alejarse de la atracción fatal de su corriente. Una madrugada de febrero del 98, en la barra de La Internacional, le susurró a Medo mientras se limpiaba la sangre de un diente recién partido:

- Dios es amor o es verdad, si es verdad, entonces todo es cuento, si es amor, ¿por qué se interpone entre tú y yo?

Con la edad se le fue enturbiando tanto la mirada que no encontraba clientes insensibles al dolor licuado de sus ojos -porque la degradación de la carne se llama tristeza-. Los brazos caídos, los pies hinchados. Había sido bellísima, esta Alondra. Cuando Medo la encontró muerta sus ojos atónitos, tristes brasas heladas, estaban abiertos, redondos y desmedidos, como piedras de amolar. En su entierro lloró desconsolado: “Aquí yace Alondra, amigos míos, pero yo os juro que no hay corazón más intacto que el de este cuerpo inerte.

jueves, 23 de noviembre de 2006

De Bush a Mendelssohn

I

El antiamericanismo primario está feliz con la derrota electoral de Bush. Hubiera sido magnífico que Bush para no defraudar al antiamericanismo primario, hubiese reaccionado como un cow-boy frustrado, lanzando, qué sé yo, un bombardeo masivo de hamburguesas con carne de cerdo sobre Arabia, por ejemplo. Y, sin embargo, le ha dado el finiquito a Rumsfeld y se dispone a cohabitar con los demócratas con un fair-play absolutamente desconocido por los europeos.

II

Algunos analistas sostienen que quien ha vencido en estas alecciones americanas ha sido, en realidad, Bush padre.

III

Los Estados Unidos son un país singular. Joseph Lieberman, elegido senador por Connecticut, fue derrotado en las primarias de su partido, el Demócrata. En lugar de retirarse a su casa se presentó como independiente, y ha ganado. Sin embargo una vez proclamado vencedor, ha asegurado su fidelidad a los demócratas. ¿Y qué decir de Keith Ellison, el primer musulmán elegido congresista? Es divertido ver a los antiamericanos pasar de puntillas por este nombre. Mejor ignorar su existencia.

IV

Diálogo de una pareja cruzando la Rambla de los Capuchinos de Barcelona:

- ¿Vamos?
- Bueno.
- ¿Cómo que “bueno”? ¿Qué quiere decir “bueno”?
- “Bueno” quiere decir bueno.
- Pero bueno de “¡qué bueno!” o bueno de “que bueno…”?
- ¡Como quieras!

V

Ruskin, una de las almas más sensibles que ha tenido Inglaterra, se gastó una fortuna levantando de la nada el urbanismo de la ciudad ideal. Pero cuando buscó los ciudadanos que pudieran habitarla, tuvo que dar permiso de residencia a hombres reales. Él, por su puesto, se exilió.

VI

Una agradabilísima sorpresa: Josep Monter me envía su traducción de una de las obras más relevantes de la Ilustración alemana, el Fedón de Moses Mendelssohn. Espero que tenga el eco que se merece.

VII

Moses Mendelssohn representa arquetípicamente uno de los momentos cruciales de la historia de Europa, aquel en el que los judíos alemanes se miraron a sí mismos como descendientes al mismo tiempo de Jerusalén y de Atenas y creyeron posible realizar la síntesis entre ambos proyectos en la Alemania ilustrada, a la que concebían como la patria de la razón. En gran medida este proyecto fue heredado por Cohen, que murió antes de la tragedia. Su mujer acabó en un campo de extermino nazi.

Porque sí

www.msf.fr - Médecins Sans Frontières



miércoles, 22 de noviembre de 2006

... féminas con cantos de sirena.

En el post anterior, en el que pedía desesperadamente ayuda para librarme de la Paulina, un -quiero creer- bien intencionado pero cruel anónimo me aconsejaba "no entrar en los sitios que provocan éstas "impuras" apariciones de féminas con cantos de sirena". Le respondo con un largo y melancólico suspiro y un cuento perfecto de Kafka.

Edward Poynter
(¿otro falócrata?)
"The Cave of the Storm Nymphs"


El silencio de las sirenas

Franz Kafka

Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:

Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente.

Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.

En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción.

Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.

Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.

Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.

La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.

S.O.S.

Don Pedro I el Cruel me escribe lo siguiente:

Consulto a menudo tu blog. Se dispara a cada vez un archivo con la dichosa cancioncita de Paloma Rubio. Al principio, bien. Pero a la veinteava vez.... Me la sé de memoria. ¿Sabes qué se puede hacer? ¿Te ocurre a tí también? o ¿es un problema mío, algún archivo intruso aferrado como una garrapata a tu página?

No tengo ni idea, Pedro, de como borrar esto. Confieso mi absoluta inutilidad informática. Pero ya verás cómo los amigos de El Café de Ocata me echarán una mano cuando lean este SOS. ¡¡¡Necesito eliminar esa adherencia intempestiva!!! Pero, por favor, ayudadme como se ayuda a un ciego a atravesar un campo minado, com mucha, mucha paciencia.

lunes, 20 de noviembre de 2006

Sarah Lucas: el feminismo paranoico.

Hay un feminismo obsesionado con los genitales masculinos y sus operaciones. El otro día nombramos en El Café de Ocata a una premio nacional de ensayo de cuyo nombre hoy no quiero acordarme.

Hoy os presento, si es que aún no tenéis el gusto, a Sarah Lucas, que puede ser considerada como la abanderada estética de la aguerrida lucha contra la falocracia.


No tengo ni idea de cuántas mujeres se pueden sentir tan motivadas con esas imágenes como para proyectar en ellas sus frustraciones o sus afanes de cambio, pero a mi me mosquea esta insistencia en representar los instrumentos de tortura del tirano.

Yo veo todo esto efectivamente como arte simbólico, pero lo que encuentro simbolizado aquí me temo que tiene muy poco que ver con las pretensiones de Sarah Lucas. ¿Me cegará el machismo?


domingo, 19 de noviembre de 2006

Dos ocurrencias


Lope, sobre Platón y Aristóteles

Los profesores de filosofía puden sacar provecho, a bien seguro, de este didáctico soneto de La Circe de Lope de Vega:

Tuvo Platón por firme fundamento

Que toda inteligible specie estaba,

Desde el punto que el alma se formaba,

Asida a nuestro humano entendimiento;

Y que las ciencias que estudiaba atento,

Era que el alma entonces se acordaba

Por la especie existente, que causaba

De lo que ya pasó conocimiento.

Reprobóle Aristóteles, diciendo

Que era tabla desnuda susceptiva,

Hasta saber las ciencias, torpe y rudo.

Yo, por tu ejemplo, la verdad entiendo,

Mario, pues es tu forma intelectiva

De toda ciencia espíritu desnudo.

No tengo nada claro que las diferencias entre Platón y Aristóteles respondan a este esquema, por mucho que siga presente, inalterable, en nuestros libros de texto. Más bien creo que el Aristóteles de cada uno depende en gran manera de cómo sea su Platón. Por mi parte, cuanto más leo a ambos, menos diferencias sustanciales percibo entre ellos. Por cierto, ¿no habrá ningún pro-lopista que me diga quién es el Mario del soneto?

sábado, 18 de noviembre de 2006

Agostino Ramelli, apóstol de la lectura

Agostino Ramelli era un humanista que, haciendo honor a su condición, estaba profundamente preocupado por la difusión de las letras. Así que puso todo su empeño en la invención de un artilugio que facilitara la tarea lectora al máximo. Tras mucho cavilar dio finalmente, en 1588, con esta ingeniosa solución:

Como podéis ver, permite leer al mismo tiempo una gran cantidad de libros sin necesidad de desplazarse de aquí para allá. Me podréis objetar, quizás, que si el progreso de la lectura depende de la difusión de inventos de este tipo, las modernas condiciones de habitabilidad no lo ponen nada fácil. Bueno, pero podríamos pedir a los poderes públicos que habilitasen espacios adecuados. Súbal: ¿Qué te parece?

La máquina apareció en Los tres mosqueteros, de Richard Lester (de 1974) y está descrita en Una historia de la lectura de Alberto Manguel.

Sin palabras II

Vía:
http://fish-n-lilies.livejournal.com/

viernes, 17 de noviembre de 2006

Ségolène Royal

He seguido con un cierto interés –por otra parte bastante desapasionado- el proceso de las primarias de los socialistas franceses que ha concluido con la entronización de esa incógnita que es Ségolène Royal con el 60,62 % de los votos (Dominique Strauss-Kahn ha obtenido el 20,83 % y Laurent Fabius, el gran fracasado, el 18,54%).

Una cara inédita, sin programa, pero prometiendo aires nuevos, ha conseguido encarnar las aspiraciones de cambio de la militancia socialista y la polémica oposición de los viejos dirigentes, curtidos en la vida política durante décadas no ha hecho sino potenciar su candidatura. ¿No os resulta familiar todo esto?

Royal ahora y en su momento ZP me parecen dos síntomas de una curiosa desazón que no solamente recorre a las izquierdas europeas sino que está a punto de encarnarse –si no lo ha hecho ya- como su médula ideológica. Me refiero a la desazón que produce la renuncia a llevarse bien con la realidad. Y, en primer lugar, con la realidad orgánica de las propias organizaciones socialistas. ¿Os acordáis cómo ensalzaba ZP la genuina experiencia democrática de las primarias en el PSOE, contraponiéndola a la dedocracia del PP? Pues atentos a cómo le ha ido creciendo el dedo a Pepiño Blanco.

¿Se han olvidado los partidos socialistas de convivir con la realidad?

La realidad en la que vivimos en la Unión Europea es, en buena parte, una herencia socialdemócrata. ¿Entonces por qué la socialdemocracia es incapaz de celebrar una fiesta de reconciliación con el presente, es decir, con su propia herencia? Los franceses lo tendrían fácil: la podrían hacer coincidir con la inminente festividad nacional de San Beaujolais, en cuyo honor se libarán en todo el mundo dos millones de botellas. Pero no será así. Da la sensación de que la izquierda es genéticamente incapaz de heredar sus propias obras y, mucho menos, de reconocerse en ellas. Me pregunto si no será para evitar ser refutado por su propia herencia.

En cualquier caso el rechazo malcarado de lo que hay, por su incapacidad de situarse a la altura de las nobles aspiraciones ideológicas, condena a la militancia (y al conjunto de lo que podríamos llamar la base electoral sociológica socialista) tanto al narcisismo como –en lógica consecuencia- a una frustración permanente. Pero así están las cosas. Y, si no, aquí tenéis algunas frases extraidas de las primeras declaraciones de Royal tras su nominación:

"Etre socialiste, c'est garder au cœur une révolte intacte"

"Nous allons gravir la montagne jusqu'à la victoire".

"Nous sommes soutenus par une cause qui est plus grande que nous ».

Pero, vamos a ver, los problemas que tienen delante los franceses –sean estos los que sean- o reclaman soluciones técnicas o son problemas metafísicos. Quizás –que los franceses son muy suyos- todo se reduzca a metafísica. Y, entonces, la proclamada necesidad de regeración del socialismo consista en su transformación en una etérea organización metafísica. Quizás tenga que ser así si, finalmente, el discurso de lo políticamente correcto consigue hacer del peterpanismo la razon de ser esencial de la política. De la política europea, claro está.

jueves, 16 de noviembre de 2006

Futesas VI

I

¡A ver si alguien me puede ayudar! ¿De quién era el chotis "Bartolo, si vas al cine"? Decía, más o menos, lo siguiente:

En el cine se ven hechos raros,
que no hay quien los crea;
pero no es la pantalla el asombro,
sino la platea.
Hay parejas que llegan al cine
enteros y sanos
y al minuto de estar sentaditos
les falta una mano...

¿Era de Merecedes Serós?

II

¿Y esto, por qué estoy todo el día sin poder apartarme esto de la cabeza?

En un cementerio entré,
pisé un hueso y dio un 'quejío':

"No me aprietes con el pie,
que soy tu madre, hijo mío,
la que a tu cuerpo dio el ser".

III

- ¡Nada! -grita la vecina- ¿Me oyes? ¡Nada de nada! ¡Ni se te ocurra mentarme!
- Pero... ¿A qué viene esto?
- ¡A que me da la real gana! ¡A ver qué tienes que ir tu diciendo que si esto que si lo otro!
- Pero si yo...
- ¡Tú chitón, ni pío! ¡No quiero que vuelvas a decir ni pío!
- ¿Y a ver por qué no, si se me antoja?
- ¡Porque yo soy mía! ¡Sólo mía! ¡Y de nadie más! ¿Te enteras?

- ¿Tú? ¡Conténtate con ser una recogida!

IV

Mi amigo Antonio Martín, de Sevilla, con el que compartí piso en la Plaza de San Agustín en mis tiempos de estudiante, tenía en proyecto la creación de la Asociación Internacional de los Buenos Hombres Cansados de Serlo. La idea se le había ocurrido después de comprobar la irrefutable existencia de la que dio en llamar “hormona antropofoba”. Según él es la hormona causante del rechazo que la mujer siente hacia el hombre que la ama. Precisemos: hacia el hombre que la ama demasiado. El organismo femenino comenzaría a segregarla automáticamente nada más percibir un exceso de amor en la pareja. “¿Quieres una confirmación? ¡Los símbolos chinos! Un tejado sobre un cerdo representa el hogar, la casa; si hay dos cerdos, es símbolo de alegría, pues el cerdo significa riqueza; ahora bien, si el tejado está sobre dos mujeres, lo que representa es la discordia: la cizaña germinando. El hombre siempre construye su hogar sobre dos mujeres: la que tiene y la que le gustaría tener, para llevar la discordia en el alma. Y así tiene que ser, porque cuando encuentra en la que tiene la que le gustaría tener, está perdido.

V

Había una oración a Santa Agueda que decía:

Gloriosisma Sant'Águeda
de las santas sin rival
que le cortaron los pechos
igual que se corta un pan.

VI

Cantaba Safo:

Pues te miro tan solo y, al punto,
mi voz enmudece.

Saragüigüis

Acabo de escuchar esta conversación, viniendo a casa, entre dos obreros que estaban cargando vigas de madera en un camión. Tal como la he oído os la transmito:

- El Zapatero ha dicho esta mañana en el parte que la selección española va a fichar a moros.

- ¿A moros?

- ¡A ver! ¡Algo tendremos que ganar alguna vez!

- ¡Pos que fiche a saragüigüis, que son medio españoles!

- ¿Y qué es eso de saragüigüis, que dices tú?

- ¿Pos que van a ser? ¡Saragüigüis!

- ¿Pero de dónde es esa gente pa' ir a ficharlos?

- ¡Y yo qué voy a sabé! ¿Es que tengo que sabé de dónde’ to’er mundo, o qué?

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Memorias de un hombre con alzheimer VII

A propósito de un post del gran Quiñonero recordaba yo esta tarde a un tío mío, muerto ya hace tiempo, que me contaba, siendo muy crío, toda clase de historias. Me gustaba mucho ir a pasar la tarde a su lado al salir de la escuela, sobre todo en invierno, cuando nos sentábamos junto a la chimenea, él, mi galga Canela y yo y enterrábamos entre los rescoldos un par de patatas para comérnoslas humeantes con sal.

Era, formalmente, muy requeté y, por lo tanto, oficialmente muy cristiano, pero, sin embargo de vez en cuando se le escapaba una expresión que al recuperarla ahora, después de tantos años, me hace sospechar muchas cosas. “Si en el quinto no hay perdón –me decía- y en el sexto no hay rebaja, ya pueden llenar el cielo de paja”.

Había pertenecido a los tercios carlistas que tomaron Guipúzcoa. Insistía mucho en asegurar que nunca, nunca, los carlistas habían pegado un solo tiro en horas de misa. “Solíamos llegar a los pueblos bien temprano, y si la gente estaba en misa de ocho, esperábamos a que salieran para comenzar con los cañonazos, porque nosotros, antes que por la patria y por el rey, luchábamos por Dios”. Y, según como estuviera de temple, igual me cantaba después una jota:

Lo primero y principal,
Oír misa y almorzar,
Pero si el hombre tie’prisa,
Antes almorzar, que misa.

No faltaba nunca a ningún acontecimiento religioso, pero no le gustó nada el día en que su mujer puso un busto del Sagrado Corazón de Jesús sobre una peana en el cuarto de estar. Yo creo que se sentía espiado en su propia casa. Y eso era excesivo. “¡No te jode! –me decía señalando a la figura con una mueca de ironía tras asegurarse de que su mujer no estaba presente- ¡Santo de cintura pa’arriba, cualquiera!

Con los años fue perdiendo la razón –entonces nadie tenía alzheimer, simplemente a uno se le iba la cabeza, que era cosa propia de los viejos- y me llevaba de la mano a ver –y esto debía mantenerlo yo en el máximo secreto- la ropa interior que tendían ciertas mujeres del pueblo. El se sabía perfectamente qué día de la semana hacía la colada cada una. Yo no le veía la gracia, pero siempre caían o unos cañamones o una gaseosa.

Un día, mientras se estaban asando las patatas y contemplábamos absortos el chisporroteo del fuego, me propuso un plan secreto que nos haría millonarios.

Primero había que hacerse con una mandrágora. Y él sabía dónde había una: en un rincón del soto, a la orilla del Ebro. Nadie me había hablado nunca de la mandrágora y, por lo tanto, yo no tenía ni idea de la existencia de plantas que sabían hablar.

Me aseguró que una vez arrancadas, tenían necesidad de contar todos sus secretos. Y lo que sabían era, ni más ni menos, dónde estaban escondidos todos los tesoros de los moros. Yo estaba absolutamente entusiasmado con la idea. Creo que nunca volveré a vivir con la intensidad de aquellos días. De repente todo lo imaginable estaba al alcance de la mano.

Pero me ocultaba un detalle trascendental que sólo me lo reveló la noche de autos. Resulta que la mandrágora grita tanto al ser arrancada que nadie puede aguantar sus gritos sin enloquecer y morir al poco tiempo. Por eso había pensado atarla a la Canela. Nosotros le silbaríamos desde lejos y al acudir a nuestra llamada, arrancaría la planta. Sí, efectivamente, acabaría muriendo, pero seríamos tan ricos que podría tener todos los perros que quisiera.

Era, evidentemente, un precio excesivo. Lo dejé allí, perplejo, sin entender por qué me escapaba corriendo.

Murió a los pocos meses. Sé que en su lecho de muerte preguntó mucho por mí. Mi madre no comprendía que me negara a despedirme de él. No quise ni ir a su entierro, y eso que me habían reservado el estandarte más bonito para que lo llevara delante de la caja.

Como el tiempo es un dios consolador, ahora no hay vez que pase por mi pueblo –y eso es cada vez más de tarde en tarde- que no me acerque hasta su tumba, que nadie cuida. Mi tía, que desde hace veinte años descansa a su lado, le puso sobre la losa de mármol negro del panteón la figura del Sagrado Corazón. Curiosamente desapareció a los pocos días. El hecho fue muy comentado en todo el pueblo, porque se tenía por algo inaudito que hubiese gente tan desalmada como para robarle un Sagrado Corazón de Jesús a un muerto.

martes, 14 de noviembre de 2006

De Tales palos tales astillas (filosóficas)

I

Cuando a Tales de Mileto le preguntaron por qué no tenía hijos, respondió: “Por amor a los hijos”.

Y cuando quisieron saber su opinión sobre lo que era más difícil para el hombre, dijo: “Conocerse a sí mismo

¿Y lo más desagradable a la vista?” A esta pregunta respondió: “Un tirano que ha conseguido hacerse viejo

II

Pítaco: "El poder revela el carácter de un hombre".

III

Respuesta de Aristipo a quien le preguntó para qué servía la filosofía: “Para poder hablar con todo el mundo con franqueza

Según Aristipo el verdadero filósofo “aunque todas las leyes desaparecieran, continuaría viviendo de la misma manera

IV

Para Antístenes la gran virtud de la filosofía es que nos permite “estar en compañía de nosotros mismos”.

lunes, 13 de noviembre de 2006

Donoso Cortés (1809-1853). Un intelectual europeo.

Mi interés por Donoso Cortés, ese pensador áspero e intempestivo, es muy tardío. Y en realidad no es un interés auténtico. No me motiva tanto su pensamiento como la expresión del mismo (me gusta su prosa geométrica, capaz de recurrir siempre que es preciso a la fórmula exacta para la expresión meridiana de lo abstracto) y, sobre todo, me intriga la recepción de sus ideas . En su tiempo figuras tan notables como las de Metternich, Ranke y Schelling e, incluso, el rey de Prusia, Federico Guillermo IV, siguieron sus discursos con la máxima atención. En el nuestro es notabilísima su influencia en Carl Schmitt. De hecho fue este último quien me condujo hasta Donoso. Poco a poco me he ido dando cuenta de que su huella está más presente de lo que muchos afectados por ella estarían dispuestos a reconocer. Y es que el Espíritu es mucho más caprichoso de lo que nunca se imaginara Hegel.

A través de Schmitt la presencia de Donoso llega hasta, por una parte, Leo Strauss y Aron, y, por otra impregna el pensamiento de figuras tan heterogéneas como Walter Benjamín (cuya deuda con la “Teología política” de Schmitt-Donoso está fuera de toda duda), el maoísta Joachim Schickel, el joven radical Joschka Fischer (porque, efectivamente, hay una recepción de izquierdas de Donoso) o el mismísimo Derrida (basta con leeer su “Políticas de la amistad” para percatarse de ello). Y si siguiéramos su influencia en el conservadurismo hispano, tendríamos que recorrer el trayecto que conduce de Vázquez de Mella a Fraga.

Donoso Cortes fue un conservador de tomo y lomo, y por lo tanto, un profundo pesimista.

En primer lugar era pesimista con respecto al hombre. "La razón humana es la mayor de todas las miserias del hombre” y, por lo tanto, era profundamente pesimista sobre la posibilidad de eliminar los males humanos, por ejemplo, los de la guerra. “La guerra –dice- es el fenómeno más general que existe. La universalidad de la guerra es prueba de su necesidad, convirtiéndola en un suceso propio de la naturaleza humana. Ahora bien, todo lo que es necesario es eterno y no puede ser producto de la voluntad humana: luego ha de ser de origen divino”.

No cree que el hombre sea capaz de gobernarse a sí mismo por medio de leyes. “las leyes se han hecho para las sociedades, y no las sociedades para las leyes”. Si es cierto que a veces con la legalidad basta, tarde o temprano se pone de manifiesto que para salvar a la sociedad es necesaria la dictadura. La justificación de la dictadura tiene en Donoso un fundamento teológico: “Dios sólo gobierna el mundo por modo mediato, por las ‘causae secundae’. A esto responde en el orden político el régimen constitucional. Mas, en ocasiones, rompe Dios el orden natural con el milagro. A esto responde en el orden político la dictadura”. Dicho de otra manera, para Donoso, así como no hay teología sin el concepto de milagro, no hay derecho político sin el concepto de dictadura.

Es pesimista con el liberalismo, que es la expresión política de la burguesía, esa "clase discutidora", que aprovecha el parlamento para posponer la toma de decisiones.

Es realista, o sea, pesimista, con España. “Hace mucho tiempo que España carece de una verdadera política exterior. En realidad, sólo la tienen Inglaterra, Rusia y los estados Unidos. Sólo estas tres naciones están libres de la influencia extranjera directa o indirectamente. Sólo ellas no han derrochado sus energías en discordias estériles y en la lucha contra la revolución”.

Es lucidamente pesimista respecto a Francia: “La Francia era, hace poco, una gran nación; hoy día, señores, no es una nación siquiera; es el club central de la Europa”.

Y es clarividentemente pesimista con Rusia: “Yo creo más fácil una revolución en San Petersburgo que en Londres”.

Y no es nada optimista con respecto a la democracia, es decir, con el acceso de las masas al poder. “La democracia es el mal hecho legión, el mal encarnado en la muchedumbre”. “El mal –dice también- no está en los gobiernos; el mal está en que los gobernados han llegado a ser ingobernables”. “Las muchedumbres harán lo que hacen siempre, lo único que han hecho cuando han generado violentamente en los campos de la historia; crearse a sí propias tiranos efímeros, forjarse ídolos de una hora que salen de la nada para serlo todo y dejan de serlo todo para volver a la nada”.

Sólo es optimista respecto al catolicismo, pero no tanto porque la Iglesia sea capaz de parar el desastre que se avecina, que para Donoso es incuestionable e inevitable, como porque ofrece la posibilidad de la redención individual. “Yo no sé si hay algo, debajo del sol, más vil y despreciable que el género humano fuera de las vías católicas”.

Para Donoso ninguna de las ideas fundamentales y constitutivas de la civilización moderna tiene un origen filosófico. Todas proceden de la religión cristiana. Así, “la auténtica idea de la fraternidad y la auténtica idea de la libertad, vivas en esta cultura, y la distinción entre poder temporal y poder espiritual entre Dios y el César, proceden del cristianismo. División de los hombres en libres y esclavos, menosprecio de la libertad de conciencia, teocracia, divinización del Estado, todo esto caracteriza a la sociedad pagana. (…) De la unidad del género humano, enseñada por la revelación al hombre, nace como de suyo la idea de la fraternidad; de esta, la de igualdad; de ambas, la de democracia”. Ahora bien, en el pensamiento cristiano la libertad y la fraternidad no son ilimitadas, puesto que tienen su límite en las ideas de la obediencia y de la autoridad, fundamento del orden social. “Según el criterio católico, toda autoridad procede de Dios: en una sociedad cristiana el hombre nunca obedece al hombre”. Pero el hombre moderno ha decidido darle la espalda a toda idea de autoridad y, por lo tanto, a la Iglesia. Ahí se encuentra la fractura, pues “donde no está el catolicismo, allí está la barbarie”.

La República francesa quiso traer la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero olvidó “que esos tres dogmas no vienen de la República, sino que vienen del Calvario”. Pero Donoso sabe, cincuenta años antes que Nietzsche, que el hombre ha matado a Dios y que ningún ángel del cielo descenderá para reparar este sacrilegio. Pero tampoco ninguno evitará el castigo que Dios ha reservado a la humanidad: El dulce mal de la democracia.

Helsinki Complaints Choir

Todo un tratado de sociología postmoderna:



Vía Milinkito

domingo, 12 de noviembre de 2006

¿Era tan malo ser neocon?

El editorial del New York Times es hoy domingo especialmente contundente. Comienza con estas palabras: “Los demócratas no podrán saborear su victoria durante mucho tiempo. Los americanos están esperando a ver si tienen alguna buena idea sobre cómo abandonar Irak sin crear un mayor caos y terrorismo”. Ese es el reto. Y si realmente los demócratas la tienen, nos harán un enorme favor a todos.

Sin duda la crítica directa y coordinada de los demócratas a Bush ha sido una buena estrategia a la hora de derrotar a los republicanos, pero está por ver si además de capacidad crítica, los vencedores tienen capacidad política para solucionar un problemas tan empantanado como éste. Ahora tienen que gestionar su victoria. Y el tiempo de que disponen es de aquí a las presidenciales, que es donde de verdad se cortará el bacalao. Me da la sensación de que la euforia de los primeros momentos ha dejado paso a otro estado de ánimo, más reflexivo. A ver si resulta que los republicanos han soltado a Bush como lastre precisamente para que el derrotado sea el presidente y no el partido. No son, precisamente, una panda de ingenuos a los que les guste chuparse el dedo.

A estas alturas todo el mundo está de acuerdo –y los republicanos en su fuero interno también- en que se hicieron las cosas muy mal en Irak. La ventaja de los republicanos es que si consiguen responsabilizar a Bush del desastre, se encontrarán en condiciones de pasar a la ofensiva de cara a las presidenciales. El panorama se va a poner bien interesante.

Curiosamente las críticas (demócratas y republicanas) no van dirigidas tanto a la gestión de la amarga victoria de Irak como a la desastrosa evaluación de la información disponible antes de la invasión. Y eso tiene difícil vuelta atrás. No eran pocos los convencidos –y entre ellos sobresalieron los neoconservadores- de que la población iraquí recibiría a los soldados americanos como liberadores. Por cierto, ¿sabremos algún día hasta qué punto Ahmad Chalabi ha sido responsable del fracaso de la inteligencia americana? ¿Cómo es que personajes supuestamente inteligentes, como Perle, apostaron tan decididamente por un tipejo que sólo les vendía humo?

Pero el hecho es que los americanos están en Irak. Y están solos. Los hemos abandonado todos. Y nada parece avanzar en ninguna dirección que permita ser optimistas sobre el futuro de la zona.

Si los demócratas cumplen con sus promesas –cosa que dudo- la retirada de las tropas debiera comenzarse antes de finales de año. Si es así, ya veremos cuáles son las consecuencias; y si no es así, también.

Lo que sí parece evidente es que la victoria demócrata ha empujado a los neoconservadores a la sombra. Desde que Fukuyama apostasió del término, ya no parece de buen tono lucir este nombre en la solapa. Y, digámoslo todo, el neoconservadurismo, si no puede lucir abiertamente su narcisismo, está condenado a desaparecer. Al menos como movimiento más o menos organizado. Otra cosa es lo que vaya a ocurrir con sus ideas. No faltarán herederos de las mismas. Sobre todo entre quienes no se conformen con políticas geoestratégicas a lo Kissinguer. Porque, vamos a llamar a las cosas por su nombre, ¿si estamos en contra de la imposición de la democracia a cañonazos (a pesar de que todos disfrutamos de la imposición de la democracia a cañonazos en Alemania, en Japón y en Korea del Sur), estaremos a favor del Kissinguer partidario de defender las dictaduras a cañonazos?

Las neoconservadores han creído que la expansión de la democracia era la mejor salvaguarda de la paz en el mundo. El resultado, es trágico. Pero, ya veis, yo sigo creyendo en esta idea. El jueves pasado me preguntaban en una radio a ver qué derecho tenían los norteamericanos para imponerle la democracia a nadie. “¿Y tú –contesté- para mantener dictaduras?

¿Es recuperable hoy el wilsonismo? A los ingenuos quizás convendría recordarles que en 1917 Woodrow Wilson defendió la entrada de los EEUU en la primera guerra mundial como una cruzada “to make the world safe for democracy”. Yo espero de todo corazón que los políticos norteamericanos sigan creyendo, sea lo que sea de los neoconservadores, que la expansión de la democracia es una buena causa, digna de dirigir la política exterior de la primera potencia mundial. Y espero, también, que al menos mientras yo viva, los Estados Unidos sigan siendo la primera potencia mundial. Nada de lo que he escrito me atrevería, ni por casualidad, a pedírselo a -por ejemplo- los chinos.

El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...