martes, 8 de agosto de 2006

De Joschka Fischer a Ramón Gaya


I
Comienzo el día con mi cafe con leche y Le Monde en el Petit Café de la Plaza de Ocata. Me encuentro con la sorpresa de un artículo de Joschka Fischer que demuestra que no hace falta ser neconservador para ser partidario de las razones de Israel. Le cuento esto a RMF y me contesta, con razón, que Fischer subralla algo que nosotros hemos pasado por alto: la respuesta israelí a los ataques de Hezbolá parece tener más aceptación en el mundo árabe (excepto Siria e Irán) que en Occidente. "Para pensarlo", concluye.

Cielo de Barcelona. 8 de agosto.

II
Por la tarde he ido con mi mujer a ver la exposición de Ramón Gaya en La Pedrera. Lo diré directamente: Me he emocionado profundamente. Hacía mucho tiempo que no sentía una emoción tan intensa en una exposición. Transcribo las notas que he ido tomando durante el recorrido:

La pintura es pausada, como si Gaya hubiera domesticado el tiempo y la luz, cuajándose en formas precisas viniera mansamente a posar ante sus ojos. ¡Qué mirada más penetrante! ¡Y qué pincel más certero!

Todo se encuentra perfectamente asentado, con una naturalidad casi elemental, en su lugar preciso y, al mismo tiempo, todo está vivo, todo dialoga con todo sin estridencias y con una voz personalisima.

El gran pintor -lo confirmo de nuevo- es el que mejor sabe ver. El gran pintor es un teórico "vivamente herido por la reaidad", escribe Ramón Gaya.

No hay casi nunca la menor sensación de precipitación. No tiene prisa. No parece que salga en busca de la realidad, sino que esta lo esté esperando. Pero en las acuarelas, a partir de finales de los 70, me parece descubrir de vez en cuando un trazo más bronco, como, si alguna premura lejana a la obra lo acuciase.

¿Turner? ¿Qué hay aquí de Turner? ¡Si aquí todo es meridional, mediterráneo! Las únicas analogías que me vienen de manera natural a la imaginación son con el gran Pinazo. Tanto Gaya como él sabían mirar a la luz de frente, sin necesidad de entornar los ojos.

Se necesita mucha confianza en sí mismo, y mucho, mucho saber, para realizar la proeza de esa acuarela del 94, "El perejil". ¿Hay motivo más humilde? ¡Si son tres ramas y hasta parecen un poco mustias! ¡Y sin embargo llenan el cuadro! ¡Todo en este hombre es tan sencillo y tan cabal, tan verdadero y directo, tan carente de solemnidades y aspavientos!

En el audiovisual se recogen fragmentos venecianos del magnífico diario de Gaya. He creído escuchar un eco heideggeriano, lejano, si se quiere, pero diáfano. ¿Son casuales sus referencias a "lo existente" y al emerger de la niebla de las formas de las cosas? ¿Y cuál es el fundamento de esa reflexión sobre la belleza como un desembarazarse y no como un poseer?

Gaya no parece sentir en ningún momento la necesidad de demostrar nada, ni de sentirse firmante de ningún manifiesto rupturista. Lo que quiere es ser completamente fiel a su propia voz. Precisamente porque tiene voz propia no necesita el amparo de gesticulaciones.

Tengo que volver. Allá cada cual, pero para mí éste es todo un acontecimiento cultural.


3 comentarios:

  1. Algunos Estados árabes ven con alivio, estoy seguro, que la primera línea de combate contra Hezbollah y contra Hamás está en las fronteras Norte y Sur de Israel, y que este estado tiene más probabilidades, por capacidad y decisión, de obtener ventajas. Pienso en Egipto, donde la estructura del Ejército, desde la revolución del General Naguib (inmediatamente Nasser) fué un factor de modernización, y en Jordania donde la monarquía se consolidó en torno a la Legión Árabe. Y pienso en Septiembre Negro, por ejemplo. Y en la rivalidad irano-iraquí que ahora se dirime en la guerra civil en el segundo.
    En cuanto a Gaya completamente de acuerdo. Y magníficas anotaciones de una visita a una exposición.
    Tiene Ramón Gaya un libro maravilloso dedicado a Velazquez, llamado "Velazquez, Pájaro Solitario" que es un compendio de sabiduría sobre el arte de la pintura, a la que llama "artesanía del espíritu". Tu post me ha hecho recordarlo y buscarlo y hojearlo ha sido todo uno. Ha quedado apartado para releer, placer que sin duda deberé a tus anotaciones.

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  2. En modo alguno suelo tomar notas visitando exposiciones. Pero esta ha sido realmente emotiva para mí. Tanto es así que tenia que detenerme de vez en cuando para anaizar mis propias emociones. Hay mucho de velazqueño en Gaya. Me atrevería a decir que los une un cierto desprecio por la estridencia y la voluntad de hacer surgir lo extraordinario, de manera natural, de la cotitidianeidad en la que duerme.

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  3. Esa última frase es una buena descripción del resultado del trabajo de ambos.

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