martes, 4 de julio de 2006

Donde no puedas amar, pasa de largo.

I

Percy B. Shelley aprendió, traduciendo el Banquete de Platón, que el amor, lejos de ser ciego, es clarividente. Hay aspectos de las personas que sólo se muestran si son iluminados por la luz del amor. El amor afina la atención. Coincidía así, sin saberlo, con los filósofos neoplatónicos que hablaban de la sabiduría de la mirada erótica. "El amor -decía Shelley- hace a los hombres perspicaces, y si alguien dice que el amor es ciego, eso sólo significa que no comprende que la mirada erótica percibe la existencia de relaciones invisibles para los espíritus menos refinados.”

II

Cuando arreció la tormenta que ocasionaría su muerte, Shelley abrazó su traducción del Banquete. Se ahogó sin soltarla.

III

El Banquete es una de las obras fundamentales de la literatura universal. Platón describe el encuentro de un grupo de amigos en torno a la llama del vino y el amor. Son muchas las cosas interesantes que cuentan, pero me limitaré a recordar algunas palabras de Aristófanes, el gran comediógrafo: “A mi me parece que los hombres no son conscientes, en absoluto, de la fuerza del amor, porque si lo fuera, ya le habrían erigido los templos y altares más magníficos, pues es el dios que más los aprecia, siendo su protector y el médico de sus males. Hace mucho tiempo nuestra naturaleza no era como la de ahora. Los hombres eran completamente redondos, como pelotas, y se movían girando. Se creían tan poderosos que un día intentaron escalar el cielo para atacar a los dioses. Zeus, como castigo por su insolencia, decidió partir a cada hombre en dos. Pero cuando los hombre perdieron su mitad original comenzaron a añorar lo que les faltaba y buscaban el complemento que habían perdido. Cada uno de nosotros lleva consigo la señal de una añoranza. Cuando por azar encontramos a nuestra mitad congénita, experimentamos un sentimiento maravilloso y no queremos separarnos de ella ni un instante. Querríamos fundirnos en un abrazo para no separarnos ya ni de día ni de noche, siendo para siempre de nuevo una unidad completa. A este deseo de unidad es a lo que damos el nombre de amor".

IV

Mary Shelley, Frankenstein o el Modern Prometeu: “Mi soledad –dice el monstruo creado por el doctor Frankenstein- es absoluta, y todos me desprecian. Solamente una mujer tan monstruosa y deforme como yo podría estar dispuesta a concederme su amor. Una mujer que fuera semejante a mi y que tuviera, incluso, mis defectos.

V

En el prefacio de la Collected Edition de los poemas de su marido, Mary Shelley escribió: “Shelley se parecía a Platón: a ambos les complacía más lo abstracto y lo ideal que lo particular y tangible”.

VI

Se han contado mil veces los detalles del nacimiento de Frankenstein, un atardecer de junio de 1816, en Villa Diodati, a orillas del lago Léman, en Suiza, donde se habían reunido Mary W. Goodwin, que entonces tenía 18 años, su amante y posterior marido, Percy B. Shelley, Lord Byron, la hermanastra de Mary, Claire Vlairmont y John William Polidori. Sólo añadiré que cuando don Emilio Castelar visitó estos lugares, escribió: “He visitado la casa habitada por Byron cerca de Ginebra, como visito siempre, oscuro peregrino de la libertad, los sitios ilustrados por el heroísmo y por el genio (…) Por aquellas orillas se refugiaron muchos genios que han dejado en la humanidad inextinguibles huellas. Cada piedra habla allí de Rousseau, de ese escritor melancólico y sombrío que prestaba a la realidad sus propias tristezas (…) Allí Voltaire trabajó varios años (…). Por allí concluyó Gibbon su historia de la decadencia de Roma”, Vida de Lord Byron, 147-8.

VII

L. E. Fournier pintó, en 1889, la incineración de su cadáver en Viareggio, en presencia de Edward John Trelawny y Lord Byron (Walker Art Gallery, Liverpool), frente a las islas de Gorgona y Elba. La pintura plasma el momento más grave del rito, pero no el más trágico. Éste tuvo lugar cuando Trelawny rescató de entre las llamas el corazón de Shelley, para impedir que se calcinase. Según se dijo, Mary conservó hasta el final el corazón de su marido envuelto en un paño de lino y cuando sintió próxima su muerte, exigió ser enterrada con él.

VIII

Cuenta Trelawny: “Una vez avivado el fuego, rociamos el cuerpo de Shelley con más vino del que él habia consumido durante toda su vida. El vino, sumado al aceite y a la sal, hacía que las llamas temblaran y crepitaran. El calor del sol y el fuego era tan intenso que el aire se torno trémulo. El cadáver se abrió por la mitad, dejando el corazón al descubierto”.

IX

Meses más tarde escribió Mary en su diario: “¡Un corazón frío! ¿Es frío mi corazón? ¡Dios sabrá! / Pero nada ha de envidiar la helada región que este / corazón rodea. Y al menos las lágrimas son cálidas…”.

X

Nietzsche: “Allá donde no puedas amar, pasa de largo”.

Más información sobre Frankenstein en Alzanar 3.

6 comentarios:

  1. “El amor puede ser un pasatiempo y una tragedia”.
    Isadora Duncan.

    ResponderEliminar
  2. Aconsejame que puedo leer de Nietzsche?


    Edna

    ResponderEliminar
  3. Edna, yo no puedo aconsejar a nadie que lea a Nietzsche. Pero un no-consejo podría ser "Más allá del bien y del mal".

    ResponderEliminar
  4. Este es otro de esos grandes posts para guardar. Me encanta su capacidad de relación entre temas, vidas y obras.

    Sobre la iluminación del amor, tan constante es esa búsqueda que creo que era Proust quien comentaba que es imposible leer una novela sin indefectiblemente atribuir a la heroína los rasgos e imagen de la mujer a la que amamos.

    ResponderEliminar
  5. No se de que amor hablamos. Quizas no seria mas adecuado decir:
    Allà donde no puedas no-amar, pasa de largo?

    ResponderEliminar

El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...